Tanto así que Fernando Merino, autor de textos cristianos, escribió: «Estoy segurísimo de que, si Joaquín hubiese nacido hace 2,000 años, hubiese estado muy inquieto por los actos y palabras de Jesús, pues mucho de lo que comparte en su discurso está relacionado con valores del Reino del Amor que Jesús vino a proponernos y a construir con nosotros».
Tres son los escenarios sobre los cuales pivoteó el discurso de Phoenix, y vale la pena hacer el análisis de su contenido y el cotejo con los documentos referidos de dicha doctrina y otros similares.
El primero es atinente a las injusticias. La película entera es una denuncia en contra de las iniquidades que se cometen en contra de las personas menos favorecidas social y económicamente. Fue en este tablado donde el actor se destacó como «la voz de los sin voz», una adjetivación muy utilizada en la vertiente profética de la doctrina social de la Iglesia. No pocos pastores (muchos de ellos mártires) de la estatura de Arnulfo Romero —hoy san Romero de América—, Juan Gerardi Conedera, Hélder Cámara, Samuel Ruiz y otros como Gerardo Humberto Flores Reyes han sido llamados así. A manera de ejemplo, cito un párrafo del artículo Gerardo Flores: la voz de los sin voz, publicado en este medio el 8 de octubre de 2016: «Desde la vertiente profética se constituyó don Gerardo Humberto Flores Reyes en la voz de los sin voz. Y así salvó muchísimas vidas a costa del riesgo de la propia. Me refiero a su humana labor en la vorágine de ese experimento bélico que sufrimos los guatemaltecos durante el cual las superpotencias pusieron el dinero y las máquinas de hacer muerte, diseñaron estrategias de insurgencia y contrainsurgencia (para que nos sonáramos el moco, dijo un patojo). Y nosotros, el pueblo, pusimos el terreno para los pugilatos, los combatientes de uno y otro lado, los heridos, los muertos, las viudas y los huérfanos». Y con su discurso Joaquín Phoenix se ha sumado a ellos, a quienes son la voz de los sin voz.
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El segundo corresponde al reencuentro con el mundo, con la naturaleza y con el hecho de creernos amos de nuestra casa común. Dicho sea, este reencuentro con la naturaleza y con el mundo es uno de los constantes llamados del papa Francisco en muchas de sus disertaciones, encíclicas y exhortaciones apostólicas. La última es la exhortación apostólica postsinodal Querida Amazonia, donde un fragmento del numeral 20 dice: «La lucha social implica una capacidad de fraternidad, un espíritu de comunión humana. Entonces, sin disminuir la importancia de la libertad personal, se evidencia que los pueblos originarios de la Amazonia tienen un fuerte sentido comunitario. Ellos viven de ese modo “el trabajo, el descanso, las relaciones humanas, los ritos y las celebraciones. Todo se comparte; los espacios privados —típicos de la modernidad— son mínimos. La vida es un camino comunitario donde las tareas y las responsabilidades se dividen y se comparten en función del bien común. No hay lugar para la idea de individuo desligado de la comunidad o de su territorio”. Esas relaciones humanas están impregnadas por la naturaleza circundante, porque ellos la sienten y perciben como una realidad que integra su sociedad y su cultura, como una prolongación de su cuerpo personal, familiar y grupal». Y es justamente la descomposición de esas relaciones en el mundo de Gotham City una de las causas que llevan a Arthur Fleck/Joker/Guasón al derrumbe de su personalidad (con las terribles consecuencias descritas en el filme). En Gotham City, la fraternidad, la comunión humana y la capacidad de una sana lucha social están totalmente abolidas.
Y el tercer tablado del discurso corresponde a la capacidad del ser humano de reconciliación. Phoenix habla de segundas oportunidades. Ese enfoque va en la misma vía que la propuesta en el documento La doctrina social de la Iglesia en diálogo con Ciencias para el Mundo Contemporáneo, que preconiza puntos de encuentro para un asertivo diálogo que nos pueda llevar a la reconciliación en el mundo trastocado que vivimos y que, dicho sea, es muy similar al denunciado en la película Joker.
Cierro este artículo con el agradecimiento que Fernando Merino le expresa a Phoenix: «Gracias, Joaquín Phoenix, porque nos recordaste a los más de 30 millones que te veíamos que la justicia, la comunión y la compasión de las que tanto nos habló Jesús son grandes caminos para el mundo que tantos soñamos. ¡Felicidades por el Óscar, mi hermano!».
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