En la memoria de generaciones anteriores aún resuena el fraude cometido en 1974, que derivó en la instalación de Kjell Eugenio Laugerud. Luego, durante el gobierno de Lucas García ocurrió la acción fraudulenta para imponer a Ángel Aníbal Guevara, quien no asumió debido al golpe de Estado de 1982. Esos eran los tiempos del TSE al servicio del proyecto militar.
El advenimiento de la democracia tutelada a partir de 1985 representó la integración de un TSE con profesionales de reconocida trayectoria, quienes le dieron vida a una instancia con profunda credibilidad, la cual se acrecentó cuando el golpista Jorge Serrano Elías la puso a prueba en 1993.
Lamentablemente, la institucionalidad llegó a su fin con la designación de magistrados a partir de que el Partido Patriota (PP) se hizo con el control del Congreso. Entonces, en preparación de su ambiciosa escalada al poder, el PP se aseguró de colocar a la cabeza del TSE a una incondicional, María Eugenia Villagrán, quien mantuvo el tribunal al servicio del actual partido de gobierno.
El cambio de autoridades no le resultó tan favorable al PP, y algunas decisiones del actual TSE muestran visos de alguna independencia, la cual se pondrá a prueba con el proceso por venir, más aún cuando tiene a grandes ligas de la trampa que enfrentar.
En principio, entidades como el Partido Liberal Progresista (PLP), que de momento podría estar en el pelotón de los rezagados, ya muestran las primeras uñas con mugre. Al parecer, con tal de impedir la cancelación por no alcanzar el número de afiliados requeridos, el partido que intenta encaramar en la presidencia a Zury Ríos Sosa hizo ejercicio de caligrafía con doce mil firmas que ningún ciudadano le otorgó. Probablemente no sea el único, por cuanto ya se han reportado casos en los cuales las personas aparecen afiliadas sin haber realizado dicho trámite con partido alguno.
Como antecedentes de las calidades éticas de quienes se dicen líderes políticos están las acciones de maña legal que individuos como Manuel Baldizón utilizan para hacer campaña encubierta. Recuérdese que renunció al partido de su propiedad, Libertad Democrática Renovada (Líder), para hacer proselitismo como ciudadano en aras de burlar la norma que se lo prohíbe. Ya antes se había hecho público su método fraudulento para escribir libros o elaborar su tesis de doctorado mediante vulgar plagio.
El PP no se queda atrás luego de que, durante tres años, su secretaria general ocupara también la vicepresidencia de la República y ejerciera ambas funciones sin miramientos. Fue hasta que el actual TSE le puso coto, pues el anterior le había permitido la marrullería, cuando el partido en el Gobierno debió dar pasos para modificar ese esquema abusivo.
Mediante sus lazos y su tráfico de influencias, varios diputados del partido de gobierno han evitado los antejuicios a pesar de la evidencia contundente en su contra. No importa cuán grande sea la falta. Ser del PP los transforma en Eliot Ness porque se vuelven intocables.
Más que clase, es la calaña política que anida en el Congreso y tiene el poder de legislar y designar autoridades fundamentales para la democracia. Y a esos carteles políticos es a los que el TSE habrá de supervisar y regular en el proceso electoral que se avecina, lo cual incluye analizar el origen de sus finanzas y la bolsa de la cual salen los billetes que promueven las candidaturas. Por lo tanto, al TSE le toca la nada fácil tarea de transformar para bien un proceso viciado o mantener la opacidad que representa el trámite de gastar millones para que todo siga igual.
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