Y, como suele suceder, las realidades e interacciones fuera de la visión dominante difícilmente se incorporan a las construcciones mentales. Independientemente de las razones, en el marco de las migraciones, de los derechos humanos y del desarrollo de forma creciente empiezan a tolerarse y a colaborar. Porque las migraciones en países que expulsan a sus habitantes son necesariamente un fenómeno que engloba el derecho individual tanto a migrar como a no migrar, pero también una visión sistémica de cómo la migración interactúa con las características del desarrollo de un país o una región.
En este contexto, últimamente experimentamos un verdadero auge de actividades con el enfoque de migración y desarrollo. Hace pocos días, la universidad Landívar invitó a un congreso los días 25 y 26 de noviembre. Sigue uno de la Flacso. Incluso, el Mineduc plantea el tema en su encuentro Generando Oportunidades y Alternativas de Inclusión para Población Migrante y Refugiada, seguido de un encuentro de tanques de pensamientos de la región invitados por la Asíes.
Obviamente, la intensa actividad no es solo una reacción ante los nuevos flujos migratorios y su abordaje por medio del financiamiento. Tras bambalinas se buscan nuevas respuestas, aún de forma insegura, porque muchos proyectos se anticiparon a la reflexión profunda sobre el quehacer y ya están en marcha.
Es en este contexto donde el programa Migración y Desarrollo de la Flacso se preguntó las razones que obstaculizan el uso de remesas como una fuente de inversión exitosa. En investigaciones exploratorias, dirigidas a asociaciones de migrantes y a actores locales, sobre todo a representantes de cooperativas, recolectamos respuestas que nos advierten que el uso de la remesa como fuente de inversión es un sueño prometedor cuya realización tiene muchas condiciones.
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Para muchos, la idea de la inversión de remesas se enfoca en los nuevos emprendimientos, sobre todo las mipymes. Pero las respuestas de algunos actores entrevistados revelan que no es suficiente tener fuentes de nuevo financiamiento. Aunque esto sea muy atractivo, no se puede renunciar a erradicar todos aquellos obstáculos que tanto aquejan a cada pequeño empresario: la falta de asesoría, los trámites complejos, la escasa infraestructura, etc. En este sentido, los proyectos alrededor de la remesa que ignoran el gran contexto del desarrollo están destinados a sufrir percances.
Nosotros visualizamos más la transferencia de remesas colectivas, que son fondos transferidos por migrantes del Norte a sus comunidades de origen con el objetivo de contribuir a las múltiples necesidades que las aquejan. Un ejemplo en este contexto es el programa 3x1, una forma de financiamiento que se ha vuelto muy común en el país vecino, México. Pero en Guatemala, aunque en el Mineco se han llevado a cabo unas primeras reflexiones, aún no existe una iniciativa de esta naturaleza.
Por lo general, se puede constatar un interés de las asociaciones de migrantes en Estados Unidos de mejorar las condiciones de vida de sus familiares, por lo que sus proyectos de desarrollo, vivienda, educación, producción y otros se someten, en primer lugar, a las limitaciones de las mismas asociaciones. Muchas no buscan asesoría y no tienen contacto con la municipalidad. Por esta razón sus ideas son más concretas y, cuando se dirigen a temas productivos, generalmente no se alinean a los planes de desarrollo municipal. Otra gran limitante son las experiencias negativas, a veces relacionadas con la corrupción.
Además, las preguntas sobre el nivel de confianza en actores nacionales revelan un enorme grado de desconfianza hacia el sector público, incluso hacia la empresa privada. Solo las cooperativas se salvan de esta percepción tan negativa, y aún más las Iglesias.
No cabe la menor duda. Los proyectos y las políticas públicas con este enfoque estarán obligados a crear un contexto favorable para la inversión y, a su vez, a favorecer vínculos entre actores que hasta ahora apenas se relacionan: asociaciones, receptores, Iglesias, cooperativas, Estado y municipios. Es decir, el uso de las remesas para fines de desarrollo local trae nuevas oportunidades, pero al mismo tiempo plantea problemas nuevos, así como algunos ya muy viejos y aparentemente inamovibles.
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