Como anillo al dedo

De aquí en adelante y por los siguientes meses, tendrá cheque en blanco para hacer un sinnúmero de acciones. ¿Quién cuestionará la ubicación de fondos públicos que se orienten a la zona del desastre? Justificación para transferencias, para movilizar a alcaldes y gobernadores, para que la agenda de las contingencias pase a ser la central, sobre la que gire el entramado de la administración pública. Se ha aumentado, en un cerrar y abrir de ojos, la capacidad para hacer, para responder con la mayor inmediatez y sin aparentes límites. La obra pública, la tradicional forma para demostrar a un gobierno en acción, es la punta de lanza pero también una gran tentación para cometer desmanes.

De momento, la realidad exige que ciertas prioridades sean dejadas de lado temporalmente como la aprobación de las Reformas Constitucionales. Esos asuntos se podrán retomar sobre una base de mayor confianza ciudadana. Será positivo ver a ministros y otros funcionarios poniéndose las botas y echar punta, siempre que eso no se haga a expensas del drama humano y para capitalizar activos políticos, aparecer en las fotos y granjearse puntos dentro del partido y pensando en las siguientes aventuras.

Es lamentable que a pocas horas de lo ocurrido, las redes sociales sean utilizadas para comenzar a sacar ventajas, para levantar los perfiles de los supuestos héroes que remueven escombros. Me refiero a los mensajes que, como si fuera el 9/11, colocan medallas a más a y mejor a los miembros del ejército que “con palas y piochas ayudan a las poblaciones, las mismas que hace semanas los atacaron con palos y piedras”. Será clave que el gobierno tome distancia de esa lógica que golpea, utiliza y nos separa, en momentos donde lo que debe privar son los mensajes contrarios, de unidad, solidaridad de la verdadera y respeto a la dignidad de las personas.