América Latina tiene mayor tradición de mujeres jefas de Estado que sus vecinos del norte aunque crecen las expectativas en los Estados Unidos respecto a que la ex Secretaria de Estado y ex Senadora Hillary Clinton contemple nuevamente lanzarse como candidata presidencial en las elecciones de 2016. En otros ámbitos, figuras como las de la jueza Yassmin Barrios y la fiscal Claudia Paz y Paz apuntan a un tipo de liderazgo femenino persistente, tenaz y valiente que se necesita en un país con instituciones tan frágiles y cuestionadas como en Guatemala. Pese al rechazo de sus propios conciudadanos (salvo algunas excepciones), su reconocimiento internacional por fortalecer el sector justicia ofrece muestra de ello.
Sea como sea y pese a las innumerables conquistas de las mujeres en todos los sectores laborales, es un hecho que todavía están lejos de obtener paridad en el trabajo, si bien representan poco más de la mayoría de la población mundial. Ya sea que están sub-representadas en ciertos sectores o bien no son remuneradas igual que los hombres por el mismo tipo de trabajo.
¿En qué países del mundo las mujeres tienen mejores posibilidades de equidad en el trabajo? La revista The Economist preparó un índice para medir las barreras invisibles (o “glass-ceiling”) de la paridad, destacando los países en donde existen mejores condiciones de trabajo para las mujeres. No sorprenda a ninguno que es en los países nórdicos, especialmente Noruega, Suecia y Finlandia (esos países que en Guatemala han sido tildados de terroristas) donde tienen mayor acceso a la educación universitaria, mayor participación laboral y están relativamente bien representadas en sus parlamentos. El artículo cita el caso de Noruega que introdujo un sistema mandatorio de cuotas para que más mujeres formen parte de las juntas directivas de las empresas, con lo que la Unión Europea se inclinaría por replicar el modelo si fallase el voluntarismo o si no alcanzara con la voluntad, parafraseando al columnista Félix Alvarado.
En relación a la brecha salarial, algunos países escandinavos se encuentran por debajo del porcentaje promedio de los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos -OCDE- que es del 15%. Mientras que en Noruega representa 8%, en Estados Unidos, la brecha se sitúa por encima del promedio, en 17.8%. En Chile, Brasil, México y Perú, los hombres ganan 25% más que las mujeres. En Guatemala, las diferencias son casi abismales, incluso entre distintos grupos étnicos. Datos de la ENEI 2012[1] muestran que las mujeres indígenas ganan un promedio de 54.5% con relación a la paga de los hombres indígenas, mientras que las mujeres no indígenas, 62.9% comparado con el salario de los hombres. Sin embargo, la disparidad según rama de actividad es todavía más profunda para las mujeres indígenas: 32% en la industria y 45% en el comercio.
Llama la atención que en una instancia clave como el Consejo Económico y Social, de sus 24 consejeros, solo haya una mujer. Si es allí donde se discuten y aconseja al mandatario sobre temas laborales, sociales y económicos, se justifica el clamor legítimo de un sistema correctivo de cuotas que permita abrir más espacios de participación femenina, de manera que puedan trasladar sus intereses estratégicos y se conviertan en políticas que le beneficien. Un estudio del Banco Mundial recomienda al menos doce políticas que pueden afectar positivamente a las mujeres trabajadoras: diez promueven el empleo, incluyendo beneficios y cuotas; y dos la equidad en la remuneración salarial y prácticas anti-discriminatorias en los contratos.
Aunque se tenga que repetir hasta la saciedad, promover la equidad en las políticas públicas y analizarlas desde una perspectiva de género y pertinencia cultural es no sólo una cuestión de justicia sino también de beneficio general: cuando las mujeres se superan económicamente, sin sesgos tradicionales desfasados, las familias, sus comunidades y el país entero se benefician.
[1] INE y SEPREM. (2013). Guatemala: indicadores de género 2013. Guatemala: Serviprensa S.A.
Más de este autor