Ya se dijo más de la cuenta sobre la visión ideológica del articulista. Interesa en esta oportunidad analizar el legado de su artículo, si acordamos considerar tal cosa la estela de comentarios en la página de La Hora.
Sospecho que si hubiera un concurso sobre el artículo más comentado, este sería, al menos, finalista. También sería un favorito para el trofeo “Lengua pútrida”, en la paradójica categoría de insultos no publicables.
El análisis de la trenza de comentarios nos deja cosas muy claras sobre Guatemala. A continuación algunas de ellas.
El país quedó históricamente estancado en la guerra fría. Para muchos ciudadanos, el comunismo y anticomunismo parecen ser la manera de entender el mundo. Para ambas partes, eso representa la justificación para hacer lo que hacen y decir lo que dicen, quedando en irrelevancia las consideraciones morales, éticas y legales. Si hay un ejemplo que resuma todo esto es el del reo Byron Lima Oliva, quien por esa vía justifica sus actos, incluyendo la falsificación de testimonio, con ensayos incluidos, en un caso criminal. Anticomunista, dice su camiseta, y eso debiera ser tan válido como una orden de libertad o una licencia para interpretar la ley y la Constitución a su manera y conveniencia. Cosas equivalentes suceden en el otro bando.
Lo “retro” es válido como estilo fotográfico, manera de vestir, gusto musical. Pero como instrumento vital para interpretar la realidad y construir una Nación digna, próspera y justa, resulta inadmisible. En otras palabras, las generaciones con capacidad de influir en el futuro de Guatemala se auto-descalifican para tal tarea.
Destaca también la falta de disciplina, curiosidad y responsabilidad para hacer comentarios, lo que también calza al valiente articulista. Con un poco de investigación se habría enterado de que la cantidad de mujeres indígenas que utilizan métodos de planificación familiar ha aumentado en más de 630% en los últimos 20 años, y que la tasa de fecundidad de la mujer indígena es de un hijo más que la mujer ladina. Le dejo la publicación del número exacto para su siguiente artículo, aunque le ofrezco una pista: es menos de la mitad que la docena por familia.
Otra conclusión: en Guatemala destacan el anonimato y la falsificación de identidad para opinar. Pueden existir importantes excepciones, como cuando un lector desea hacer pública alguna información que comprometa su seguridad. Usarlo para insultar, desprestigiar y llamarle “hijo de prostituta sifilítica de la línea” a quien tiene distinta opinión sobre el tema no puede tener cabida en ningún medio de comunicación. Creo que en esto falló La Hora, y que se necesita una discusión seria al nivel de directores de medios. No avanzaremos como país si, encima de las otras taras que arrastramos, nos damos a la tarea de decir lo que nos salga de las entrañas gracias a la posibilidad de dar nombres y direcciones de correo falsos, con la garantía de que eso no le preocupa a quien debiera.
Del racismo, pues queda muy claro. La batalla campal que se armó no deja dudas sobre el poco conocimiento “del otro”. Y aquí se evidencia otra tara: mientras nos sigamos viendo como el otro, no tenemos posibilidades de llegar a ser una Nación viable. La solución no pasa por los ladinos llamando “mi gente” a los indígenas, pero tratándolos de vos sin su permiso y de ustedes cuando se da una conversación. Tampoco por ver indígenas imitando comportamientos ladinos. Mientras no entendamos que somos uno en la diversidad, seguiremos siendo una sociedad subdesarrollada, racista y desigual. Aceptaría una excepción en el caso de la deuda social.
Una nota para quienes se interesen en extender el legado del artículo de Martín Lanús: den un vistazo a las comunidades de indígenas guatemaltecos que se establecieron en los Estados Unidos. Investiguen si son parias sociales o activos socioeconómicos. Averigüen si son respetados y hasta admirados por sus vecinos gracias a su dedicación al trabajo. Pregúntense ¿por qué la diferencia? De pasada, analicen el peso de sus remesas en la macroeconomía nacional. ¡Ah! Unas paginitas sobre exclusión educativa podría también ayudar. Si les queda tiempo, den las gracias por seguir consiguiendo dólares baratos, gracias a los solidarios y disciplinados envíos de todos esos expatriados económicos y desplazados sociales.
El último párrafo va para las personas que visitaron la sección de comentarios de La Hora y se identificaron con nombre propio, aportando datos, opiniones basadas en evidencia, actitud conciliadora y buena fe.
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