Lo que nos unió desde un inicio fue el compromiso con este momento y este lugar, y el interés de aproximarnos a nuestra realidad con un sentido crítico y radical, para buscar respuestas a la multitud de interrogantes que este país nos produce.
Como la discusión política es medular para nosotros, durante los últimos meses hemos dedicado algunos de nuestros encuentros y programas de radio a la reflexión sobre el actual proceso electoral. Ayer circulamos un manifiesto, del que quiero compartir con ustedes algunas ideas en esta columna:
Aunque en el grupo existen diferentes posturas individuales respecto de no votar, votar nulo o por quién votar, todos compartimos el criterio de que en estas elecciones ningún candidato ofrece propuestas coherentes ni factibles para enfrentar los problemas concretos de una ciudadanía cuyo país funciona en razón de intereses de poderes fácticos.
Consideramos que el ritual del sufragio resulta una farsa en un país en donde se carece de las condiciones fundamentales para el ejercicio de la ciudadanía (educación crítica, conocimiento y comprensión de la historia, libre pertenencia ideológica, instituciones partidarias) y de la consecuente capacidad para ejercer consciente y críticamente el derecho a elegir y a ser electo.
Las posturas en el grupo, de cara al proceso electoral, son diversas: No votar, para no legitimar el sistema político vigente. Los candidatos electos hablan y actúan en nombre propio o de grupos de interés que los financian. Los partidos políticos son vehículos creados y utilizados para mantener los privilegios de los poderes de facto y nunca, durante la historia democrática del país, han cumplido su función de representar a la sociedad y mediar entre gobernantes y gobernados. Funcionan como disfraz para todo tipo de negocios y tráfico de influencias. Por ello, el ejercicio del voto en estas condiciones legitima un sistema que ha sido fraudulento y elocuentemente fracasado. El abstencionismo representa una posición profundamente política, por insumisa. No es sinónimo de indiferencia ni de apatía.
Votar nulo para manifestar un conocimiento crítico sobre el estado actual de la democracia representativa, entendiendo el voto nulo como expresión de que se cree en el ejercicio cívico, pero no en las condiciones actuales del sistema político, el cual se encuentra secuestrado por la narco-oligarquía al extremo de que, independientemente de quién sea electo, el proyecto derechista privatizador de lo público arremeterá contra la educación, la salud y el sistema de pensiones, y no creará fuentes de empleo para los guatemaltecos, los cuales seguirán siendo expulsados de la posibilidad de trabajar y obligados a emigrar para poder vivir y seguir sosteniendo desde la distancia este simulacro de moderna economía capitalista. Ningún candidato representa los intereses del ciudadano trabajador y obediente de la ley, sino solo los de diferentes sectores de la élite delincuencial que nos gobierna desde la firma de los acuerdos de paz. El voto nulo expresa la conciencia crítica ciudadana de adherir, sí, a la democracia, pero no a un simulacro oligonarco de la misma. El voto nulo puede ser el cimiento de una oposición cívica organizada para el próximo cuatrienio, la cual desemboque en un partido o fuerza política que represente los intereses democráticos de todos los sectores sociales que componen la nación.
Votar por el candidato escogido porque, a pesar de estar conscientes de lo anterior, el voto es la única herramienta dentro del sistema electoral y de partidos políticos que permite a la ciudadanía incidir en las relaciones de poder de la sociedad. Si bien la mayoría de candidatos representa los intereses de los poderes económicos que han mantenido el estado de cosas actual, existen entre ellos importantes matices que no se deben pasar por alto, pues quizá determinen diferencias en la gestión de gobierno. El voto, en ese sentido, puede orientar cambios menores. El discurso de los candidatos actuales se ha caracterizado por un marcado sesgo de derecha, dentro del que vemos como únicas excepciones (por la comprensión que manifiestan de los problemas estructurales del país y las soluciones que proponen) a los candidatos a diputados del Movimiento Nueva República (MNR), que integran el Frente Amplio.
A estas alturas es probable que, como nosotros, cada uno de ustedes haya definido ya su posición frente a las elecciones, por eso quiero compartirles lo que considero el llamado de fondo del manifiesto: que mediante vías alternativas de participación, después de las elecciones, converjamos para construir un proyecto de nación basado en un plan económico que nos incorpore a todos al trabajo, al salario y al consumo; en un plan político que modernice el Estado haciéndolo eficiente, fuerte y probo; y en un plan educativo intercultural basado en el historicismo causal y la criticidad cognitiva, con el objetivo de transformar las dispersas y desinformadas mentalidades populares en una plena conciencia ciudadana capaz de relacionarse —como expresión de la unidad de la diversidad— con sus representantes políticos, desde una posición de legítimo poder cívico y nacional.
Se necesitará mucha creatividad, porque las cosas no pintan bien. Y aunque antes las cosas tampoco han pintado nada bien, la diferencia es que hoy hay, de cierta manera, mayor expresión de la inconformidad y más espontaneidad en la búsqueda de salidas. No esperemos otros cuatro años para levantar estas reflexiones nuevamente, como nos sucede siempre. Veamos este domingo como el inicio de un ciclo, tan oscuro, como potencialmente lúcido.
Para contactar con el grupo Intergeneracional: intergeneracional@hotmail.com; en Facebook: Grupo Intergeneracional; en la radio Nuevo Mundo: 96.1 FM en la capital, 91.5 en el Sur-occidente y 105.1 en el Nororiente, y por Internet: http://nuevomundoradio.com, los viernes de 3 a 4 de la tarde en el programa Espacio Intergeneracional.
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