Como he mencionado en ocasiones anteriores, el gobierno pasado tuvo la capacidad de deteriorar lo que, por débil, creímos solo podía mejorar. Pero no era así, el poco valorado y olvidado Instituto Nacional de Estadística perdió mucho durante los pasados cuatro años. Para los usuarios de encuestas de hogares, fuente principal para el estudio y seguimiento de las condiciones de vida de la población (respecto a la situación de pobreza, empleo, ingresos, etc.) es evidente: las bases de datos no cuentan con la calidad que habían alcanzado en el pasado y las metodologías de cálculo de los principales indicadores –tan importantes como los niveles de pobreza– han sido modificadas. Los resultados de la Encovi 2011, publicados por el INE, no son capaces –de momento– de contarnos lo ocurrido respecto a la pobreza, o al menos no con certeza.
–Suspiro de desconcierto–. En un país con los niveles de pobreza y desigualdad como en el nuestro, con las carencias y deudas sociales tan grandes y evidentes; contar con estadísticas de calidad que reflejen cada cierto número de años si hemos o no avanzado, es un deber ético no solo del Estado sino también de la sociedad.
Si bien los factores detrás de la desatención de las principales funciones y productos del INE pueden ser varios, no cabe duda que el giro tomado por la institución respecto a los censos municipales de mi Familia Progresa fue determinante. Estos –llamados Directorio de Hogares de Mi Familia Progresa– se llevaron a cabo entre el año 2008 y el 2011, y recolectaron información básica de los hogares de los 301 municipios más pobres del país, con el objetivo de identificar a los que deberían ser beneficiados por el programa de transferencias. Tal tarea no solo implica una gran inversión en términos financieros –interesante sería saber cuánto dinero se destinó y de qué forma se ejecutó– sino también en términos administrativos y humanos. La prioridad establecida por el anterior gerente fue clara, sin importar los costos de oportunidad.
Por otro lado, se desarticularon equipos de trabajo que habían acumulado experiencia durante una década y varios proyectos de encuestas de hogares. Y es que llevar a cabo una encuesta a nivel nacional –como la Encovi– no es una cuestión sencilla, el conocimiento técnico y la experiencia son clave para ello y deben estar presentes a lo largo de todas las fases: desde la elección de la medida de bienestar, la elaboración de la boleta, el trabajo de campo, el sistema de captura, la consistencia de la información, el cálculo de los factores de expansión, la construcción de los agregados de consumo (o de gasto, como le han llamado ahora), la determinación de la línea de pobreza, hasta el cálculo final de indicadores clave. La exploración de las bases de datos de la última encuesta, da cuenta del riesgo que se corre al pecar de valientes y dejar a un equipo novato sin el apoyo de quienes han sudado la camisola en el pasado.
–Suspiro de desconsuelo–. La autonomía es fundamental en las instituciones públicas. No se pueden construir entidades valiosas y sólidas, sin el debido respeto por parte de quienes llegan por cuatro años y luego parten. Las agendas personales de los puestos políticos no deber meter zancadilla a las agendas institucionales; sino apegarse a ellas y potenciarlas. Los cuadros técnicos deben enriquecerse en conocimientos –formales y prácticos– y contar con estabilidad a lo largo del tiempo, para no pagar a cada rato los costos de la alta rotación laboral.
El INE ciertamente padece y arrastra una gran cantidad de problemas internos y externos, que deben ser revisados desde una crítica constructiva. Es ingenuo afirmar que se están tomando las medidas correctas, aplicando las políticas adecuadas y avanzando en la senda del desarrollo si no se cuenta con información de calidad y oportuna, para orientarse y para evaluar lo realizado. La escasez de recursos del aparato estatal para responder a tantas y tantas necesidades sociales, hace imperativa la eficiencia, y esta depende en gran medida de información. Información provista por una institución estadística autónoma, capaz, ética y sólida. ¿Será el nuevo gobierno el que dé los grandes pasos necesarios para la construcción de esta?
–Suspiro, pero esta vez de esperanza–. El reciente nombramiento de Rubén Darío Narciso (matemático y abogado con estudios superiores en economía, proveniente de los centros de investigación) como gerente del INE, no puede sino generarme expectativas positivas. Enhorabuena y ojalá su entusiasmo y aprecio por la cultura estadística le ayude a aprovechar la oportunidad para sentar las bases de una institución digna de un país que quiere efectivamente avanzar hacia el desarrollo de todos y todas. Claro, sin el apoyo necesario de las altas autoridades del gobierno, los buenos deseos no serán suficientes.
P.S. El Directorio de Hogares de Mi Familia Progresa recopiló información importante respecto a las condiciones de vida de los hogares y de las personas de buena parte de los municipios del país. Pero ¿y dónde están las bases? Aparentemente en el INE no las tienen –o, como me dijeron, no saben si hay una copia de estas– pues no les pertenecen. Por la carencia de información actualizada a nivel municipal y la alta necesidad de información oportuna para la toma de decisiones en distintos ámbitos, estas bases deberían ponerse a disposición de los usuarios, e incentivar su uso y su aprovechamiento.
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