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De cómo una mala postura puede acabar con la carrera de los músicos

“En un principio los maestros sí se enfocan mucho en la postura, pero con el tiempo, conforme vas avanzando, parece que descuidan esto y el músico desarrolla ciertas mañas o vicios”.
Martínez señala que el 50% de los casos de músicos que recibe han pasado antes por otro médico que falló en tratarles correctamente.
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De cómo una mala postura puede acabar con la carrera de los músicos

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La cellista Rossana Paz, actual directora del Sistema de Orquestas de Guatemala (SOB) y exestudiante de este, estuvo a poco de abandonar su carrera por culpa de una lesión que inicialmente le fue mal diagnosticada. Varios médicos en Guatemala estaban convencidos que era una tendinitis. Pero no. En realidad su verdadera condición, y posiblemente la de muchos cellistas en Guatemala, era codo de tenista, cuyo origen data de su época de estudiante. Rossana y Sergio Martínez, quizás el único traumatólogo capacitado para tratar con músicos en el país, están convencidos de que los y las músicas guatemaltecas pueden estar poniendo en riesgo su salud y su carrera.

En 2009 Rossana Paz tenía 16 años. Una noche se fue a dormir sintiendo un cosquilleo en su brazo izquierdo, con el que presiona las cuerdas de su instrumento. Al día siguiente el brazo le dolía muchísimo. “No podía ni siquiera agarrar mi teléfono”, dice. Después de clases fue directo a ensayo, intentó tocar pero no pudo. El dolor era insoportable y no cedía.

En ese entonces Rossana era cello principal en la orquesta juvenil. La responsabilidad era tremenda y como no podía ensayar, el director, Bruno Campo, le pidió que abandonara el ensayo. “Pensé que había dormido en una mala posición, o algo así”, cuenta. Al llegar a casa se aplicó Cofal y se vendó el brazo. Pero el dolor continuó.

La lesión afectó su día a día. La cellista dice que le costaba trabajo realizar actividades diarias como atarse los zapatos e incluso usar cubiertos. Con el apoyo de su padre, que es médico, iniciaron una gira con traumatólogos locales que pudieran tratarle. “Pasamos por unos cinco doctores”, dice. En Guatemala no hay muchos médicos especializados en lesiones de músicos, contrario a la gran cantidad de especialistas que pueden tratar deportistas. Uno de esos especialistas le aseguró que su lesión no era grave, “No te preocupes”, le dijo, “podemos empezar un tratamiento de esteroides, te inyecto cada dos semanas”. Rossana y su padre se negaron.

Simone Dalmasso

Finalmente llegaron con un doctor que le diagnosticó tendinitis —inflamación de un tendón— y, por sus referencias y profesionalismo, inspiró confianza en la familia de la música. El tratamiento: inyecciones de esteroides para preparar el tendón para una cirugía. “Y durante todo este tiempo, no podía tocar, fue terrible”, recuerda.

El director del Sistema de Orquestas de Guatemala (SOG), al ver que Rossana había iniciado tratamiento y su dolencia no mejoraba, le sugirió tomar la docencia. A pesar de no poder ensayar y ver cómo sus compañeros avanzaban musicalmente, la cellista se convirtió en instructora de cello inicial del SOG. Paz afirma que esta experiencia como educadora, y la visión social bajo la que fue fundada el Sistema, fueron fuertes inspiradores de que ella continuara su carrera como docente.

Al terminar el tratamiento inicial, Rossana pasó por el quirófano. El doctor, a través de una laparoscopia, cortó la vaina que rodea el tendón para liberar la tensión y para que el tendón se moviera con más libertad. Tiempo después Rossana sabría que el doctor había operado el tendón equivocado.

Después de la cirugía el médico ordenó a Rossana inmovilizar el brazo por seis semanas. Luego inició una violenta fisioterapia. El tratamiento consistía en sumergir su brazo en un balde con agua con hielo y luego dentro de un cubo con cera caliente. También debía recibir choques de electricidad en el tendón lesionado. Además, la cellista seguía sin tocar su instrumento. Poco a poco, con el pasar de los meses Rossana pudo volver a agarrar cosas con su mano izquierda. Confiada en que el procedimiento había funcionado y que solo necesitaba tiempo, la música sintió alivio. “Sentía que cualquier día iba a poder volver a tocar como antes”, admite.  

Cuatro meses después de la operación, el doctor de Rossana finalmente le dijo que podía empezar a tocar. Pero volver al instrumento fue un desastre. “Era como cuando empiezas a hacer ejercicio y te tiembla el cuerpo, así era con cada dedo y la mano”, cuenta. Rossana Paz había perdido toda la musculatura de su brazo izquierdo, incluyendo la tonificación en su espalda que había alcanzado después de años de tocar. Intentó por un mes, sin embargo, no había mayor avance. El dolor continuaba y no había conocido a otro cellista que hubiese sufrido una dolencia similar. Había escuchado de tendinitis o quistes, pero nada tan serio.

Rossana perdió su posición como cellista principal de la orquesta.

“Y esto fue mientras estaba en Cuarto Bachillerato”, exclama . “Después de un año sin tocar, mis papás estaban preocupados y empezaron a sugerir que buscara otra profesión”. A finales de 2010, el padre de Rossana decidió llevarla a un congreso médico en Miami. Paz conoció a un par de especialistas, uno de Cuba y otro de Venezuela, y les contó de su lesión, del hormigueo, el dolor intenso, de la gira de médicos, de las infiltraciones, la operación.

Simone Dalmasso

Pero antes de que pudiera terminar, uno de los médicos, enfático y con tranquilidad, le dio un diagnóstico inédito a lo que había escuchado hasta la fecha en Guatemala. “Tennis elbow”, sugirió, “codo de tenista”. La epicondilitis, también conocida como codo de tenista, es la irritación del tejido que conecta el músculo del antebrazo con el codo y puede ser causado por constante movimiento de la muñeca y brazo.

El origen de la lesión

Rossana empezó tocando cello a los 12 años en el Community Music Center (CMC), una academia privada de Guatemala. En ese entonces no tenía aspiraciones musicales. Era, afirma, un pasatiempo. La cellista cuenta que sus catedráticos le enseñaban cómo sentarse, cómo agarrar el instrumento y arco de forma correcta. “En un principio los maestros sí se enfocan mucho en la postura, en postura básica, pues sin eso no puedes tocar, la postura es la base técnica de todos los instrumentos”, asegura, “pero con el tiempo, conforme vas avanzando, parece que descuidan esto y el músico desarrolla ciertas mañas o vicios”.

Rossana pasó después a COPPLA, otra academia privada, donde tampoco recibió seguimiento de su postura.

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Resalta que en esos primeros instantes de aprendizaje musical muchos músicos y músicas pueden alcanzar el resultado deseado con una postura incorrecta, y esa postura solo empeora.

Sergio Martínez, traumatólogo y expianista formado en el Conservatorio Nacional de Música, afirma que la técnica de un instrumento está fuertemente relacionada con el equilibrio muscular del artista y esto se logra a través de una buena postura. “Hay algunos que requieren más equilibrio muscular y esto es esencial para responder al requerimiento biomecánico del instrumento; mientras más eficiente una postura, más fácil es ejecutar las piezas”. El médico señala que si un intérprete adquiere una mala postura, llegará un momento en que físicamente no van a poder avanzar musicalmente o tocar composiciones más avanzadas. Señala que es posible encontrar músicos que hayan adquirido una postura perfecta de forma natural, pero que cada cuerpo es diferente y cada uno responde de manera distinta a lo que le pedimos. Rossana, pues, podría no haber tenido la peor postura entre sus compañeros, sin embargo, su cuerpo no soportó el desbalance.

A los 15 años Rossana Paz se unió al Sistema de Orquestas de Guatemala. El SOG era más intenso; requería a sus músicos ensayar un repertorio más exigente y sin el seguimiento de formadores. El proceso consistía en “talleres de fila” (donde los miembros de la orquesta se enseñaban las piezas entre sí) y los ensayos generales con el director —donde se ponía en práctica lo aprendido en los talleres de fila—. “No había tiempo para corregir postura”, dice Rossana.

Simone Dalmasso

En un año se convirtió en primer cello y de la noche a la mañana, le empezó ese cosquilleo misterioso y, luego, el dolor punzante.

El tratamiento médico y corregir la postura

Días después, durante el mismo viaje en Miami (Estados Unidos), Rossana pasó un chequeo físico que confirmó el diagnóstico preliminar de los doctores. Le confirmaron también que su médico en Guatemala había operado el tendón equivocado. La cirugía había tratado el tendón del pulgar. La lesión provenía del tendón ubicado en el codo.

Los doctores le sugirieron tres pasos de tratamiento. Una infiltración de esteroides en el codo. Mientras la aguja está dentro del brazo del paciente el médico la juega para provocar que el cuerpo produzca más plaquetas que sanen la lesión.

Si el primer tratamiento no funciona, se toma una muestra de sangre del paciente. La muestra es llevaba a un laboratorio donde las plaquetas son multiplicadas y luego inyectadas de vuelta. El alto número de plaquetas en alerta buscarían sanar la lesión. Si el dolor persiste, y la lesión es muy grave, se procede con una cirugía.

Rossana recibió el tratamiento número uno. Un mes después ya estaba tocando. “Fue un proceso de recuperar la agilidad y volver a enseñarme a tocar, pero estaba tocando”, sonríe. Pero al no recibir mayor instrucción de cómo evitar recaer, la recuperación de la cellista se limitó a ser más cuidadosa con su brazo izquierdo y a estar más alerta de lo que sentía en sus extremidades.

Simone Dalmasso

Un año después, en 2011, Rossana fue becada por la Municipalidad de Guatemala para recibir un curso de verano en Inglaterra con Nicholas Jones, el director de cuerdas de la Escuela de Música Chetham en Manchester y tutor de cello de la Royal Northern College of Music. Desde el primer día de clases con Nicholas notó la diferencia entre el sistema guatemalteco y el europeo. Los otros estudiantes llegaban a clases, al menos, media hora antes para calentar y estirar.

Después de clase Rossana fue a platicar con Nicholas. Hablaron de música y de lo que verían durante el curso. Nicholas le preguntó sobre su carrera, la formación en Guatemala, “¿Cuánto tiempo llevas tocando?”, le dijo. “Eso es relativo”, contestó Rossana y le explicó lo que pasó durante el año que pausó su carrera.

En entrevista con Plaza Pública, Nicholas recuerda que Rossana llegó con problemas graves en su mano izquierda, “no tenía suficiente fuerza, especialmente en sus dedos”, dice. El catedrático la vio tocar, analizó y encontró errores en su desempeño, funcionamiento y la posición de sus brazos y manos. “O corrige su postura, o no le doy clases”, le advirtió a la cellista y prometió ayudarla.

La cellista pensaba que parte de su problema provenía de la escuela tradicional y conservadora de Guatemala y la influencia de músicos alemanes en el país. Paz cuenta cómo en los años 40, el presidente Jorge Ubico, quien además simpatizaba con el fascismo de Europa y Alemania, importó músicos alemanes, como el director Hans Fünsftück, para formar a los intérpretes guatemaltecos. Estos músicos formaban parte de la Banda Marcial de Guatemala (luego la Banda Sinfónica Marcial) y se presentaban frente a la Casa Presidencial como parte de las celebraciones de cumpleaños del dictador.

Quizás, Paz argumentaba, los músicos alemanes no adaptaron su postura al tamaño de los guatemaltecos. “Mis dedos son pequeños”, dice, “no como los de un alemán. Tal vez se mantuvo y replicó esa postura, una incorrecta y físicamente imposible para un guatemalteco”. Nicolas desmiente esta teoría afirmando que el tamaño no es de importancia al formar la postura. “Yo enseño a estudiantes de todos tamaños, incluyendo latinoamericanos”, asegura. Cita, además, el caso del legendario cellista español Pablo Casals, quien afirmaba que su corta estatura era más bien una ventaja para interpretar su instrumento. 

Rossana explica, a partir de lo aprendido con Nicholas, que no se trata únicamente de postura, sino también de los llamados “puntos de presión” basado en la teoría del músico húngaro János Starker. “A veces un maestro puede ver tu postura y determinar que es la correcta, pero no ve la tensión interna, en eso se basa Starker”, declara. “Puedo tener la mano de esta manera y los músculos están relajados. Pero luego la muevo hacia acá”, dice y mueve la mano ligeramente, “y acá es tenso; la diferencia es mínima y si te acostumbras a tocar tenso es lo que genera problemas”.

Simone Dalmasso

Por otro lado, Nicholas Jones señala que en la Escuela de Música Chetham en Manchester, todos los estudiantes reciben lecciones de la llamada Alexander Technique —Técnica Alexander para ayudarles con su postura y disciplina física­—. Esta técnica fue creada por Frederick Matthias Alexander, un actor australiano, con el fin de crear un hábito alrededor de patrones de movimiento y postura. En Chetham, los líderes de cada instrumento se reúnen cada semana para hablar sobre estudiantes que puedan tener problemas físicos y son asesorados por un fisioterapeuta, “para discutir problemas estructurales y diseñar campañas para concientizar a los alumnos de su bienestar”. Jones declara que algunas orquestas en el Reino Unido salen de gira con masajistas, fisioterapeutas y otros médicos que supervisan la salud de los músicos, desde lo físico hasta lo alimenticio. Algo inexistente en Guatemala, según señala la cellista.

Un músico profesional es como un deportista de alto rendimiento

Tras la lesión la cellista empezó a cuidar su brazo izquierdo de manera obsesiva. Ni siquiera lo usaba para levantar un vaso con agua. Lo usaba solo para tocar. Ese cuidado hizo que perdiera la musculatura de su espalda y brazo, y así empezó un ligero dolor de espalda. Conoció entonces a Sergio Martínez, quizás el único doctor capacitado en Guatemala para tratar músicos.

Martínez señala que el 50% de los casos de músicos que recibe han pasado antes por otro médico que falló en tratarles correctamente. “Tuve una vez el caso de un violinista que, afectado por un dolor en su mano, acudió con un médico y este le sugirió que, simplemente, tocara con la otra mano”, señala, indignado.

Algunas de las enfermedades, lesiones y padecimientos más comunes que ha visto Martínez en músicos en Guatemala incluyen enfermedades musculoesqueléticas, tendinitis, artritis, desórdenes neuromusculares, atrapamiento del nervio periférico, cansancio excesivo o cansancio anormal, neuritis y bursitis. A largo plazo el médico señala que el o la intérprete pueden experimentar hasta síndromes depresivos. “Uno como músico fácilmente puede frustrarse al no poder alcanzar el nivel adecuado, o no poder ejecutar una pieza, o no obtener el sonido deseado”, reclama.

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Nicolas admite que ciertos instrumentos, y por lo tanto instrumentistas, están más propensos a tener problemas físicos. Señala especialmente a los y las violinistas, violistas y cellistas, y también aquellos y aquellas que interpretan instrumentos de viento. Jones y el trompetista estadounidense James Ackley, quien recientemente tocó en Guatemala para el festival Guatebrass, señala que los y las intérpretes de instrumentos de viento son vulnerables a lesiones en las muñecas, manos y dedos, además de molestias en la boca y mandíbula y hasta problemas dentales. “Nosotros como maestros debemos asegurarnos de enseñar en la forma ergonómica más eficiente”, dice Jones, “y los músicos profesionales deben siempre cuidar su salud”.

Ackley afirma que en la época en que él se formó, en los años ochenta, la medicina para músicos en Estados Unidos aún era una rama mayormente inexplorada. Cuenta el trompetista de compañeros del Instituto de Música de Cleveland o del Conservatorio de Música Baldwin Wallace que, tras una lesión, perdieron su puesto en importantes orquestas de Estados Unidos y Europa. “Son grandes músicos que nunca recuperaron su nivel”, afirma, “algunos siguen tocando, pero no a un nivel competitivo, y se cansan más rápido. Otros no pudieron volver a tocar”.

El doctor Martínez afirma que esta mala práctica se extiende no solo a músicos clásicos, sino a cualquier otro tipo de instrumentistas, desde músicos de iglesia a marimbistas y rockeros, pues muchos de estos intérpretes son autodidactas, “ciertas escuelas fallan en enfatizar la importancia de una buena técnica”, señala. Ackley respalda esta teoría.

El caso de Martínez es, quizás, único en el país. Sergio estudió en el conservatorio de 1984 a 1986 bajo la tutela de músicos como Consuelo Medinilla y Guayo Ortiz. “En mi tiempo la postura era algo que era altamente evaluado”, señala, “era parte de la academia del conservatorio”. Resalta que sus pares sí se lesionaban, pero que eran lesiones leves, posiblemente por cuán rigurosos eran los y las catedráticas, Fue más adelante en su carrera médica que conoció lesiones más serias de músicos que, en su mayoría, provenían de academias privadas.  

A finales de los años 80, Martínez abandonó el conservatorio e inició su formación como médico, optando por la ortopedia. Si bien durante su carrera ha tratado a más deportistas, sigue tratando músicos con problemas como el de Rossana. “He sido afortunado de habitar ambos mundos”, comenta.

Martínez forma parte de la Asociación Médica de Artes Escénicas (PAMA por sus siglas en inglés desde el 2011.

“Es una rama de la medicina que es aún muy joven”, declara. La misma PAMA fue fundada hasta en 1989. Martínez es miembro activo de PAMA que, si bien esto no significa que recibió algún tipo de especialización, sí tiene acceso a investigaciones, publicaciones, simposios y demás actividades para continuar formándose. “Tratar a un músico profesional es como tratar a un deportista de alto rendimiento”, señala Martínez. “No corremos una maratón, pero nuestra ejecución es igual de desgastante en los músculos como en los de un maratonista”.

El médico señala que en muchos casos un intérprete deja de tocar a consecuencia de una enfermedad degenerativa, es decir, artritis, derrames o padecimientos relacionados con la vejez. Pero parte de su labor es concientizar a la comunidad de músicos en Guatemala para que eviten lesiones que les dejen secuelas físicas o que incluso amenacen con terminar con su carrera.

Con el apoyo de Martínez, la segunda lesión de Rossana se resolvió en cuestión de días.

A partir de esta experiencia, Rossana modificó también su enfoque en la pedagogía, pues afirma estar pendiente no solo del rendimiento sino de la salud física de sus estudiantes. Parte de su filosofía es contratar docentes con alto dominio musical y capacitarlos para que puedan examinar la correcta posición de sus alumnos. Otro elemento importante es que algunos integrantes de la orquesta, que son líderes de la orquesta inicial también repliquen este conocimiento. “La idea es formar multiplicadores”, afirma.

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