En un interesante trabajo de investigación periodística, Jessica Gramajo[1], entrevistando a políticos y cuadros dirigentes de partidos políticos, devela el dramático preámbulo electoral de 2023 en donde, sin necesidad de hacer fraude, el llamado pacto de corruptos tiene garantizada la continuidad del ejercicio del poder y, paralelamente, el deterioro del país y la emergencia de nuevos ricos.
No importa quién y qué partido ganará las elecciones. Con el control de la institucionalidad electoral de parte de estas mafias políticas, el amplio abanico de propuestas electorales conservadoras y las pocas opciones de oposición, irrelevantes por su debilidad institucional, el continuismo depredador político está garantizado.
Desde tiempos coloniales los patrones han sido los que mandan en el país (no lo gobiernan). Actualmente es igual, los dueños de los partidos son los que llegan a los espacios de representación, aunque no representan más que a su estrato social y a sus redes familiares que viven cobijados y mantenidos por el Estado.
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Está claro que los posibles candidatos con más posibilidades de llegar a los cargos públicos son los que han ejercido el poder de manera continuada. Repiten y repiten y van en los primeros lugares por imposición, no por voluntad de los afiliados. Ya se menciona quiénes serán los designados, sin haber realizado asambleas que son el espacio de elección de candidatos. Las asambleas emergen como un espectáculo vacío e inútil.
Funcionarios actuales, que son las roscas cercanas a los gobernantes y legisladores, se mencionan para ocupar cargos de elección como diputados, vicepresidente y presidente. Otros son tránsfugas de partidos que saltan de uno en uno, pisoteando la ideología y posición partidaria que deberían tener. Otros han sido condenados legalmente por actos de corrupción en cargos anteriores. Otros están listados por Estados Unidos como corruptos, narcotraficantes y delincuentes. Algunos más, por corrupción en sus cargos, han sido encarcelados; otros han manipulado las elecciones, o sus familiares son procesados como delincuentes o como genocidas. Ellos, serán las próximas autoridades.
Las elecciones no reflejan ningún grado de democracia real. Al contrario, son la expresión del sistema que fingiendo ser democrático, continua en la inercia colonialista, de patrones y servidumbre (política en este caso).
La investigación mencionada, menciona que los partidos como Semilla, Winaq o Urng, tienen intenciones de reelegir a la totalidad de los pocos diputados que lograron en el proceso electoral anterior. La voluntad de las asambleas no cuenta, porque no se han realizado para designar democráticamente a sus representantes en los comicios. La misma práctica de los partidos anidados en el pacto de corruptos, que imponen candidaturas que luego son refrendadas por las asambleas obligatoriamente, se replica en los partidos de «oposición».
En el año 2019, escribí en este medio el artículo La Caja Negra[2], intentando demostrar cómo el sistema electoral y de partidos políticos está diseñado para que, cualquiera que ingrese legalmente como partido o, es transformado a las conveniencias del sistema o, bota las máscaras a los discursos correctamente políticos, emergiendo la ideología conservadora y colonialista, aun tratándose de partidos auto llamados progresistas o de izquierda.
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La oposición debería proponer una alternativa a los corruptos, demostrando democracia interna real en sus partidos. Promoviendo que otros líderes se involucren y tengan los primeros lugares en las planillas y los que ya estuvieron que los acompañen. Porque ir en primer lugar de las planillas en esta caja negra, es simplemente para tener asegurada su reelección y eso no refleja si los electores están o no conformes con su actuación parlamentaria.
Retomo de ese artículo de 2019, los siguientes párrafos que reflejan cabalmente lo que se está viviendo pre electoralmente:
«Desde 1985, se liberó la participación de diversas corrientes ideológicas prohibidas o reprimidas en la época de la revolución/contra revolución de mediados del siglo XX; esas corrientes: socialistas, social-demócratas, de izquierda, centristas, etc., al entrar a la caja negra del sistema ha producido partidos políticos intrascendentes, con lógicas de estructuración y acción similares a los tradicionales. La caja negra funciona mediatizando ideologías, posiciones políticas, obviando liderazgos, propuestas legítimas y alternativas democráticas.
En estas condiciones, los partidos políticos llamados democráticos, socialistas o de izquierda no se visualizan como algo diferente, más que en los discursos y principios que los legalizan, no en la práctica que los encamina hacia el suicidio o agonía política; porque la caja negra así procesó y evacuó sus principios y aspiraciones. Es el sistema creado por los grupos dominantes, digo colonialistas.»
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