Arnoldo Medrano, sempiterno alcalde del municipio de Chinautla, ha levantado un imperio de corrupción revestido de impunidad. Casi religiosamente, durante cada campaña electoral, tan importante como la peregrinación en busca del empresario de televisión Ángel González, era la romería política hacia el empobrecido municipio al norte de la ciudad. El elegido siempre era el más probable ganador de la presidencia. De tal suerte que el imperio Medrano, al ofrecer votos y apoyo político al futuro gobernante, se aseguraba de estar en la nómina de jefes ediles del partido político en el gobierno.
El comodín de la corrupción y el clientelismo servía a cualquier ficha política que tuviera la posibilidad real de alcanzar la presidencia. La lealtad política le duraba a Medrano el tiempo que la Constitución asigna para cada período de gobierno. Con ese respaldo para encaramar sobre los escalones de su habilidad para el “negocio político”, el alcalde insignia de la corrupción no vendía votos sino que compraba ceguera. Lograba mediante este mecanismo, conocido, aceptado y tolerado por todos y cada uno de los partidos que han llegado a la presidencia, que los órganos de control obviaran incarle el diente de la auditoría a sus administraciones.
Una gloria que no le duraría mucho más puesto que, finalmente fue cachado. Tal vez porque se descuidó en sus maniobras o quizá porque el ente investigador tuvo la paciencia de armar el rompecabezas que podría permitir, finalmente, destronarlo.
Ello, si logra solventar las trabajas judiciales que no tardarán en salir a la escena. Pues resulta que, al comodín de la política se le ha logrado acuachar el comodín de la defensa criminal. El abogado Francisco García Gudiel, el autollamado “varoncito” capaz de soportar dolores de parto, se ha hecho cargo de representar a los familiares de Medrano.
El comodín de la defensa criminal, ése que alcanzó notoriedad por su adicción al litigio malicioso en el juicio por genocidio, ha cosechado sus frutos. De entrada, el abogado que representa al grupo Medrano, con el ejemplo de su mentor, ha conseguido la recusación de la jueza que conocería el caso, bajo el argumento de enemistad con la misma. ¿Dejavú?
Como se ve, tal y como se denunció cuando García Gudiel hacía gala de sus manías fraudulentas para litigar en la defensa de Efraín Ríos Montt, ahora, en un proceso por corrupción al más alto nivel, la historia se repite.
De tal suerte que el comodín de la política camaleónica, se cruza con el comodín de la defensa maliciosa para continuar con la aniquilación del estado de derecho. Las voces de la impunidad, que defendieron vergonzosamente la manipulación del sistema jurídico en aras de que no se juzgara el genocidio, pueden sumar otra estrella a su nefasta heredad.
Al tolerar, estimular y proteger las acciones maliciosas de García Gudiel en el proceso por genocidio, le permitieron a dicho abogado comodín, desarrollar un método corrupto de proceder ante las cortes. Método que ahora se extiende al ámbito de la lucha contra la corrupción y que amenaza con instituirse como esquema de defensa criminal.
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