Quizá el fracaso más grave del Gobierno de Pérez Molina sea el tema de la seguridad ciudadana, la que otrora fuera su oferta electoral principal. El viernes pasado me tocó presenciar un asalto: cuatro hombres armados en dos motocicletas despojaron de sus pertenencias a un transeúnte. El hecho se registró en la zona 1, a las 7:30 de la mañana. Luego de reponerme del susto, reflexioné que me pudo tocar a mí, y sentí la impotencia que constituye la realidad cotidiana de la gran mayoría: delincuentes operando con toda impunidad, y la corrupción que inutiliza a las fuerzas de seguridad. Y con rabia reiteré que, en semejante estado de violencia y criminalidad galopantes, ¡qué descaro el del Ministro de Gobernación, Mauricio López Bonilla, quien estando en el cargo se atrevió a presentarse sobre una tarima, como si fuese una suerte de héroe, violando la Ley Electoral y de Partidos Políticos, como otro delincuente más!
Similar indignación ha causado la vicepresidenta Baldetti, quien también se prestó al espectáculo politiquero, ejerciendo cargo público. Afortunadamente, vejámenes tan descarados y extremos nos están llevando al límite, hecho demostrado por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) al sancionar al Partido Patriota (PP) y a Baldetti, suspendiéndole su calidad de secretaria general. Como si tan ejemplar acción no fuese suficiente invitación a corregir y demostrar un poco de pudor, respeto e integridad, la señora Baldetti y su séquito de lacayos rastreros se lanzaron a impugnar la justa sanción del TSE. Echaron a andar la maquinaria de la impunidad, hasta lograr que unos “jueces” le otorgaran el amparo, salvo un voto en contra.
Pero, si el oficialista de hoy PP está así de mal, pues preparémonos con el “opositor” Lider, que en componenda putrefacta se repartieron el control, precisamente de esa maquinaria de impunidad que, trágicamente, ostenta el nombre de Organismo Judicial. Vaya tragedia: con el oficialismo mal, y con la “oposición”, igual. De hecho, los miembros titular y suplente de la Junta Monetaria electos por el Congreso, evidencian con meridiana claridad esta “trinca” ilegítima y corrupta. Así, la única ruta es continuar la tragedia cotidiana de la violencia que cobra demasiadas vidas, la corrupción que pudre lo que toca y la desesperanza reflejada en el miedo y la migración por desesperación. El resto de partidos políticos no han ofrecido nada muy distinto a los coludidos PP y Lider.
¿Tan indiferentes e indolentes somos con nosotros mismos? ¿Acaso nos hemos tragado eso de que comprar un arma y auto-encarcelarnos en condominios-fortalezas es una buena calidad de vida? ¿Estamos todos podridos y corruptos?
Pues parece que no. La indignación de la gente da esperanza. Es verdad que tenemos miedo, y eso bloquea la acción ciudadana organizada y efectiva. ¿Qué puede arrancar el miedo colectivo, y lograr articular una fuerza ciudadana legítima que le ponga un alto a tanto descaro? Sin duda, el valor y el ejemplo. Hoy, la denuncia pública de los vicios en los procesos de postulación y elección de magistrados, y la renuncia, también pública, como magistrada reelecta de Claudia Escobar Mejía, la misma que se opuso a amparar el desafío de la vicepresidenta Baldetti al TSE, está generando una ola de esperanza. Y ojalá encienda la chispa del valor de animarse a frenar el abuso, la corrupción y la violencia.
No conozco a la licenciada Escobar Mejía, e ignoro sus actuaciones pasadas. Pero eso es irrelevante ahora, porque lo que ha hecho es lo correcto, y ojalá aliente a otros a hacerlo. Es una oportunidad que, ojalá, no perdamos.
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