Nunca he compartido los argumentos contra la reforma tributaria o el fortalecimiento del Impuesto Sobre la Renta, que pregonan que supuestamente para resolver los problemas fiscales bastaría el combate efectivo al contrabando. Continúo sosteniendo que esa es una excusa inaceptable para no pagar impuestos, y que debe combatirse el contrabando paralelamente al fortalecimiento de la tributación directa.
Así, en un plan fiscal serio y efectivo el contrabando sí es un problema que debe resolverse con prioridad. Debe combatirse como un crimen que atenta contra la justicia tributaria y la competitividad de los contribuyentes honestos.
Ni este Gobierno o los anteriores, o el supuestamente poderoso CACIF, pueden enfrentar el poder detrás del contrabando. Hace unos días la Tabacalera Centroamericana, S. A. cerró sus operaciones de producción en Guatemala, en parte debido a la gran cantidad de cigarrillos que se comercian ilícitamente. Otro ejemplo es el combustible comerciado ilícitamente, el cual es evidente al viajar por la carretera Interamericana. Recientemente quedé atónito al constatar el enorme nivel de propagación de las ventas ilegales de combustible, incluso en el casco urbano de Quetzaltenango.
Según el Acuerdo Gubernativo número 54-2011, la Comisión Nacional para la Prevención y Combate a la Defraudación Aduanera y el Contrabando la integran la presidencia y vicepresidencia de la República, los ministerios de la Defensa, Gobernación, Finanzas, Economía, Salud, Agricultura, Energía y la SAT. Además puede invitar a los Organismos Legislativo y Judicial, y a las cámaras empresariales.
Sin embargo, esta constelación de entidades ha sido, simple y llanamente, inútil. A septiembre la recaudación tributaria muestra ya un desplome con relación al mismo mes del año anterior, resultado de una combinación de deterioro de las condiciones económicas mundiales y desaceleración del comercio exterior, defraudación aduanera y contrabando. El impuesto que registra las caídas más agudas es el de distribución de petróleo crudo y combustibles derivados del petróleo (19.3% menos que el año anterior), cuya determinación no depende de las variaciones de precio, ya que es un importe fijo por volumen (galón de combustible). Sin duda, la propagación sin control de la venta ilícita de combustible de contrabando explica en gran parte la caída tan aguda en la recaudación de este impuesto.
Pero el problema de la venta ilegal de combustible no solo es fiscal. A todas luces, cada vez más personas encuentran una fuente de ingresos en esta actividad ilegal, menospreciando el riesgo que supone almacenar gasolina o diesel en sus casas de habitación o negocios. Personalmente vi en la carretera Interamericana que son niños quienes despachan el combustible contrabandeado, quienes corren graves peligros, incluyendo la inhalación prolongada de vapores tóxicos, quemaduras o la muerte por el riesgo de incendio o explosión.
Y como suele suceder, los criminales no son las familias pobres que encuentran una opción de subsistencia vendiendo combustible, cigarrillos u otros productos del contrabando. Detrás de ellos hay criminales de cuello blanco o que nada saben de vivir en la pobreza. Son los peces gordos que se alimentan de círculos viciosos que prosperan impunes ante la incapacidad, negligencia y corrupción de autoridades gubernamentales y cámaras empresariales, todos ellos cómplices del mismo delito.
No creo que haya necesidad de ser ingeniero o experto en hidrocarburos para saber que este tipo de almacenamiento y manejo de combustibles es en extremo peligroso. Así, es solo cuestión de tiempo para que este círculo vicioso de negligencia, corrupción y contrabando termine en una tragedia humana, cuyo costo lo pagarán los de siempre, los más pobres y necesitados.
Más de este autor