En qué contexto, cómo y durante cuánto tiempo funcionen esos chorritos, es una cuestión que no les importa. En su delicada misión de proveer servicios seguros, oportunos, suficientes, permanente y eficientemente; estos señores navegan en la obscuridad. En la región metropolitana llueve al menos el 10% del total nacional, pero el territorio está tan mermado en sus capacidades de regulación e infiltración hídrica, que la mayoría de la lluvia que precipita fluye superficialmente hacia los cauces naturales de los ríos temporales o permanentes, de aguas fétidas. Perforar pozos aquí y allá para atender demandas múltiples es la solución a la que recurren autoridades, condominios, empresarios, prácticamente todos, sin control alguno.
Este esquema de gestión es una mancha más al tigre de la mediocridad e irresponsabilidad de quienes conducen la política pública municipal –y nacional− y por supuesto también es una muestra más de irrespeto a las personas a quienes deben servir eficientemente cuando se trata de asuntos tan estratégicos como éste. Al menos 2 millones de habitantes se concentran en la denominada región metropolitana, solamente el 30% del territorio de esta región aun tiene usos naturales, de modo que casi el 75% del mismo territorio tiene una capacidad de infiltración de media a baja. Así, de la totalidad de lluvia que precipita solamente un 15% alimenta los acuíferos subterráneos y el resto fluye por la superficie impermeable hacia los cauces de los ríos donde se contamina, ya que éstos son el vertedero de todo tipo de desechos industriales, agrícolas, de servicios públicos y privados y de los hogares. Así las cosas, la disponibilidad real de agua es limitada.
Frente a esta realidad, todo mundo ingresa su pajilla al vaso de los acuíferos subterráneos donde este vital líquido es cada vez más escaso y lejano en las entrañas de la Tierra. Así, se estima que la relación entre extracción e infiltración de agua es de 5:1. La demanda, por su lado, no sólo es insatisfecha sino creciente. Y para agregar un ingrediente más a la ya precaria situación actual, los escenarios de cambio climático plantean un reducción de la disponibilidad de agua en un 20% al año 2020.
Por su lado, la ciudadanía, consecuente con el carácter vital de este líquido, está dispuesta a pagar, al menos, 56 quetzales mensuales por hogar para asegurarse el servicio. Con este panorama es pertinente preguntar: ¿Que harán nuestras esmeradas autoridades para seguir mejorando su loable labor y atender seriamente las necesidades vitales de nuestra población? Son 12 municipios asentados en 16 micro-cuencas, los que deben coordinarse y administrarse de manera integral y como “unidad funcional”, para asegurar el propósito de proveer agua en las cantidades y calidades requeridas por los diferentes tipos de demanda metropolitana. ¿Serán capaces estos funcionarios de abandonar sus posiciones partidarias y unirse en función de intereses colectivos y territoriales? Hasta ahora la evidencia muestra que no han sido capaces de tal cosa. Quizá aún tengan tiempo de demostrar lo contrario.
Si desea profundizar en estos aspectos, revise la reciente publicación del IARNA-URL: Bases técnicas para la gestión del agua con visión de largo plazo en la zona metropolitana de Guatemala. Visite el sitio www.infoiarna.org.gt.
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