Este hecho, lamentablemente, todavía no está claro para algunas personas, ya sean funcionarios o comerciantes. Vemos cómo, pese a que se descubren y enjuician los delitos de unos, otros siguen buscando beneficiarse inescrupulosamente.
Por nuestro lado, los ciudadanos comunes y corrientes solo nos damos cuenta de lo mal que funciona el sistema de salud cuando nos toca enfrentarnos directamente con la enfermedad, ya sea propia o de algún familiar. La mayoría de las veces nos conformamos ...
Este hecho, lamentablemente, todavía no está claro para algunas personas, ya sean funcionarios o comerciantes. Vemos cómo, pese a que se descubren y enjuician los delitos de unos, otros siguen buscando beneficiarse inescrupulosamente.
Por nuestro lado, los ciudadanos comunes y corrientes solo nos damos cuenta de lo mal que funciona el sistema de salud cuando nos toca enfrentarnos directamente con la enfermedad, ya sea propia o de algún familiar. La mayoría de las veces nos conformamos con la escasa información de los medios. Conocemos, por ejemplo, la corrupción en el IGSS y en la empresa Pisa, la falta de insumos que se vive dentro de los hospitales públicos o los cobros abusivos de los médicos y los servicios hospitalarios cuando contamos con algún seguro médico particular.
De lo contrario, la preocupación por la salud aún no se ha convertido en una prioridad en el imaginario colectivo, de modo que no es una de las principales demandas.
Por ello, además de desprotegida en este sentido, la población guatemalteca se encuentra completamente abandonada y, lo peor del caso, sin posibilidades reales de mejorar ni a mediano ni mucho menos a largo plazo.
Porque para mejorar en el área de salud, además de combatir la corrupción, debemos ver que este es, sobre todo, un problema de falta de ética y de humanismo.
Están corruptas las instituciones porque son corruptas muchas de las personas que las dirigen. Por ello causan desconfianza las palabras del presidente electo, quien afirma que dotar de suministros a los hospitales será una de sus prioridades. Ojalá lo sea. Hay que darle el beneficio de la duda. Y sobre todo, ojalá que también quienes estén a cargo de dicha tarea cuenten con una intachable trayectoria de honradez y honestidad. Primero, porque les tocaría desmantelar y acabar con las redes de corrupción que se dan en todos los niveles, desde la adjudicación y la compra de medicinas y equipo médico hasta la prestación de servicios. Y segundo, porque se espera que estos funcionarios cumplan a cabalidad con su tarea y no caigan en la tentación de seguir malversando los fondos públicos a costa de la enfermedad y el sufrimiento de los guatemaltecos.
Porque quien trabaja en el campo de la medicina, sea cual sea su función, desde el médico hasta el administrador, debería tener entre sus capacidades y atributos, además de una sólida formación académica y humanista, una trayectoria intelectual y una ética profesional a prueba de fuego.
Y para el resto de nosotros, vigilar sus acciones y velar por que cumplan con sus atribuciones deberían ser un imperativo ineludible y constante.
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