El Dr. King fue un líder muy importante durante el llamado Apartheid gringo. Los afroamericanos fueron víctimas de discriminación y segregación no solo de facto sino también en la ley. En los años veinte del siglo pasado eran prohibidos los matrimonios interraciales, el sistema educativo estaba divido, todo el sistema estaba concebido para mantener a los afroamericanos alejados del poder y de las oportunidades.
Hace pocos días murió en Guatemala (probablemente asesinado) un líder indígena, Juan De León Tuyuc Velázquez, hermano de la ex diputada y también activista, Rosalina Tuyuc. Curiosamente, he encontrado más notas respecto a esta noticia en periódicos extranjeros que en los nacionales. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos ya hizo una declaración en la cual establece que Guatemala tiene la obligación de investigar el hecho y establecer los motivos y los culpables del mismo.
King decía que no apoyaba a ningún partido en particular y Tuyuc era líder el Ejército Guerrillero de los Pobres (durante el conflicto armado interno), es evidente que ambos eran de países, entornos políticos y tiempos distintos. Sin embargo, ambos parecen haber dedicado su vida a la lucha en contra del racismo y la discriminación.
Ayer, se publicaron en distintos medios estadounidenses varias columnas y reportes. Una que me llamó mucho la atención explicaba la importancia de la participación de William Moore McCulloch en la redacción y cabildeo de la Ley de Derechos Civiles de 1964. McCulloch era el típico republicano. Él estaba a favor del uso de armas, las prácticas religiosas en escuelas públicas, conservador, etc. McCulloch era parte de un distrito con menos del 3% de población afroamericana y no tenía ningún incentivo político para defender la controversial Ley de Derechos Civiles. Pero lo hizo y fue un actor clave, porque logró el apoyo del Partido Republicano y venció el filibusterismo de los demócratas del sur quienes tenían paralizado el Congreso. La historia de la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos no fue únicamente de afroamericanos, fue un momento histórico en el que fuerzas supuestamente ajenas encontraron un punto en común.
En Guatemala, deberíamos tener historias parecidas. Anécdotas como la anterior, nos permiten ver más allá de las fronteras ideológicas. Nos enseñan que podemos trabajar en coaliciones. Para trabajar en una agenda país no tenemos que estar de acuerdo en cada uno de los puntos del otro. Pero sí tenemos que comprender que cuando hay situaciones infrahumanas es necesario cambiar el rumbo.
La violación sistemática de los derechos humanos es campo fértil para las guerras. Eso se ha demostrado, en la Primera y Segunda Guerra Mundial, Ruanda, Irak y Guatemala. No dejemos que nos vuelva a pasar. La violencia, la pobreza, la corrupción y el débil sistema judicial en Guatemala nos afectan a todos. La arrogancia de la izquierda y de los conservadores en Guatemala nos hace más daño del que creemos.
Espero que la muerte del señor Tuyuc se resuelva pronto, y que este suceso no quede engavetado como el de tantos en nuestro país.
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