Ello debido a las optimistas expectativas sobre la recuperación en los Estados Unidos, lo cual repercutiría directamente sobre nuestro nivel de exportaciones y apuntalaría el heroico esfuerzo de los paisanos que muy probablemente enviarán más de US$5 mil millones a sus familias en 2013. Aunque las proyecciones de mi colega Paulo De León (CABI) no son tan optimistas, pues él espera un crecimiento entre 3.0 y 3.4 por ciento para 2013, lo cierto es que la actividad económica está acelerándose, aunque no al ritmo que la sociedad demanda para la reducción de la pobreza.[1]
Los indicadores del crédito al sector privado indican que finalmente la banca ha comprendido la necesidad de financiar principalmente a los sectores productivos y no el mero consumo. Por otro lado, la sensata estrategia del sector público de salir a captar recursos a los mercados internacionales también obliga a los banqueros nacionales a ponerse a trabajar para hacer rendir productivamente los recursos que les confían los ahorristas. De esta cuenta, vemos que sectores como la industria manufacturera y la agricultura jugarán un papel destacado en el crecimiento de corto y mediano plazo. Sin embargo, para los economistas es muy fácil perderse entre tanta cifra y pronóstico macro, y solemos olvidar que la economía real se encuentra a nivel micro, que se concretiza en las aspiraciones y esfuerzos de millones de actores.
La semana pasada tuve la oportunidad de visitar la cooperativa productora del Té Chirrepeco, ubicada en Cobán, Alta Verapaz. La misma está constituida por más de 300 familias que siembran, cultivan de manera orgánica y empacan para su comercialización este te negro (Camellia sinesis L.) traído de la China a la Verapaz por un inmigrante alemán, Oskar Majus Klöeffer, quien también introdujo el cardamomo en la región. Estas familias Mayas Q’eqchi’ son un ejemplo de organización y emprendimiento, por más de cuatro décadas, quienes generan desarrollo sostenible y equitativo. A mi parecer, les hace falta más y mejor mercadeo de sus productos, especialmente en la Ciudad de Guatemala, donde podrían vender muy bien su nuevo té frío, convenientemente envasado y muy sabroso.[2]
Otro signo de esperanza que encontré en mi viaje familiar a la Verapaz fue el trabajo realizado de manera voluntaria por mi prima Brenda Lemus Gordillo, a favor de la biblioteca municipal que lleva el nombre de su papá, Bernardo Lemus Mendoza, destacado economista de la USAC asesinado durante el conflicto armado interno. Dicha biblioteca se ha convertido en punto de encuentro para cientos de niños y jóvenes en Purulhá y sus alrededores. Una pequeña y vieja colección de libros adquirida gracias a diversas donaciones ha hecho la diferencia que facilita el acceso al conocimiento. Por otro lado, Brenda y sus pequeños colaboradores no descansan en su esfuerzo por equiparla con computadores, aunque sean usados, para tener acceso al mundo de la tecnología y la información. Pintan y venden piedras para convertirlas en versos, cuentos, y educación.[3]
Todo esto me ayuda a no dejarme vencer por el pesimismo que generan las malas noticias que nos abruman diariamente. No se trata de cultivar un optimismo ingenuo, que crea expectativas falsas, sino de uno que con los pies puestos en la tierra nos facilita visualizar un futuro alternativo. Uno que podemos soñar y, por lo tanto, que es posible construir. Así es como nuestra especie ha llegado hasta donde hoy nos encontramos, gracias al desarrollo del cerebro, de su extraordinaria capacidad de imaginar mundos distintos y planificar cómo alcanzarlos.
[2] Cooperativa Agrícola Integral Chirrepec R.L., Km. 217 a San Juan Chamelco, Cobán, Alta Verapaz. Tel. 7950-0306/7.
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