En este contexto, de nuevo me aventuraré a tratar un tema incómodo pero necesario. Y lo haré en rebeldía a esas posiciones de odio, pero también como regalo de Navidad para muchas mujeres.
Normalmente, el fin de año es una época de jolgorio, trago y desenfreno en que, oh, casualidad, más bebes se conciben. Si no me creen, vean el número de nacidos en septiembre, nueve meses después. Por tanto, si van a tener sexo, que al menos sea sexo de calidad.
Hace poco, un amigo me recomend...
En este contexto, de nuevo me aventuraré a tratar un tema incómodo pero necesario. Y lo haré en rebeldía a esas posiciones de odio, pero también como regalo de Navidad para muchas mujeres.
Normalmente, el fin de año es una época de jolgorio, trago y desenfreno en que, oh, casualidad, más bebes se conciben. Si no me creen, vean el número de nacidos en septiembre, nueve meses después. Por tanto, si van a tener sexo, que al menos sea sexo de calidad.
Hace poco, un amigo me recomendó el libro She Comes First, de Ian Kerner, un sexólogo clínico. En este texto el autor aborda como tema central la práctica del cunnilingus. El libro abunda en información, datos y estudios abordados con humor e inteligencia. Concluye con una detallada guía de cómo ejecutar sexo oral a la mujer.
Haciendo una parodia del Manifiesto comunista, el autor enuncia lo que él llama «el manifiesto del cunnilingüista»: «De parte tuya, según tus habilidades. Para ella, según sus necesidades» (traducción libre de quien les escribe). El punto de partida del autor es el hecho contundente de que existe una brecha entre el gozo masculino y el femenino (el 75 % de los hombres reportan lograr el orgasmo en un encuentro sexual, mientras que solo el 33 % de las mujeres lo alcanzan). Esta desigualdad (orgásmica, para decirle de alguna forma) se explica, según Kerner, con tres elementos vinculados entre sí: la noción patriarcal centrada en la penetración, el escaso tiempo que se le invierte al juego previo (foreplay) y el desconocimiento del placer femenino (lo que el autor llama «la red de excitación ligada al clítoris»).
En un estudio realizado a mujeres casadas, con matrimonios estables y activos sexualmente, se registró que solo el 25 % de ellas alcanzan el orgasmo vía penetración, contrario al 81 %, que informó alcanzarlo con sexo oral. Un resultado bastante predecible, dado que el 75 % de los hombres eyaculan en poco más de dos minutos. Durante este cortísimo período de tiempo la mujer ni siquiera ha calentado motores.
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Esta generalidad también fue probada por Kinsey, Master y Johnson en distintos estudios que demuestran que, si los amantes invierten 20 minutos o más en el juego previo, solo el 7.7 % de las mujeres no alcanza el orgasmo. Es decir, se pasa de una relación de dos de tres que no llegan al orgasmo vía penetración a nueve de diez que sí lo alcanzan después de los 20 gloriosos minutos mejor invertidos de su vida (el mismo tiempo que le toma comerse una hamburguesa, por ejemplo).
Tomando en cuenta esta realidad estadísticamente estudiada, el autor propone un cambio de paradigma sexual basado en el cunnilingus. Deje de lado la penetración como sinónimo de acto sexual y dirija su atención a estimular la flor de jade de su compañera.
El clítoris es una red de músculos y órganos conectados (18 para ser exactos) cuyo único propósito es el placer. Por tanto, no se encapriche solo con la cabecita tomándola como un botón que se enciende y se apaga. Explore todos los aposentos que tiene esa morada y descubra sus secretos.
El clítoris tiene ocho mil terminaciones nerviosas, el doble del pene, por lo que debe ser estimulado con mucho cuidado y exquisitez. Dice Kerner que, así como no se puede hacer buena caligrafía con un crayón, tampoco conviene estimular el clítoris con el pene. Y apunta que, siendo la lengua un órgano más delicado, flexible, ágil y sensitivo, es también el más adecuado para estimularlo.
«La lengua nos permite hablar muchos idiomas, incluido el lenguaje del amor». Pero, para que se entienda lo que uno dice, se debe hablar claro, despacio y con ritmo. La práctica hace al maestro, así que aproveche estas fiestas para practicarlo.
¡Felices fiestas!
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