Varían desde los que tienen una tradición de acoger refugiados, hasta las posiciones más xenófobas en estados fronterizos.
¿Puede y debe Estados Unidos absorber a todos los niños otorgándoles estatus de refugiados?
En esta crisis, vuelven a manifestarse la tensión y falta de sinergias que a menudo existen en el tema migratorio a nivel estatal, federal e internacional: el tratamiento político del tema de cara a las elecciones, postergando o paralizando decisiones cruciales en Washington; el posicionamiento local en los estados que buscan cerrar la brecha ante la inacción de los congresistas en este tema; y los intereses estratégicos de la región de origen, cuya agenda en esta coyuntura ha sido enmarcada como de responsabilidad compartida.
Del lado guatemalteco, da la impresión que el gobierno no está abogando activamente por el estatus de asilo, plegándose al formato estadounidense de disuadir la emigración. El presidente Otto Pérez, luego de entrevistarse con su homologo estadounidense junto a los otros presidentes del área, manifestó a BBC Mundo que tres eran las causas del éxodo de los niños guatemaltecos: “Nosotros tenemos los datos muy claros. Los jóvenes que vienen aquí están migrando primero, por buscar una mejor situación económica; segundo, por buscar un mejor empleo o un empleo; tercero, por reunificación familiar.” Incluso ofrece no usar los impuestos de los ciudadanos estadounidenses y en su lugar, atacar las causas estructurales del problema, mejorar la recaudación fiscal y fortalecer la transparencia. Dado el fracaso de la reforma fiscal y los magros resultados en la gestión financiera hasta el momento, estas promesas tenderán a caer en costal sin fondo, haciendo cualquier intento de “co-responsabilidad” con las elites económicas, una quimera.
En Washington, ante la propuesta del presidente Obama al Congreso de autorizar casi 4 billones de dólares para hacer frente a la crisis (una buena parte para agilizar los procesos de deportación o de asilo si el caso lo amerita y mejorar los albergues juveniles), la oposición del partido republicano se endurece conforme se acercan las elecciones de medio periodo de noviembre. Merodea el efecto “Eric Cantor”, el ungido del partido que acaba de perder las elecciones primarias para reelegirse en el Congreso contra un total desconocido, dado su tono “moderado” frente al tema migratorio.
Así, figuras prominentes en el partido como el senador Marco Rubio, fuerte aspirante a la Casa Blanca en 2016 y quien hasta hace sólo un año apoyaba el proyecto de reforma integral, expresaba en la radio pública que a diferencia del asilo político de los cubanos, huir de la violencia criminal es un fenómeno existente en muchas partes del mundo y que el país no puede absorber a tanto niño. Básicamente, descalificaba el crimen organizado y sus secuelas, sentenciando que no se puede admitir a todos los niños que buscan asilo. La demócrata Hillary Clinton, tampoco se ha quedado inmune a la crítica después de reaccionar a favor de la deportación expedita de los niños.
¿Quiénes son más anuentes a solventar la crisis? Organizaciones de la sociedad civil, activistas de derechos humanos y algunos políticos en distritos donde los casos de integración y reunificación familiar son exitosos, como el caso de Minnesota. Sí se puede, dicen por aquí. Sin ser un estado fronterizo pero dada la infraestructura existente con refugiados de éste y otros continentes, líderes sociales han expresado su interés en seguir cooperando en casos de reunificación familiar. Los abogados no prometen una solución rápida y positiva para cada caso de representación legal pero estiman que 63% de los niños en detención podrían calificar para algún tipo de protección. Al igual, otros expertos indican que el porcentaje de éxito de reunificación de familias en los estados del Norte es aproximadamente de 85%.
Sin embargo, las realidades políticas se anteponen a la causa humanitaria. Mientras el Congreso se prepara para el receso de agosto y siguen tomando relevancia los asuntos en el Medio Oriente y Ucrania, la noticia cantada sobre la tragedia de miles de niños y niñas se diluye con la misma rapidez con la que llegó.
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