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Cuando hombres poderosos se pasan de la raya

Un equipo de reporteros del Los Angeles Times, en donde trabajaba, había estado buscando la historia por semanas y estaba por publicarla.
Me ordenaron involucrarme para convencer a fuentes complejas para compartir experiencias traumáticas o humillantes.
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Cuando hombres poderosos se pasan de la raya

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Las noticias semanales sobre la conducta sexual de hombres poderosos políticamente me deja una sensación de déjà vu. Mientras los franceses agonizan sobre si el poder estelar de Dominique Strauss-Kahn anuló acusaciones pasadas, yo puedo responder cínicamente: Sí, probablemente.

Pero no debemos asumir que el récord de comportamiento sexual agresivo de DSK iba a detener al socialista de 62 años en su camino a la presidencia francesa.

Hablo desde la experiencia. Hace ocho años fui arrastrada a una investigación de acusaciones contra Arnold Schwarzenegger –entonces candidato a gobernador de California–, por haber abusado sexualmente de mujeres, incluyendo las que trabajan en sus películas.

Un equipo de reporteros del Los Angeles Times, en donde trabajaba, había estado buscando la historia por semanas y estaba por publicarla. Me ordenaron involucrarme para convencer a fuentes complejas para compartir experiencias traumáticas o humillantes. Y entonces fui a buscarlas al Sur de California. Algunas prefirieron no hablar. Otras bruscamente dijeron que no había pasado nada. Pero otras sí que empezaron a describir el comportamiento que cruzaba cualquier límite imaginable. Y eran mujeres fuertes, profesionales, personas independientes, mujeres como yo: competentes y decididas.

Sus experiencias con Schwarzenegger fueron doblemente humillantes. Primero sufrieron tratos degradantes y a menudo en público: manoseadas, besos invasivos, comentarios crudos y espeluznantes. Peor aún, se sintieron forzadas por las circunstancias a dejar a Schwarzenegger comportase inadecuadamente, indulgentes, como una mujer lo describió. Una demanda contra el “hacedor de dinero más grande que la vida” podría haber arruinado sus carreras. Ninguna mujer creyó que alguien se iba a poner de su lado.

El abuso de poder –y los juicios que conlleva– fueron factores relevantes para los californianos que se preparaban para un voto histórico; así como Hollywood repetidamente vio hacia otro lado, pero eso es otra historia.

Entonces al pedirle a las mujeres que hicieran públicas sus demandas, estaba argumentado algo en lo que realmente creía: que estas historias serían útiles para los votantes. Fui a la casa de una señora en Orange County, que supuestamente había concebido un hijo con Schwarzenegger. No pudo evitar las lágrimas cuando me identifiqué como reportera, y negó repetida y enfáticamente que él fuera el padre de su hijo. Poco después, un tabloide inglés publicó su nombre y su frase de que había tenido un hijo “producto del amor” con Terminador.

(Esa historia de 2003 se queda pequeña cuando la semana pasada Schwarzenegger admitió ser padre de un hijo de diez años de su empleada doméstica –que es mitad guatemalteca-. El LA Times describió a la madre del niño como una miembro del staff de la casa que recientemente se retiró. No parece ser la mujer que yo entrevisté hace años, una ex azafata de avión.)

Últimamente, muchas mujeres aceptaron recordar sus experiencias con Schwarzenegger, buceando con coraje en las fauces de una asquerosa campaña política. Tres días antes de la elección, Linnea Harwell, ahora gerente de un museo de arte en Atlanta, describió como Schwarzenegger se desnudaba frente a ela en 1988 en Santa Fé, en la sede de la película “Twins” (que protagonizó junto a Danny Devito).

En una ocasión, Harwell señaló, él la lanzó contra una cama estando en ropa interior y no la dejó ir hasta que tocaron la puerta. “Él se reía todo el tiempo, como si fuera una gran broma. Pero no, fue muy tenebroso”, relató.

A menos que su esposa, María Schriver (sobrina de John F. Kennedy) estuviera en el set, Schwarzenegger siempre hacía comentarios rudos sin importarle quién escuchaba.

Carla Baron, otra excolega de la película, dijo que el actor y su compañero la agarraron entre ambos y la besaron a la fuerza. Otra mujer me contó cómo Schwarzenegger la presionaba contra las paredes y manoseaba.

Schwarzenegger dijo que no había ocurrido eso en el set de “Twins”, pero acompañado de una disculpa general: “He hecho cosas que no estaban bien, creyendo que eran juegos”. Su esposa se mantuvo junto a él.

Cuando el día de la elección llegó, Schwarzenegger fue electo por una gran mayoría. El LA Times fue castigado por fiscalizar a Schwarzenegger cerca de la elección. Diez mil lectores cancelaron su suscripción. A mí me llegaron llamadas y correos amenazantes. Las mujeres que lo denunciaron fueron calificadas de mentirosas desesperadas por un poco de fama. Una de ellas me llamó en lágrimas porque yo le había pedido revelar las humillaciones y estaba siendo víctima de otras más.

Los votantes, como Hollywood, ignoraron el comportamiento problemático de su “estrella”. Yo estaba devastada y furiosa; y culpable por desperdiciar el coraje de esas mujeres.

Si la prensa hubiera simplemente investigado y reportado sobre las acusaciones del pasado de Strauss-Kahn, ¿le hubiera importado a los votantes? ¿O se necesitaba de un arresto para cambiar el curso de la política francesa?

Siga a la autora en Twitter: @tracyweber

* Este artículo fue publicado originalmente en ProPublica.org, que cuenta con licencia de contenidos abiertos Creative Commons, como Plaza Pública.

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