Don Carnal y doña Cuaresma

Tenemos la tendencia a llevar nuestra intimidad bajo la sombra mojigata de doña Cuaresma, y pocas veces nos entregamos al desenfreno del apasionado de don Carnal.

Sin razón alguna, dejamos de lado aquella fogosidad que nos animó cuando éramos novios o estábamos recién arrejuntados. Poco a poco, dejamos que se vaya apagando la llama de la pasión, o más bien, la llama del erotismo.

Quisiera comenzar aclarando tres conceptos que a menudo confundimos: sexo, erotismo y amor. Siendo los tres, como dice Octavio Paz, “aspectos del mismo fenómeno, manifestaciones de lo que llamamos vida”.

El sexo es el más básico de los tres, evoca la reproducción, aunque el ser humano es casi el único del reino animal que se acopla también por placer. El erotismo, en cambio, es exclusivamente humano, dice Paz. Es “sexualidad socializada y transfigurada por la imaginación y la voluntad de los hombres”. El amor, en palabras de Paz, es una atracción hacia una persona única: a un cuerpo y a un alma.

El sexo tiene un principio y un fin. Algunos doctos dicen que son 16 las posiciones básicas del sexo. En cambio el erotismo, no conoce fin. Los juegos eróticos son innumerables, en tanto que cambian con la imaginación. Cambian con los climas, las geografías, las sociedades, la historia, los individuos, los temperamentos, las edades, el género y la cultura.

Las mujeres, por ejemplo, cuando tenemos relaciones sexuales, necesitamos de la imaginación, más que el varón. Por eso, muchas veces se dice que el órgano más erótico de la mujer es su cerebro. Somos más eróticas que los hombres, porque jugamos más con la imaginación. Hacemos poesía corporal, tanto como la poesía hace erotismo verbal, diría el maestro Paz.

Cuando una pareja pierde el deseo sexual, en realidad, lo que sucede es que se apaga la llama del erotismo. La cura por tanto, no está en el sexo, así como tampoco está en el amor. Aunque a veces se puede estar perdiendo el amor también. Pero si ese no es el caso, busque en el erotismo. Esa llama que enciende al sexo y que mantiene vivo el amor. Haga que su pareja se vuelva a sumergir en esa sensación casi enfermiza de deseo y placer.

Ustedes varones, hagan que su pareja se sienta la persona más deseada del mundo. Dígale que es hermosa, inteligente, graciosa. Recuérdele esas virtudes que solo ella tiene y que hicieron que usted se enamorara.

Nosotras, también tenemos que estar dispuestas a bailar esa danza. No tenemos por qué esperar a que él tome siempre la iniciativa. Propongámonos ser más activas, más sexuales, más provocadoras. Al fin de cuentas, se trata del hombre que amamos. Y nosotras sabemos perfectamente cómo tenemos que seducirlo. No tiene que ver con nuestro físico, sino con nuestra actitud.

La próxima semana comienza la semana de carnaval. Ese tiempo para dejarse llevar. No lo tome como obligación, pero podríamos salir a divertirnos con don Carnal.