El tema en efecto debe abordarse con cuidado.
La ´pederastia´ en el mundo griego podría entenderse como una institución perfectamente legitimada. Recordemos el mito griego de Ganímedes con Zeus. El poderoso Dios del trueno seduce al joven troyano, lo conduce hacia el Olimpo en calidad de amante y servidor; vale la pena referir también al caso de Aquiles en su relación con Patroclo, siendo concretamente Aquiles el ἐραστής, sin olvidarnos que este término tiene la connotación de ´amante´. El complejísimo mundo griego comprendía algo fundamental con respecto a la paiderastia al contemplarla como una forma de ritual de paso que permitía que el joven muchacho lograse distinguir entre el ´vil amor´ y una relación de amor más estable que además introduce a niveles de conciencia superior. La relación entre el erastes y el erosmenos (una relación desigual por cierto) no es otra cosa sino, necesariamente, un proceso formador de futuros ciudadanos. Tres propósitos lograba cumplir esta dinámica en el antiguo mundo griego: 1) aprendizaje de la filosofía, 2) iniciación a la virilidad y 3) la integración en la vida pública.
De regreso en Roma, particularmente en la vida sexual del tardo Imperio, se había dejado desde hace mucho tiempo atrás el uso de la paiderastia como proceso formador de virtudes cívicas pero no así, la posibilidad de amor entre personas del mismo sexo aunque, habrá una limitación conceptual en la relación ´homosexual´ entre los hombres, siendo ésta evitar la sodomización.[1] Sodomizar al ciudadano, resultaría entonces la muy puntual razón por la cual entre los romanos del estamento alto Imperial era tan dominante la llamada de atención ´moral´ (pero no legal) hacia el ´gusto por los muchachos´. Quizá una de las citas más interesantes de esta cuestión aparece en el discurso filibustero del optimate joven Catón, quien para atacar a Gayo de la tribu Julia le achacará el ´gusto por los muchachitos de buenas familias´.
Pero de regreso a la cuestión de la estética erótica en el texto de referencia central en esta línea de artículos (Kyle Harper , De la Vergüenza al Pecado), Haper tiene una enorme habilidad para hacernos recordar que si bien las posiciones estoicas sugerían a las parejas de amantes apagar las velas al momento de copular, lo cierto es que el acto sexual se llevaba normalmente a cabo con las velas encendidas en las lámparas de terra—cota la cuales contabas con perforaciones que emulaban diferentes posiciones sexuales. Como lo dice el mismo Harper en el capítulo I: ´Romans not only had sex with the lamps on —they had sex in the flickering light of lamps that had images of them having sex by lamplight on them! ´…
Ahora bien, hasta aquí de referir a la representación erótica.
La tensión que deseo referir con respecto al mundo primitivo cristiano en el tardo Imperio debe darse simplemente con respecto a la permanente utilización del concepto porneia en la mayoría de los escritos paulinos. Este término de origen griego hace referencia a una enorme cantidad de situaciones, a decir: inmoralidad sexual, lujuria, prostitución, vida disoluta…[2].
Pero son las citas encontradas en el libro de los Hechos, las que introducen la tensión conceptual entre el mundo ´cristiano´ (compuesto fundamentalmente por paganos convertidos) y el mundo romano. El cristiano de origen pagano debía, para empezar, obligarse a ciertas actuaciones de carácter mínimo por razón de su nueva condición de bautizado, entre las cuales destacan la prohibición de comer sangre, comida dedicada a los ídolos y retirar la obligatoriedad de la circuncisión. Pero estas cuestiones no están dirigidas puntualmente al problema de la porneia.
Pero esto no era todo en realidad. En la Epístola de los Corintios leemos lo siguiente: ´Cualquier pecado cometido por el hombre está fuera del cuerpo, pero quien fornica peca contra su propio cuerpo ´. La porneia sería, en tal caso, el acto de la fornicación en tanto que prostitución sagrada y comercial. Si el cristiano, puntualmente el nuevo creyente de origen pagano, al practicarla, se hace fornicario y por ende establece una relación directa e íntima con la porné y se encontraría además tomando lugar en una dinámica muy diferente a la que establece draconianamente su condición de bautizado.
¿Por qué entonces el mundo cristiano de origen pagano se la tomaría tan fuertemente contra la moral sexual tan variada y de carácter estético en el mundo romano? ¿Sería una situación con base a una prescripción necesariamente conceptual y un rechazo de tipo filosófico?
Harper (pero no Charlie) argumenta que no. Tenemos que recordar que la mayoría de mujeres y hombres retratados en murales, vasijas o lámparas con respecto a dinámicas sexuales son en su mayoría esclavos, esclavos sexuales. La institución de la esclavitud seguía teniendo espacio en el Tardo Imperio y constituye, (según lo leíamos en Celso) el estamento preferido para la prédica del Evangelio. Si bien para el mundo romano y el estamento alto-Imperial, su moral establecía claras zonas de libertad y prescripción de la sexualidad normada, para el esclavo cual instrumento de provisión de placer (aunque estuviese protegido por las prescripciones de la Lex Aquilia) el ´disfrute´ del sexo no era otra cosa sino, una brutal dominación.
Sancionar la moral sexual romana era para el cristianismo primitivo la posibilidad –al menos discursiva− de darle fin a los constantes abusos en un estamento social cuya representatividad era nula.
* El espacio es muy corto en esta estructura de columna para realizar todas las explicaciones necesarias. Hablar de ´relaciones heterosexuales y relaciones homo-sexuales´ en el contexto del mundo antiguo pre-cristiano es, en realidad, lo menos, una vaguedad en cuanto a que dichas conceptualizaciones no existían en dicha historicidad. Es únicamente cuando la moral dominante en el Occidente se cristianiza que, resulta posible construir dicho parteaguas.
[1] En la tan cuestionada serie de televisión ´Espartaco: Sangre y Arena´ hay muchísimas cuestiones afuera de toda veracidad histórica. Algunas muy ofensivas, como por ejemplo, presentar a Julio César como un sujeto de cabellos rubios, igualándolo a cualquier salvaje bárbaro. Pero la más puntual que deseo referir con respecto al acto de sodomizar a un contrario recae en la escena (ficticia a todas luces) donde el hijo único de Gneo Pompeyo viola a Julio César. Cuando la cinematografía estadounidense produce tal nivel de aberraciones, luego se pregunta uno si la yihad no tiene algún sentido pero, lo grave conceptualmente del caso, es tomar en cuenta que violar (por derivación lógica, sodomizar) a un enemigo, a un inferior o a cualquier sujeto (puntualmente un ciudadano romano) era la más atroz de las formas de humillación. Por eso, si recordamos las tutelas jurídicas que recibió el tribuno de la plebe cual institución política, se especificaba (entre otras) el carácter de santidad y de ´inviolabilidad´ del tribuno. Tanto en razón de no ´puede ser desconocido de golpe ´ y tampoco, sodomizado (bajo pena de muerte).
[2] La presencia en los dichos de Jesús con respecto a un equivalente del concepto porneia y sus muchas significaciones es escaso. Lo mismo sucede con los otros libros del Nuevo Testamento. Una de las más claras, en el Evangelio de San Juan hace referencia a la idea de una descendencia ´bastarda´ equiparada con la idea de porneia: …´los judíos que se precian de ser descendencia legítima de Abraham, son en realidad hijos bastardos, porque su verdadero padre es el diablo´. ( la Carne). Para el mundo cristiano con la necesidad de des-judaizarse, era clara la necesidad de argumentar que no bastaba con la mera cuestión física-carnal para sostener la pertenencia al pueblo del pacto.
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