Segundo, dado que el tema de fondo que subyacía en la película era el derrocamiento del presidente Jacobo Arbenz en 1954, parecía que empezaba a romperse también el silencio sobre las causas del conflicto armado que culminaría con el proceso de paz en 1996. A través de la vivencia cotidiana e inocente de Neto, un niño asmático y curioso de 11 años, Luis Argueta y Justo Chang revelaban lo que devendrían el silencio y el miedo impuestos por la represión y los años del conflicto, de esa guerra que nos fracturó como sociedad y cuya investigación historiográfica fuera después plasmada en el informe que recogía muy bien en su título Guatemala: Memoria del Silencio.
De nuevo, el más reciente proyecto de Argueta, AbUSAdos: la redada de Postville, me produce una sensación similar. Se trata del trabajo de compatriotas muy dedicados que abordan una faceta de la política migratoria estadounidense con un rostro humano. Debido a los caprichos y abusos de las administraciones de turno (tanto nacionales como propias a cada estado), en múltiples instancias los derechos humanos y laborales de los migrantes se violan y se prefiere a veces guardar silencio. Con este documental, Argueta busca romper ese silencio y revelar al mundo pormenores de las injusticias ocurridas durante una de las redadas anti-inmigrantes más grandes y costosas de Estados Unidos en Postiville, Iowa, el 12 de mayo 2008, en una planta procesadora de carne tipo “kosher”. La mayoría de trabajadores capturados, sentenciados y deportados luego de aquella redada eran de origen guatemalteco.
Gracias a un trabajo investigativo exhaustivo que llevó a Argueta a visitar 29 veces la población rural de Postville, así como varias visitas a localidades guatemaltecas, entrevistando a más de una docena de personas, Argueta reconstituye, como lo hizo hace más de 15 años, una parte de la memoria histórica de ese evento y esa localidad, y sus estrechos vínculos con la historia contemporánea de nuestro país. En ambos casos, tanto en El Silencio como en Abusados, yo creo que Argueta plasma de manera interesante tres aspectos que son casi que parte del ADN del guatemalteco: los efectos traumáticos del abuso, el silencio y la búsqueda incesante de la justicia.
Argueta, quien reside actualmente en Nueva York, ha estado de gira por Estados Unidos presentando su documental que ya ha sido visto en aproximadamente 40 ciudades del país. Tuve la oportunidad de ver el documental en la escuela de derecho de la Universidad de Minnesota el pasado abril y de conversar con él. De su presentación y nuestras charlas informales se desprende que el director tiene un interés genuino en seguir creando consciencia sobre la necesidad de una reforma migratoria que beneficie a millones de inmigrantes indocumentados y de exigir mayor respuesta y responsabilidad por parte de los políticos en Washington y me atrevería a decir, en Guatemala. Como él indica: “Hay doce millones de personas que viven con miedo en Estados unidos, y esto nos afecta a todos”. Nos afecta no solo en un plano personal y humano, sino también desde el punto de vista económico, tanto en las localidades receptoras de los nuevos migrantes, como de las sociedades que los han expulsado pero que a la vez, gracias a sus remesas, contribuyen con un importante porcentaje de sus ingresos e inversión.
No les cuento más. Les animo a que vean el documental el 11 de mayo en el Teatro Nacional. Aparte de que es una emotiva y muy bien hilvanada historia narrada por testigos y personas que presenciaron y sufrieron dicha redada, el trabajo es también de una gran calidad productiva y visual por los que ya ha sido seleccionado en varios festivales de cine estadounidenses e internacional (incluido el Festival de Cine Internacional de Suecia), y le ha valido un merecido premio en el Festival de Cine Latino de Chicago.
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