La historia de arriba la contaba una orgullosa madre. Era su manera de sugerir que su hijo era inquieto, inteligente y fuera de serie. Al traviesito le encantaba matar pájaros con onda, además. Era mi contemporáneo, pero yo me mantenía lo más lejos posible por puro instinto.
La crueldad contra los animales parece un asunto de travesura o un motivo de risa. Los psicólogos de todo el mundo coinciden en una cosa: se trata de psicópatas que de la violencia contra los animales pueden fácilmente pasar a la violencia contra las personas. Son asesinos potenciales. No importa su edad, sexo o condición social.
Si usted conoce niños con este comportamiento, salga corriendo a buscar ayuda, más si se trata de seres queridos. Si no quiere dar crédito a este artículo, salga de dudas por su cuenta en Internet, con amigos informados, con psicólogos.
La violencia contra los animales tiene variadísimas manifestaciones. Está entre las bromitas inocentes hasta la tortura, la mutilación y el asesinato. Es lo mismo que con las personas: va desde las bromas insidiosas y envenenadas hasta el maltrato físico y el asesinato.
Mis recuerdos de niñez tienen algunas escenas con escenario en los finales de año. Mucho tiene que ver con los cohetillos, las bombas y los morteros. Hay quienes disfrutan amarrarle ametralladoras en la cola a los perros y a los gatos o hasta hacerles explotar cosas en su cuerpo.
Quizá pensemos que eso no tiene nada que ver con nosotros, que son problemas ajenos, pero hay maneras sutiles de crueldad contra los animales que quizá en nuestro hogar se estén dando hoy mismo.
En esta época se regalan mascotas, especialmente perros. Pero los animales no son juguetes. Son seres vivos con inteligencia y sentimientos, capaces de experimentar depresión y alegría, así como de sentir dolor, tal como usted y yo, pero ellos no pueden hablar.
Tuve una vecina que secuestró un perro para su perrita. Eran de la misma raza, sus cachorros eran atractivos, y en ellos encontró una fuente de ingresos. La perrita paría una y otra vez, apenas recibía alimentos y se deterioró muy rápidamente. Murió de varias complicaciones de salud, siendo la desnutrición una muy evidente.
Así que, si a usted le gusta comprar cachorros que venden en la calle, piense bien si no está siendo cómplice involuntario de una cadena de explotación y crueldad animal. Los perros de razas certificadas también pueden ser víctimas de crueldad. He visto cachorritos mantenidos en deplorables condiciones en las llamadas tiendas de mascotas. Prisioneros, separados de sus madres, sin siquiera un lugar sólido donde pararse.
¿Le gustan las aves? Las tiendas de mascotas venden canarios, periquitos y otras aves preciosas, de colores, de bello canto y exóticos colores. Han sido arrancadas de su hábitat natural y privadas de una vida normal. Meterlas en una jaula para disfrute exclusivo de unos pocos ojos también es crueldad animal.
Y qué decir de las personas que venden y compran pollitos pintados de colores. Son animalitos expuestos a sustancias tóxicas por puros propósitos comerciales.
También piense en los perros que viven encadenados. Recuerde que los perros salvajes fueron domesticados por nuestros antepasados para que viajaran con ellos, les hicieran compañía, los ayudaran a pastorear, los ayudaran a cazar. Gozaban de libertad y andaban por valles y montañas con sus humanos. Tener perros para mantenerlos solos, amarrados y confinados en espacios mínimos también es crueldad animal.
Y se termina el espacio quedando mucho por decir. En este mes de locura, consumismo y dizque sentimientos de amor y paz, no sea parte directa o indirecta de la crueldad contra los animales. Si conoce adultos o niños maltratadores, denúncielo. Recuerde que los menores son legalmente inimputables, pero los padres deben responder. El país tiene ahora una ley y una oficina en el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación para denunciar el maltrato animal.
Si de todas formas decide comprar o regalar mascotas caninas o felinas, al menos adopte de las muchas rescatadas que se anuncian en las redes sociales. Recuerde que una mascota significa una gran responsabilidad que no se puede transferir a un niño: hay que alimentarlas debidamente, vacunarlas, llevarlas al veterinario, comprarles medicinas. Hay que sacarlas a pasear o darles espacios para que desarrollen actividades físicas cuya intensidad depende mucho de la raza. Sepa también que cada raza tiene enfermedades congénitas o tendencias a enfermedades muy bien conocidas por los veterinarios. Escoja bien.
¡Ah! El matapollos murió hace algunos años en una balacera.
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