De tal palo, tal astilla…

Casi a los dos minutos, el hijo de esta persona hizo similar acto. Estaban a la vista de cualquier persona y aun así no le importó al hombre llevar a cabo tan deplorable acción y peor aun darle el ejemplo a su hijo de que tal acción no es censurable y se puede llevar a cabo una vez se tenga la necesidad. Pensé en ese momento en la gran responsabilidad que tenemos los adultos (y no digamos los padres de familia aunque yo no sea papá aún) con las nuevas generaciones sobre el ejemplo que damos de lo que es o no correcto. Lo que se mama en casa es lo que los niños adjudican como correcto y lo hacen su modus operandi.

Recientemente en Egipto hubo una tragedia en un estadio de futbol donde murieron 74 personas en una trifulca o batalla campal. En una sociedad tan violenta, tan extremista, tan llena de diferencias ideológicas, políticas y religiosas era cuestión de tiempo que esa bomba explotara. Ahora bien, me pregunto: ¿tienen la culpa esas personas causantes de tal tragedia? Mi respuesta es Sí y No. Sí, porque a cierta edad uno sabe la diferencia entre el bien y el mal; y No, porque no sabemos lo que desde pequeños esa gente fue sujeta. Ejemplos de los padres, un bombardeo de publicidad y otros factores pueden hacer que un niño se desvíe fácilmente de lo que los estándares consideran un modo de vivir normal.

Nuestra sociedad no está lejos de la realidad de otros países extremos. Vivimos en una sociedad violenta, porque seguramente en los hogares no hay tolerancia, no hay paciencia. Vivimos en una sociedad poco segura porque seguramente en los hogares no se enseña el respeto al derecho ajeno ni el respeto hacia uno mismo. Vivimos en una sociedad poco demandante porque seguramente en los hogares nos conformamos con lo que hay y no buscamos más, nos acomodamos a lo que venga.

Hoy tenemos una gran responsabilidad, no solo con nosotros mismos sino con las futuras generaciones. Está en cada quien el aportar lo mejor para que la sociedad sea mejor. Si no doy el primer paso no lo hay y seguramente los demás no permitirán que des ese primer paso. Somos una sociedad de cangrejos en canasto destapado donde no salimos del canasto y no permitimos que los demás lo hagan. Dejemos de ser cangrejos y empecemos en el hogar a cambiar, en el trabajo ayudando y enseñando todo lo que nuestra experiencia vale, porque solo así dejaremos un legado en esta vida.

Vivir es haber dejado un legado en el paso por esta vida tan corta que Dios nos dio.