Por un lado, es interesante observar cómo, en una sociedad como la mexicana existen además de la oficial y la comercial expresiones artísticas alternativas, que se ven tanto en las calles como en diversos recintos. Es un país pujante en el que las formas artísticas, literarias, teatrales, cinematográficas y culturales en todas sus manifestaciones se muestran de lunes a domingo cada semana de manera ininterrumpida durante el año. En el mundo de la actuación la presentación de este grupo de actrices lo confirma. Es la Colectiva de teatro de las oprimidas «Magdaíris».
Según expresa Jess Zambrano, una de las integrantes de la colectiva: «La mayoría de nosotras estudió en la Facultad Popular de Bellas Artes de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo». Luego, añade que se conocieron en un taller que tomaron con Yamel El Mosri, quien es una reconocida directora, actriz y pedagoga teatral. El taller se llama «Ma(g)dalenas» y es una red que abarca América Latina, Europa, Asia y África. De ahí se unieron para formar su propia propuesta.
Como todo grupo experimental, las mujeres que participan en la colectiva siguen la metodología de Barbara Santos, quien es la fundadora del teatro de las oprimidas. En la página web del taller Ma(g)dalenas se explica: «El Teatro de las Oprimidas promueve la investigación estética de las injusticias directamente vinculadas a la intersección entre género, raza y clase. El Teatro de las Oprimidas se centra en los modos de socialización y la construcción del concepto de género como procesos para definir los roles sociales, con el objetivo de analizar los mecanismos de opresión que sostienen al patriarcado y buscar alternativas para transformar esta realidad.
«El Teatro de las Oprimidas no es el femenino plural del Teatro del Oprimido, sino una metodología con propuestas específicas para hacer teatro. Metodología disponible para todas aquellas personas comprometidas con la superación del patriarcado, con la posibilidad de otros modos de existir y con la construcción de un proyecto de transformación social que incluya sujetxs múltiples. Y sobre todo, es la apertura hacia un pensamiento de las Estéticas Feministas« (https://teatrodelasoprimidas.org).
Para confirmar lo anterior, dice Jess Zambrano: «La metodología Ma(g)dalena se centra en las opresiones de género que vivimos las mujeres. Mientras que el teatro de las personas oprimidas (propuesta del brasileño Augusto Boal), intenta considerarlas todas a través de diversas formas que constituyen esta metodología como el ‘teatro foro’. En este se exponen los temas a modo de obra interactiva en la que se invita a los espectadores a dar propuestas para cambiar el rumbo de la obra, y entre todes les participantes buscar la mejor solución a ejecutar en escena como una práctica escénica para la transformación de nuestra cotidianidad… [nosotras nos] reunimos para hacer teatro con mujeres para mujeres, [para] hacer de lo artístico algo político. Lo poético es político», concluye.
Por otro lado, como parte del público, me pregunto si no es acaso una propuesta masiva de este tipo el que nos hace falta implementar en nuestro país para empezar a cambiar el pensamiento conservador en que nos movemos. Valdría la pena que quienes se dedican al teatro o quieran incursionar en él, sobre todo los comprometidos con la lucha por los derechos de las mujeres, entre otros, también tomen en cuenta propuestas metodológicas de esta clase. Sin libros, aislados, mediatizados por Netflix y plataformas afines, aún temerosos por los efectos de la pandemia, los guatemaltecos estamos expuestos a seguir con los patrones de comportamiento impuestos en lo político, lo social y lo económico. Obras de teatro bajo esta modalidad, con eficacia y profesionalismo como las de la colectiva Magdaíris, bien podrían contribuir a que, poco a poco, encontremos soluciones diversas y creativas a los conflictos que se presentan.
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