Cuando una mujer se va a casar y/o le llega su etapa de maternidad, rápidamente podemos relacionar dos eventos que son imprescindibles para la vida en “sociedad”: las despedidas de soltera y los baby showers. No todos son iguales y las nuevas generaciones van cambiando, pero me voy a referir a la idea común de estas reuniones que persiste en la actualidad.
Se trata de actividades sociales organizadas por mujeres cercanas a la mujer celebrada y el público invitado son exclusivamente mujeres. Las despedidas de soltera son organizadas por la mamá de la novia, la abuela, las hermanas, la suegra o amigas cercanas. No es extraño que las invitaciones estén decoradas con delantales y sartenes, y que los regalos que se solicitan –dependiendo del tema– sean utensilios de cocina, abarrotes, cosas para la limpieza de la casa o para el baño. El recuerdito de la ocasión podría ser una tabla de picar o prendedores con figuras de escobas o delantales. Otro aspecto interesante es que los horarios en los que se invita, a veces son horarios laborales, por lo que se asume que las mujeres invitadas no salen a trabajar.
Entre las actividades que se llevan a cabo durante la celebración, está pedirles a las invitadas que escriban una receta, con el fin que la futura esposa forme su propio recetario; otra, resolver las poco originales sopas de letras, que incluyen la búsqueda de palabras como escoba – trapeador – gabacha. También está la parte en la que se pide que den consejos para la vida matrimonial, como queriéndole otorgar a la agasajada el manual de “cómo ser una buena esposa”. En una ocasión, hubo una despedida en la que el acto final fue darle a la futura esposa un rodillo para amasar, y junto a esta entrega, un mensaje público: “esperamos que seas como la madera de la que se construyó este rodillo, fuerte, que sea capaz de aguantarlo y soportarlo todo por el bien de tu familia y mantenerla unida.”
La lógica de los baby showers es similar. Mismas anfitrionas, mismas invitadas. Todos los mensajes para ser una madre abnegada y los consejos sobre cómo poner el pañal, cómo armar una pañalera, cómo dormir a un bebé, cómo cuidarle, cómo sobrellevar los insomnios en los primeros meses, etc. son dirigidos exclusivamente a la mamá que lleva en el vientre a su hijo.
¿El mensaje que se transmite? Mujer: a ti te tocan todas las tareas del hogar, hacer la limpieza de la casa, cocinar, atender a tu esposo, criar y cuidar a los hijos, mantenerte bonita y arreglada, y además, aguantar cualquier situación (incluso violencia –desde la más sutil hasta la más dura–, infidelidades, alcoholismo, etc.) con tal de asegurar un hogar integrado y resguardar el ‘qué dirán’. Y ten cuidado, porque todos estaremos observando si eres capaz de asumir tales compromisos y obligaciones.
¡Ay de la mujer que se atreva a desafiar estos códigos sociales! Será catalogada como una mala madre, mala esposa, mala mujer, puta, poco femenina, machorra y un largo etcétera.
¿Qué es lo que me incomoda? Aún se están mandando mensajes directos para reproducir el sistema patriarcal. No hay alternativas para la división de las tareas del hogar entre el esposo y la esposa, máxime cuando ambos trabajan fuera (pues generalmente la mujer que trabaja afronta doble labor, la del trabajo remunerado y la del trabajo en el hogar). No se plantea la idea de la paternidad responsable y amorosa, para superar la idea del padre proveedor y que en sus tiempos libres en lugar de pasarlos con sus hijos, sale a beber o a jugar fútbol o Play Station con sus amigos. En fin, no se plantean nuevas relaciones equitativas de pareja ni familiares.
Insisto, el hablar de estas actividades sociales puede parecer algo superficial, pero desde ahí mostramos lo más profundo de nosotros como sociedad.
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