Por más de una década estos dedicados jóvenes –y no tan jóvenes– han trabajado de cerca con la comunidad en varios temas importantes que impactan la vida de los inmigrantes a nivel local; en este caso, la obtención de un permiso de conducir para las personas indocumentadas en el estado de Minnesota.
Es increíble cómo un simple documento que muchos obtenemos mediante un simple trámite, puede afectar y cambiar la vida de tantas personas. Hablando con los participantes y los organizadores, uno comprueba de primera mano eso de que el sistema migratorio está realmente quebrado y que convendría a las autoridades entender que el acceso a este permiso puede resolver problemas administrativos y de seguridad vial, e incluso estimular la economía.
Por un lado, un permiso de conducir brinda seguridad para los conductores en general para evitar todo tipo de accidentes por desconocimiento del reglamento de tránsito de los conductores de facto, sobre todo en un sistema vial complicado con reglas y multas onerosas. En cuanto al estímulo de la economía, el que más personas accedan a una licencia agrega posibilidades de negocio para todos: desde las municipalidades que obtienen ingresos por el permiso, pasando por un individuo que puede conseguir un empleo mejor remunerado, hasta las agencias de autos y las aseguradoras de vehículos para acrecentar sus ganancias.
Durante la actividad, nos organizamos en grupos para hablar sobre cómo afecta a los inmigrantes no contar con tan valioso documento. Las historias de muchos de los participantes son conmovedoras. Escuché las palabras de muchas de ellas contando como sus cónyuges están en proceso de deportación por carecer de los mínimos documentos, o como algunas se han salvado porque los policías solo les pusieron una multa, y a otros como les impide obtener un mejor trabajo pues se requiere licencia para conducir. Otros contaron que lograron de alguna manera agenciarse de un permiso, pero al momento de renovarlo, tenían que comprobar el número de seguro social, el que obviamente no poseían y por lo cual no podían renovarlo. Uno de ellos decía que a falta de la licencia, “lo único que puedo hacer en estas circunstancias es rezar, encomendarme a Dios, él es mi copiloto”.
Muchos piensan que los inmigrantes indocumentados son invisibles, no son nadie y no son capaces de ser agentes de cambio. Nada más alejado de esta preconcepción. Cuando llegué, el salón estaba abarrotado con no menos de 250 personas: familias enteras, hombres, mujeres y niños sentados a lo largo y ancho del salón. No sólo hay interés porque afecta directamente sus vidas. Son conscientes que sin organización ni estrategia, y sin una ruta para presionar a los representantes en donde se toman las decisiones legislativas, el tema puede quedar relegado. Y por mucho que haya una reforma migratoria integral a nivel federal, este asunto a nivel local sigue teniendo preeminencia y van a aprender a usar el sistema para que éste también les favorezca.
Actualmente hay una propuesta de ley en la legislatura estatal que cuenta ya con el apoyo de al menos 25 legisladores. Se espera que la iniciativa pase a las comisiones respectivas antes del 15 de marzo y que la sancionen como ley antes de finalizar la sesión legislativa. Parece ser que existen buenas posibilidades de que efectivamente se convierta en ley. Pero lo más importante ha sido logrado: capacitar a futuros líderes comunitarios, utilizar la fuerza de los argumentos para hablar con representantes en la casa del pueblo, y probar que la unión hace la fuerza. Un ejercicio democrático desde las bases para cambiar positivamente el sistema. Gente ordinaria de coraje extraordinario.
Resulta irónico que mientras bullía el necesario, candente e inacabado debate sobre el tema de la libertad de expresión y la autoridad editorial de Plaza Pública en el seno de una institución jesuita, este otro acto político se llevaba a cabo en el salón de la iglesia católica del vecindario. Viendo la cosa, para mis adentros sólo me decía, de todo hay en la viña del Señor. Y sintiéndome inspirada hacia la acción por gente que sí tiene dificultades reales en la vida y busca soluciones más trascendentales que la cuadratura del círculo, me sigue dando ánimo y esperanza que este medio de comunicación saldrá fortalecido a futuro.
¡Feliz aniversario Plaza Pública! Desde mi banca laica virtual digo: presente.
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