La alianza, surgida en 1946, hacía público cuando su fundación su compromiso con “la libertad política y la democracia” insistiendo en que “ningún país es democrático si no para salvaguardar los derechos fundamentales de la persona humana”. Es decir, sentó sus bases en lo que se conoce como el liberalismo social. No se comprometían con reformas sociales profundas que tuvieran como centro a los trabajadores, como tampoco con doctrinas religiosas, es decir, surgían en contraposición a la internacional socialista y a la alianza social cristiana.
Sin embargo, estaban claros que “la libertad política no puede ser separada del bienestar y el progreso de la sociedad” y que al establecerse la democracia como sistema de gobierno, se proporcionara a los trabajadores los beneficios que les protegieran de la enfermedad y el desempleo.
El tiempo fue pasando y partidos de distintos matices y pelambres se fueron incorporando, haciéndoles perder presencia y empuje. Con el surgimiento de las doctrinas monetaristas y mercantilistas, puestas de moda en las décadas de los años ochenta y noventa del siglo pasado, varios partidos miembros de esa alianza se fueron convirtiendo de manera furibunda a los dogmas del liberalismo económico (el mercado como el sujeto principal y único de toda la libertad), renegando en muchos casos al liberalismo social (libertad de conciencia, de expresión y organización), incorporándose otros nuevos partidos que también hacen profesión de fe del dogma libertario.
El Partido Patriota, recién incorporado, ocupa el lugar que antes tenía el FRG, y sus aliados internacionales van desde el PANAL, micro partido creado por la lideresa del sindicato magisterial mexicano Elba E. Gordillo, actualmente encarcelada por corrupción, al partido Libertario de Costa Rica, una organización en decadencia y que cada día que pasa desmonta su verborreico pero poco objetivo liberalismo económico para tratar de sobrevivir. En esa alianza partidaria conviven partidos que en su inmensa mayoría son minúsculos y ya poco representativos en sus países, tal el caso del partido liberal alemán (FDP) que en las últimas elecciones no alcanzó el mínimo para estar en el Parlamento, con uno que otro que en los regímenes parlamentarios suman sus reducidas bancadas en gobiernos de centro derecha, tal el caso del VLD en Bélgica, Radikal en Dinamarca y los Popular Liberal y del Centro en Suecia. Analizando rápidamente su membresía, uno descubre que los micro partidos son en su mayoría defensores semi radicales del liberalismo económico (neoliberales) y los que luchan por sobrevivir en alianzas de centro derecha son los que aún defienden el liberalismo social o clásico.
Claro, existen los que olvidando los principios para hacer gobierno se alían con partidos xenófobos y casi fascistas, como es el caso del VVD holandés, y los que no le hacen el feo a los golpes de Estado como el Liberal hondureño, cuyo presidente continua siendo Roberto Micheletti, quien gobernó de facto recientemente en Honduras.
A pesar de que el evento era en Guatemala, o tal vez por ello, nada se dijo sobre corrupción, como tampoco sobre la desnutrición crónica de la niñez, tema que ahora es aflicción del gran capital chapín, aunque sí algo se habló sobre la legalización de las drogas. Tal vez por ello brillaron por su ausencia los diputados y líderes políticos del partido anfitrión y la Secretaria General y el Secretario General adjunto sólo expusieron y se marcharon.
Todo ello explica que el PP, luego de más de diez años de existir y aproximándose al ocaso ya anunciado por su Secretario General adjunto, uno aún no entiende de qué lado se ubican, pues si bien son clara y meridianamente de derecha, a veces resultan populistas con un clientelismo descarado, otras se parapetan en el tóxico discurso del liberalismo económico.
Es de esperar que al menos los funcionarios de la SCSP que asistieron a casi todo el evento, trasladen a su partido la síntesis de lo discutido y, para hacerlo sobrevivir, inviten a su dirigencia a ser un partido de derecha con agenda clara y, sobre todo, sincero y honesto en lo que se refiere a corrupción, clientelismo y claridad de metas.
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