De la nostalgia y la música

Esto me llevó a investigar sobre el papel protagónico que la nostalgia juega en la experiencia de escuchar música. Cómo una canción puede transportarnos a lugares y tiempos distintos de tal manera que, de pronto, por una milésima de segundo, estamos viviendo de nuevo un momento que creíamos perdido en el pasado. En ese sentido, la música es una auténtica máquina del tiempo.

Estos golpes de nostalgia suelen ser más intensos cuando escuchamos música que para nosotros fue importante en la época en que teníamos entre 12 y 22 años de edad. Pero esto no quiere decir que en el camino de la vida, después de esa década de nuestra juventud, no existan canciones que igual nos transporten en el tiempo. Mi amigo Míchel Andrade, por ejemplo, tiene la magnífica habilidad de dejarse conocer compartiendo en su blog no solo música, sino sus recuerdos ligados a esta.

Lo que sucede es que la música que escuchamos en esa década de nuestras vidas inevitablemente queda grabada en nuestro cerebro, pues está íntimamente enlazada a nuestras experiencias sociales y es parte importante del desarrollo de nuestra identidad. Es decir, es la música que nos definió.

Cuando llegamos a la adultez, sin embargo, el disfrute de la música se da a un nivel más intelectual, lo que nos permite apreciarla de una forma más consciente.

Y aunque estos viajes al pasado a través de la música son bonitos (en muchos de los casos), también hay que pensar que la música es infinita y nos da la hermosa oportunidad de nunca estar en silencio, por lo que abrazar esas canciones que todavía no hemos escuchado se hace obligatorio.

Del 2015 me quedan las hermosas melodías de Lafourcade, la espléndida caja de música de Monsieur Periné, la revitalización de los sonidos a lo Nirvana y Sonic Youth por parte de la cantautora australiana Courtney Barnett, el fantástico blues rock de Alabama Shakes, la genialidad de Foals, la rotunda declaración de rock alternativo de los Silversun Pickups, la deliciosa psicodelia de Tame Impala, la imaginaria sonora de Bohemia Suburbana y la magnífica fusión indie de Easy Easy.

Y del 2016 ya estoy abrazando los nuevos discos de Radiohead, Red Hot Chili Peppers, Nine Inch Nails, Bowie, Haim, My Morning Jacket, Soundgarden, PJ Harvey, The Strokes, Vampire Weekend, Savages, The Smashing Pumpkins… Y la lista sigue. Porque siempre lo he dicho: no hay mejor canción que la que todavía no hemos escuchado.

Que tengan un año lleno de música.