¿Crisis de valores o crisis del tejido social?

La principal preocupación de la sociología fue siempre entender las transformaciones de la sociedad, de tal forma que uno de los conceptos teóricos más relevantes fue el de tejido social, o lo que John Elster llama el "cemento" de la sociedad. Sin embargo, en los últimos años, muchos analistas del fenómeno social no han dejado de sorprenderse por las profundas transformaciones que estamos experimentando: la experiencia cotidiana denomina estas transformaciones con el coloquial nombre de "crisis de valores".

Desde la perspectiva de la sociología de la moral, de Emile Durkheim, la noción fundamental que se elaboró fue el concepto de anomia: una situación particular de relajación o pérdida de validez de las normas y los valores que regulan la vida, de forma que la regularidad de la cotidianidad se ve alterada por inesperados sucesos y agudos conflictos. Tal es el caso del fenómeno de los suicidios, que fue objeto de un análisis detallado por parte del autor. Paradójicamente, este concepto de anomia sigue teniendo vigencia en el análisis de los problemas actuales.

La noción de la moral como base de la sociedad fue retomada muchos años después por otro autor relevante, John Rawls, esta vez desde la noción de justicia que está en la base del contrato social, ese pacto fundacional que da origen a las instituciones de la sociedad moderna. El aporte principal de Rawls fue la idea de un "consenso traslapado", o ese acuerdo normativo sobre lo que entendemos operativamente como justicia, que es la base conceptual que funda la acción de las instituciones del Estado:

“Platón y Aristóteles, y la tradición cristiana representada por Tomás de Aquino, quedan al lado de un bien razonable y racional. Estos puntos de vista sostienen que las instituciones son justificables en la medida en que promueven efectivamente ese bien”. (John Rawls)

Paradójicamente, la crisis de valores está directamente relacionada con el crecimiento exponencial de la maquinaria capitalista, cuyo frenesí productivo se sintetiza en el intenso ciclo comprar-usar-tirar, que amenaza con devorar los recursos del planeta. Zygmount Bauman llamó a este fenómeno el “síndrome de la impaciencia”, una característica fundamental que sintetiza este lento socavamiento de las bases sobre las que se sustentaba la sociedad tradicional.

En el mundo de la política, este espíritu empresarial, en su vertiente negativa, se manifiesta con fuerza en uno de los postulados secretos de la acción política: todos los seres humanos tenemos un precio, por lo que las variadas y cada vez más frecuentes manifestaciones de corrupción e ineficiencia deliberada pueden ser explicadas por los intereses ocultos del sistema político, que hace mucho tiempo dejó de fundamentarse en los ideales que supuestamente predica. Por eso algunos autores hablan de la "modernidad insustentable” o de una sociedad en permanente crisis. Por eso Anthony Giddens habló de un “mundo desbocado”, que se sintetiza en la siguiente frase:

 “Nuestro mundo desbocado no necesita menos autoridad, sino más”. (Anthony Giddens)

¡Definitivamente vivimos tiempos difíciles!