La ola no ha decrecido y más parece que mantendrá alta su cresta durante varios meses. No es para menos, se trata de la primera medalla olímpica para Guatemala.
Son tres los escenarios donde este efecto —que ya era necesario y urgente para nuestro país— se está evidenciando.
El primero se trata de un genuino deseo de muchos niños y jóvenes en cuanto imitar al marchista de Chiyuc. Aquí, en Alta Verapaz, donde nuestra población tiene mucha inclinación por el atletismo, las pistas ecológicas, las de los pocos estadios y las carreteras, se están viendo desbordadas de trotadores quienes, animosos, están saliendo a ejercitarse. Muchos no tendrán la oportunidad de competir por una clasificación pero seguro estoy, remoto quedará de sus personas el alcohol, el tabaco y las drogas.
Otro es el de los deportistas ya organizados que han sentido el estímulo o el peso de la medalla de Barrondo: Olímpica y para el segundo mejor marchista del mundo. Y ganada palmo a palmo por un humilde hijo de San Cristóbal Verapaz quien, a sus 22 años, tiene la sabiduría que la tradición de su pueblo y su familia le ha volcado desde el torrente del tiempo. Ellos, los deportistas, están tratando ahora de dar lo mejor de sí.
El tercer escenario es el de las autoridades que lo han gratificado. Entre las palmas mejor otorgadas a Barrondo está la Orden del Soberano Congreso en el Grado de Gran Caballero y un premio en efectivo de medio millón de quetzales. También, la Municipalidad de Cobán le ha concedido una pensión vitalicia de Q2,500.
Y a decir verdad, ha generado bastante alivio la declaración del ministro de Gobernación anunciando un plan para proteger al medallista y a su familia porque, conocido de todos es, la vulnerabilidad de su aldea y particularmente la de su casa.
El efecto Barrondo se está contagiando. Del jueves 16 al sábado 18 recién pasados, se realizó en Cobán el V Congreso Nororiental de Medicina con la participación de Profesores pertenecientes a las Asociaciones Americanas de su especialidad. Tres de ellos evocaron la figura de Erick durante sus conferencias y el Cirujano Cardiovascular Alfonso Cabrera, declamó —en pleno congreso—, un poema que él, una hermana suya y Judit Méndez le hicieron. En breve le adaptarán música. Lo transcribo a continuación.
“En la aldea de Chiyuc / San Cristóbal Verapaz, / nace en la sierra un lucero, /que ilumina el mundo entero / con su caminar audaz. / Con la bandera azul y blanco, / en el costado un morral / te ibas abriendo camino / para cambiar el destino, / de nuestra tierra del quetzal. / Erick Barrondo García / caminante de las Verapaces, / medallista mundial. / Le das a tu Patria / la preciada medalla olímpica / y tu nombre es inmortal. / Con tu heroico caminar triunfal / a más de catorce millones nos has hecho felices, / borrado sinsabores y cicatrices / que nos han agobiado en lo terrenal. / Eres hombre de maíz, / con nervios de acero / que retorna de gloria iluminado/ a tu patria, / que con aplauso sincero / orgullosa se siente por ti”.
Les juro apreciados lectores, jamás había visto en un Congreso de Medicina intervenciones de esta naturaleza. Los médicos cobaneros nos sentimos henchidos de gozo y por qué no decirlo, orgullosos hasta la coronilla.
Dicho sea, el Dr. Luis Felipe Asteguieta Arana, uno de los mejores gastroenterólogos de América, le hará llegar a Erick el ofrecimiento de atenderlo en su especialidad cuando lo necesite, sin costo alguno y mientras el doctor Asteguieta viva.
Lejos está quedando de Erick, por su humildad y sabiduría, el sic transit gloria mundi que presagia lo efímero de los triunfos.
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