Derecho a la cursilería

Pero al hablar de matrimonio y familia, eliminando los incentivos económicos, el sacrificio o la subordinación que tenían antes, pues no queda de otra que admitir que uno se casa y forma una familia por cursi o romántico.

Todos tenemos derecho de ser cursis y considerar que el matrimonio es algo necesario para ser felices. El intercambio de votos públicamente, el comprometernos frente a la sociedad, y que nuestra familia y amigos compartan esta felicidad, no tendría por qué negársele a nadie.

Al igual que todos los niños tienen derecho de imaginarse que son una familia. Nadie tiene derecho de pintarles una realidad diferente y excluirlos o privarles de derechos solo porque no pertenecen a un núcleo familiar tradicional.  Ellos y sus padres también tienen el cursi derecho de sentirse en una familia y sentir el calor y la estabilidad de un hogar.

Sin embargo, nuestra sociedad le niega ese derecho a muchas personas, imponiendo un deber ser que está lejos de la realidad y del futuro. Y que además no está respaldado de ningún estudio, que no haya sido refutado por otros.

La discusión del matrimonio homosexual no radica en decidir si dos personas del mismo sexo pueden acceder a una institución jurídica que ordena a la sociedad. Si fuera así, la respuesta sería un sí o un no. En el caso del no, probablemente se buscaría una forma alterna de proveerle a estas parejas de un instrumento legal que otorgue beneficios similares o idénticos a los del matrimonio.  Si ése fuera el caso, nadie se encendería tanto con el tema.

Sin embargo, esta discusión invita a reflexionar sobre las representaciones que tenemos de familia y matrimonio. El diálogo es mucho más profundo porque implica revisar estas imágenes que culturalmente nos han enseñado a respetar sin cuestionar. Es por eso que a todos como sociedad nos debería de interesar el tema.

*  http://www.plazapublica.com.gt/content/en-busqueda-de-la-felicidad