Paralelamente a estas interrogantes, empezamos a reflexionar en la Universidad sobre la crisis de la sociología y de las ciencias sociales, ante su incapacidad de comprender las grandes transformaciones que están ocurriendo en la actualidad. ¿Cómo entendemos las condiciones que generan la movilización y la protesta social? ¿Cómo entendemos la tendencia a la rápida mutación de los valores y la crisis de la familia? ¿Hay una crisis del tejido social?
Recordé igualmente el trabajo del sociólogo alemán Ulrich Beck con su concepto de "modernidad líquida", un lúcido análisis sobre las grandes transformaciones actuales, en especial, su concepto de “Categorías Zombis": conceptos y teorías que plantean un desfase entre las presuposiciones teóricas y las realidades del mundo actual, de manera que los conceptos teóricos distorsionan o esconden la realidad "real"', la que se diferencia de la realidad "teórica". Beck habla como ejemplo de categoría Zombi a la realidad de la familia nuclear: la concepción de familias conformadas por padre-madre-hijos, cuando en la realidad la situación familiar es mucho más compleja y diversa.
Ante esa realidad, ¿se justifica la investigación social? ¿O es redundante realmente?
Me parece que el primer desafío es promover la adopción de nuevos modelos teóricos que no partan de una realidad ideal, un "deber ser" que ya está desfasado, además de descartar investigaciones que simplemente describan y hagan un recuento de los problemas sin explicarlos adecuadamente (relación causa-efecto).
Por ejemplo, todos suponemos que los problemas de funcionamiento de los partidos políticos se deben a la desviación del "deber ser" de los partidos tal como los describe la teoría, pero, ¿y si la realidad es que la situación partidaria es funcional para los mismos partidos?
Lo mismo puede decirse de la corrupción. ¿Y si la desviación del deber ser es más bien la honestidad y transparencia? ¿Qué pasa si el sistema alienta y protege los recorridos de la corrupción como parte habitual y sistemática de funcionamiento institucional?
Dado este desfase entre la realidad “real” y los marcos teóricos que supuestamente explican los problemas que nos aquejan, las ciencias sociales sólo seguirán dando recetas para problemas que ya perdieron su esencia; lo peor es que tampoco serviría mucho traer expertos que no conocen tampoco la realidad local, ya que nos darán recetas muy caras y quizá muy bien elaboradas, pero tendrán el mismo defecto: serán igualmente desfasadas.
Necesitamos, por tanto, más investigación, pero con miradas teóricas más adecuadas a nuestra realidad, incentivar lo que Mills llamaba la "imaginación sociológica".
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