Así, anuncios transmitidos a través de las empresas de información se han centrado en la felicitación por la “labor loable”, la “abnegación” y una serie de valores que, al parecer, no se deslindan de las ideas paternalistas y de sumisión, propias de nuestro sentido de pertenencia a una ficción de nación.
El cumplido evoca una especie de monumento congelado, de discurso vacío, estático, fuera de contexto. Su contenido es anegado por la “obligación” y el “sacrificio”, pero nunca comprendido desde el marco del trabajo, por ende, como una relación social. La docencia conlleva todo un compromiso de propiciar la emancipación del individuo (no el individualismo) para trascender a un plano de autoconocimiento y de relaciones de solidaridad dentro de la sociedad.
Es decir, facilitar procesos de enseñanza-aprendizaje que contribuyan a no ver al estudiante como un banco de datos, sino que genere, individual y colectivamente, reflexiones sobre su entorno y un sentido de pertenencia a procesos de construcción y deconstrucción donde participe plena y activamente.
Además, no se educa para construir nación, sino para superarse individualmente y reducir la importancia de la memoria. La educación ha sido utilizada, especialmente en los momentos históricos donde los controles oligárquico, militar y empresarial se han impuesto, como reproducción ideológica del ideario de las formas de dominación.
Por ello no me extrañaría que, a lo sumo, en el presente habite, dentro del imaginario social, el vago recuerdo de la razón de la conmemoración del “Día del Maestro”. No así la explicación a partir del inicio de la crisis del régimen político de Jorge Ubico, del sistema de explotación a través de la finca como eje regulador de la vida cotidiana y de la necesidad de reconfiguración de la trama liberal oligárquica, según narra Sergio Tischler en Guatemala 1944: Crisis y revolución. Ocaso y quiebre de una forma estatal.
Retomo aquí algunas reflexiones tomadas en este importante libro (págs. 195-207) para comprender los puntos nodales de la crisis en la que participaron estudiantes y maestros como grupos que, ante las medidas dictatoriales de Ubico, habían decidido no ser parte de los actos de conmemoración del 30 de junio. Recordemos que en esa fecha celebraban los liberales el triunfo de la Reforma Liberal de 1871. Ubico no era ajeno a ello y convertía cada acto de reafirmación de los grupos de poder en un elogio para él mismo.
Se inició una huelga por destitución de personal de, en aquel entonces, la Universidad Nacional y de otras áreas magisteriales. Se exigió la reinstalación de los maestros destituidos, la desburocratización de puestos administrativos, ampliación del acceso a capacitación científica y técnica, contar con funcionarios acordes al modelo universitario, fundar nuevos centros facultativos y otorgar la autonomía universitaria. También se pidió la restitución de las garantías constitucionales suspendidas por el régimen.
Por otra parte, el Día del Maestro era celebrado el 29 de junio mediante agotadoras jornadas de carácter militar a las que eran obligados los maestros a participar. Por lo tanto, se exigía al gobierno ubiquista que no se pretendía dejar de celebrar las fiestas cívicas, pero que no debía forzarse la presencia de docentes en dichos actos. Como protesta, en los ensayos previos al desfile, los maestros dejaron de cantar el himno y desobedecieron las órdenes de los instructores militares.
Unida a la fuerza urbana desatada por estudiantes y maestros, se sumaron personajes del sector político tradicional aglutinados en el Partido Social Democrático. Se hicieron famosos por elaborar el memorial denominado de “los 311”, solidarizándose con el estudiantado que ya había tomado las calles y estaba presionando a Ubico, lo cual rearticulaba el escenario político para realizar una huelga general.
La sexta avenida, de la cual hoy se ha pretendido borrar su importancia como escenario de las luchas sociales de sectores populares organizados, maquillándola y otorgando concesiones a las amistades del señor alcalde que hace homenaje con pasos a desnivel a dictadores como Ubico y Carrera, fue tomada la mañana del 24 de junio de 1944 como legítimo espacio público, a pesar de la supresión de asambleas universitarias, para manifestarse.
A manera de cortejo fúnebre, hombres y mujeres caminaron de forma silenciosa a lo largo de toda la avenida hasta el Parque Central. El miedo al dictador se había perdido. El espacio público se convirtió en espacio ciudadano, y por la tarde ya no eran solamente maestros y estudiantes: gran cantidad de la población salió a exigir sus derechos.
Ubico creía que Guatemala no estaba preparada para una democracia y que por lo tanto necesitaba una mano fuerte (cualquier similitud con la realidad actual no es pura coincidencia). El ejército salió desde la madrugada del 25 de junio para tomar las calles. La manifestación popular realizada ese día fue brutalmente reprimida dejando varios heridos y la muerte de la maestra oriunda de Las Ánimas, Asunción Mita, Jutiapa, María Chinchilla. El martirio de esta profesora originó que el “Día del Maestro” no fuera tomado como una celebración cualquiera, sino como parte de los logros de los diferentes grupos sociales frente a la dictadura ubiquista. Jorge Ubico renunció el 1 de julio de 1944. Se daba paso a un nuevo escenario.
Con la descripción anterior pretendo remarcar que es imperativo que, por un lado, dejemos de conmemorar fechas sin saber su significado, y por otro, que nos urge retomar esa memoria colectiva de lucha no solamente para transformar los problemas educativos, sino para generar propuestas y acciones apegadas a nuestra realidad en todos los ámbitos.
No es solamente la muerte de María Chinchilla. Esa tragedia se debe convertir en una posibilidad comprendida entre todos los elementos que aceleraron el derrocamiento del dictador. Hoy, nuestro reto, creo, es que la memoria nos sea parte de confrontar y transformar este sistema que se empeña por subsumirnos en la indiferencia, la violencia y el individualismo. Más que una herramienta, una forma de vivir para transformar, especialmente en una coyuntura crítica y abierta a que las diferentes expresiones de inconformidad y acciones trasciendan la lógica electoral.
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