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EE.UU. le pidió al ejército que no torturara a narcos

A los detenidos se les propinaron golpes con las culatas de las armas que portaban y se les aplicó descargas eléctricas en distintas partes de sus cuerpos, como método para obtener información.
"La práctica de la tortura no puede ni debe ampararse en la necesidad de contar con información, ni justificarse en la falta de conocimientos en métodos de investigación por parte de los agentes del Estado", concluyó la Minugua.
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EE.UU. le pidió al ejército que no torturara a narcos

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El performance militar en la lucha contra el narcotráfico en 2003 para lograr la recertificación de EE.UU. no pintaba bien. El exembajador John Hamilton le pidió al entonces ministro Robin Morán que dejaran "las detenciones ilegales y torturas en la lucha antidrogas, como ocurrió en la incautación de droga en Zacapa el 6 de marzo de 2003”, según un cable diplomático filtrado por WikiLeaks.

El caso había sido denunciado por la Misión de Verificación de las Naciones Unidas (Minugua) en su informe final de 2004.

“Después de haber llamado al presidente Portillo y al ministro de Gobernación (Calderón), el embajador dejó claro al ministro Morán que el intento de combatir las drogas de esta manera no sólo es contraproducente, sino está mal de cualquier manera. Estos métodos son innecesarios y tremendamente perjudiciales para el Gobierno de Guatemala”, escribió el mismo Hamilton en el cable 03GUATEMALA927 del 7 de abril de 2003.

El diplomático hace referencia a las torturas que el ejército cometió durante la operación que terminó con el decomiso de cocaína el 6 de marzo de 2003 en Río Hondo, Zacapa. Estas fueron denunciadas públicamente por Minugua. 

“La Minugua comprobó las torturas infligidas a cuatro personas que fueron detenidas en un operativo antinarcóticos desplegado por la SAIA en el municipio de Río Hondo, Zacapa, el 6 de marzo de 2003. La verificación reveló que a los detenidos se les propinaron golpes con las culatas de las armas que portaban y se les aplicó descargas eléctricas en distintas partes de sus cuerpos, como método para obtener información. También se comprobó el traslado de los detenidos hasta el interior de la Zona Militar 705 de Zacapa, entre muchas otras infracciones de las garantías que asisten a los detenidos”, reza el punto 28 del último informe de la Misión, entregado en noviembre de 2004.

Sobre su visita a Morán, Hamilton escribió que el Ministro había dado órdenes estrictas a los militares limitando el rol del ejército en los esfuerzos antinarcóticos a transportar a la Policía Nacional Civil y a proveer seguridad perimetral en las operaciones. Hamilton se mostró confiado en el ejército haría una investigación profunda sobre el tema, cuestión que no ocurrió.

El gobierno estadounidense, no obstante, no parece predicar con el ejemplo. Mientras reclamaba a sus aliados evitar la tortura para obtener información, llevaba a cabo prácticas poco amigables a los detenidos de la “guerra contra el terrorismo” en la base naval de Guantánamo y en otras cárceles en Irak y Afganistán.

Minugua, con más calidades morales, cerró el informe sobre el caso así: “La tortura constituye un ultraje a la dignidad humana. La comprobación de tan solo uno de estos casos es motivo de un enérgico rechazo y denuncia, también lo es la circunstancia que las instituciones encargadas de investigar estos hechos y sancionarlos no cumplan con su cometido. La práctica de la tortura no puede ni debe ampararse en la necesidad de contar con información, ni justificarse en la falta de conocimientos en métodos de investigación por parte de los agentes del Estado”.

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