¿Un nuevo representante de los autollamados socialistas del siglo XXI gana las elecciones en un país que ha venido creciendo con cifras impresionantes y sostenidas? Pues sí, parece que las variables principales de un modelo generador de riqueza no necesariamente son las mismas que garantizan que éste la reparta de forma aceptable.
Eso sí, desde fuera vemos con envidia los datos de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) peruano en los últimos años que llegan, incluso, niveles del ...
¿Un nuevo representante de los autollamados socialistas del siglo XXI gana las elecciones en un país que ha venido creciendo con cifras impresionantes y sostenidas? Pues sí, parece que las variables principales de un modelo generador de riqueza no necesariamente son las mismas que garantizan que éste la reparta de forma aceptable.
Eso sí, desde fuera vemos con envidia los datos de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) peruano en los últimos años que llegan, incluso, niveles del 9%; y no se alcanza a ver que la pobreza y las necesidades insatisfechas de la población alimentan un deseo de cambio de la dirigencia y la clase política de esa economía creciente. ¿No pasó lo mismo en El Salvador cuando los períodos subsecuentes de estabilidad para un partido en el poder nos mostraban datos de crecimiento económico cercanos al 4%, en promedio?
De repente estos diseñadores de políticas y estrategias cuando aprendieron aritmética puntearon bien en suma, en resta y en multiplicación, pero no en división y así replican la suma de modelos que conforman este sistema que ha dado paso a tantos desencantados en los últimos años sobre la globalización de mercados, el multilateralismo, el libre comercio y otras artes. El sistema —sin duda— genera riqueza, pero —también sin duda— no la reparte.
Y ahora vamos con la segunda noticia: elPeriódico, lunes 11 de abril de 2011, página 14 sección de economía, “El Salvador infló las cifras del PIB” (tomada de El Diario de Hoy). ¡Arreglados estamos! Por supuesto que ajustes a las cifras macroeconómicas y al PIB en particular son comunes, pero en este caso el presidente del Banco Central de Reserva dice que no fue un error de medición o surgimiento de nueva información, sino que las cifras del sector agropecuario fueron manipuladas por su Ministerio de Agricultura.
Se dice en sentido cómico que las cifras macroeconómicas son como las salchichas: mejor si uno no sabe como las fabrican. No creo que sea cierto, pues hay correctos hacedores de cifras y correctos fabricantes de salchichas. Sin embargo, un caso que supongo excepcional —como el de El Salvador y el ajuste de su PIB para 2008, que baja de 2.4 a 1.3— nos hace pensar que la realidad que los ciudadanos perciben y la voluntad que manifiestan en las urnas es más veraz y certera que el ensueño de los números oficiales.
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