Y como quien no quiere la cosa, en medio de estos elementos, algunos vivos en el Congreso quieren hacer la de «a río revuelto, ganancia de pescadores». La diputada distrital por Jutiapa, Patricia Sandoval, postulada por el partido Todos y ahora con la camiseta del oficialista Frente de Convergencia Nacional (FCN-Nación), intenta modificar el decreto 22-2008, Ley contra el Femicidio y Otras Formas de Violencia contra la Mujer.
La legisladora pretende introducir cambios a una norma que tiene como objetivo reducir y prevenir los diversos mecanismos de violencia contra las mujeres. La vigencia de la ley ha representado un trabajo de más de dos décadas de organizaciones de defensa de derechos de las mujeres. No solo en lo relativo a la discusión de la ley y a su aprobación, sino, sobre todo, a la construcción del andamiaje institucional para ponerla en marcha. No ha llegado a su madurez en materia de instrumentación y ya surge, lamentablemente desde la iniciativa de una mujer congresista, la perversa intención de modificarla para reducir su alcance.
Alega la representante del partido en el Gobierno que la ordenanza en vigor «divide a los hogares». Es decir, a ella no le importa que el índice de mujeres asesinadas por su condición de tales sea en Guatemala uno de los más altos. Tampoco le importan las otras formas de violencia como la psicológica, la económica y la física en materia de golpes y agresiones. Le importa, según indicó, evitar «falsas denuncias», circunstancia que ya está normada en el Código Penal y que representa menos del 5 % del total de quejas con base en la ley.
Al igual que Sandoval, un fantasma del Legislativo consiguió colar en la orden del día, para el 1 de junio, la inclusión de la iniciativa 4976, que pretende obligar a la lectura e instrucción bíblica a todo el sistema educativo nacional. La idea nació en la cabeza del exdiputado Marvin Osorio, elegido en la anterior legislatura, postulado por el exoficialista Partido Patriota (PP). Osorio, al igual que Sandoval ahora, renunció al partido postulante y se cambió a Libertad Democrática Renovada (Líder). Desde esa posición presentó, en julio del 2015, la iniciativa que anunció en enero de ese año.
Curiosamente, en la cuarta reunión extraordinaria del Congreso, la iniciativa apareció incluida en el literal b del punto dos de la agenda. Es decir, continúa su trámite como quien no quiere la cosa, avanzando hacia la destrucción de la enseñanza laica y caminando en la vulneración de las libertades y garantías contenidas en la Carta Magna.
Ambos textos legislativos nacen de la mentalidad arcaica de congresistas llegados al Parlamento por medio del clientelismo político que caracteriza al sistema. Sus propuestas, descabelladas, encuentran cierto eco en algunos sectores que se adscriben al conservadurismo.
Por ende, no debemos verlos como simples distractores, sino como lo que en verdad representan: una seria amenaza a la vigencia plena de libertades y garantías en el caso de la educación y un retroceso gigante en la prevención de la violencia contra las mujeres. Más que dos inocentes globos legislativos, son puntas de lanza para la restauración conservadora.
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