El objetivo aparente: se presentó la nueva política de juventud y el Gabinete a cargo, dando signos de interés por elevar la importancia de este tema en la agenda política. El riesgo inminente: que se quede en promesa de corte pseudo-propagandístico con escasos resultados de fondo.
De hecho, la forma en la que se realizó el evento no deja una sensación muy optimista. En épocas en la que el mundo entero trabaja en programas de austeridad aquí se nos va en espectáculos. El evento del domingo fueron cerca de siete horas de discursos y espectáculos para una audiencia de aproximadamente seis mil jóvenes, cual mitin político de época electoral que parece ser el estilo del actual gobierno. La directora del Consejo Nacional de la Juventud dijo que no tenía el dato del costo total del evento pero que ministerios y otras instituciones colaboraron con transporte y logística. Se le olvida que al final, son recursos que provienen del mismo presupuesto nacional, verbigracia, impuestos que salen de nuestros bolsillos. O en todo caso, recursos que deberían invertirse más en acciones estratégicas que en actos de imagen y propaganda.
Acciones estratégicas significa atender lo prioritario y hacerlo de manera sostenible. El nuevo Gabinete de la Juventud debe asegurarse que esa política represente soluciones estructurales y no solo respuestas de maquillaje cortoplacistas. Un recurso valioso para esta tarea, si quiere elaborarse siguiendo el círculo virtuoso de políticas públicas eficientes, es utilizar data actualizada y trazar líneas base y de seguimiento a largo plazo. Para ello pueden utilizar recursos disponibles como la Primera Encuesta Nacional de la Juventud presentada a inicios del presente año. La ENJUVE puede ser valiosa para cuatro factores clave en la política de juventud: identificar prioridades, diseñar líneas base, evaluar impacto y, lo más importante, para analizar cuáles son las tendencias que se avizoran en el sector y qué modelo se está estableciendo, modificando o multiplicando.
El efecto multiplicador o efecto Mateo (Mathew effect) es uno de los mayores riesgos si no se analiza a profundidad las bases y consecuencias las políticas públicas en países como el nuestro, marcado por tremendas inequidades.
Un ejemplo que sugiere el análisis de la ENJUVE lo muestran los datos del acceso a medios de información y tecnologías de la información y comunicación (TICs). Los datos en agregado muestran un relativo positivo nivel de uso de los jóvenes guatemaltecos de medios de información (64% usa televisión, 17% radio, 11% impresos), de las TICs (69% usa teléfono celular, 56% usa computadora) y redes sociales 52% usa facebook, twitter u otras redes sociales), con tendencias al rápido ascenso comparando estadísticas en la última década (International Communication Union).
Sin embargo, cuando se analiza en desagregado los datos por nivel socioeconómico (dominio urbano-rural, etnicidad y nivel educativo), los datos son más bien preocupantes porque el acceso a información y tecnologías se concentra marcadamente en jóvenes de áreas urbanas, población ladina y nivel educativo alto. Así, el uso de medios y tecnologías no solo refuerza las inequidades del país sino que las multiplica. La llamada “era de la información” representa oportunidades solo para sectores privilegiados y coloca a los sectores en situación de marginalidad en aun mayor desventaja.
Mientras no se corrijan estas desigualdades, los potenciales beneficios que trae consigo el contar con medios de información más profesionales, infraestructura de telefonía celular y redes sociales con oportunidades de socialización, movilización social y generación de conocimiento, llegarán a más de los mismos favorecidos y seguirán siendo vedados a más de los reiteradamente excluidos. Obviamente, no se trata de bloquear el acceso a quienes ya lo tienen, sino de implementar cambios estructurales para incorporar a los que les ha sido impedido. Se trata de nivelar, o al menos comenzar a revertir, la tendencia de desigualdad multiplicativa imperante.
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