Más allá de los datos y la descripción de la encuesta realizada, el documento presentado el 25 de julio por las autoridades de Gobierno no aporta mayor información sobre la metodología que respalda esta cifra. A continuación señalo al menos tres problemas con esta medición.
En primer lugar, hay que descontar de dicha cifra la tasa natural de reducción en la incidencia de la desnutrición crónica debido a condiciones externas. Para identificar con precisión esta cifra, es necesario hacer una evaluación de impacto que compare un grupo control con los 166 municipios priorizados por el Pacto Hambre 0. Esta comparación no existe.
Como segundo punto, al ser una encuesta, es necesario identificar el margen de error con el que cuenta la medición. De acuerdo al informe, este error es igual a 1.12 puntos porcentuales, lo cual nos haría pensar en una posible tasa de Desnutrición Crónica ubicada en el rango entre 60.04 y 56.36 (utilizando un Nivel de Confianza del 90%). El problema es que este rango se traslapa con el rango de confianza para el año anterior, lo que no da evidencia estadísticamente significativa sobre una reducción.
Por último, la tasa de reducción se da en el grupo de niños mayores a 2 años. Con una diferencia de un año en las mediciones, la reducción debiera evidenciarse en el grupo de niños menores de 1 año; sin embargo, de acuerdo al estudio, para este grupo la tasa de Desnutrición Crónica aumentó.
A este análisis debiera sumarse una evaluación de las acciones que fueron implementadas durante el período entre ambas encuestas, lo cual permitiría aseverar que la reducción en la tasa de desnutrición crónica es atribuible o no a los aportes del Pacto Hambre 0.
El éxito del PH0 descansa en la implementación efectiva, continua y oportuna de la Ventana de los 1,000 Días, la cual cubre la atención de la población a través de Puestos de Salud a cargo del MSPAS o de Centros de Convergencia a cargo del Programa de Extensión de Cobertura, el registro adecuado de la información de madres y niños, el dominio que tiene el personal de los temas sobre los que brinda consejería (e. g. lactancia materna, alimentación complementaria, higiene y lavado de manos, uso de suplementos alimenticios y vacunación, entre otros), las condiciones de la infraestructura y el equipo para la prestación del servicio, y el inventario de insumos para atender a dicha población.
La premisa es que una evaluación positiva de estas condiciones podría considerarse como una causa probable de la reducción en la incidencia de la Desnutrición Crónica. No obstante el Monitoreo sobre las Acciones de la Ventana de los 1,000 Días realizado por la Alianza por la Nutrición (disponible en www.mejoremosguate.org), presenta deficiencias en cada uno de estos aspectos.
Los puestos de salud y centros de convergencia evidenciaron en el último año poca continuidad en la prestación del servicio, no se lleva un control adecuado de la información de madres y niños (existen registros sin anotación o no existen registros), el personal desconoce la normas mínimas sobre las cuales debe dar consejería, no existen condiciones mínimas para atender a la población (falta de acceso a agua potable o ausencia de sanitarios), y la provisión de insumos, aunque existe de acuerdo a los estándares mínimos del MSPAS, no se da de forma continuada a las personas, lo cual genera problemas para realizar los controles (el estudio presentado por IFPRI muestra un aumento en la incidencia de anemia, lo cual es evidencia de la falta de provisión de hierro como una de las acciones clave de la Ventana de los 1,000 Días).
Esta serie de condiciones nos lleva a pensar que poco de lo que se afirma como logro puede ser atribuible al PH0, y aunque se confíe en la veracidad de la cifra presentada, muy probablemente se debió a condiciones externas propias de la dinámica social de la región.
* El autor es Master en Estudios Políticos de la Universidad Rey Juan Carlos en Madrid, España, Postgrado en Reforma del Estado de la Universidad Complutense de Madrid, España y Licenciatura en Economía por la Universidad Francisco Marroquín.
Conferencista y consultor de Banco Mundial, BID y USAID en temas de transparencia, capacidad institucional y desarrollo. Actualmente es profesor universitario e Investigador Asociado de FUNDESA en temas de Desarrollo Social.
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