La mascarilla y el gel desinfectante se han posicionado como artículos esenciales para la población, en especial la urbana, pero en unos casos la primera se porta debajo de la nariz, a la altura de la barbilla o incluso en torno de la muñeca o en el antebrazo, mientras la segunda ya genera cierta adicción porque en espacios como los centros comerciales se aplica a diestra y siniestra.
De las calles desoladas, el confinamiento en viviendas y la restricción de horarios en servicios y transportación, hoy, en líneas generales, se ha pasado a un funcionamiento con normalidad o a intentos de hacerlo, pues también hay sectores que persisten en extremar medidas más por conveniencia o acomodamiento que por un peligro específico, ya que este asola por todos lados y sin discriminación.
En ese sentido, quienes viajan por vía aérea no reparan en que los aviones se desplacen con cupo lleno, lo cual implica que los usuarios van codo con codo en la clase económica. Sin lugar a dudas, los protocolos implantados deben garantizar que el recorrido estará exento de complicaciones causadas por el coronavirus. En tierra, es usual observar que en los taxis se produzca una suerte de ruleta, dado que cada quien va bajo su riesgo y solo guiado por la obligación de llegar a su destino.
A propósito de ir y venir, al transitar por el centro de la ciudad se puede ver muy temprano a individuos en situación de calle unos pegados a otros en espera de recibir su ración de alimentos a un costado de la Plaza Mayor, en tanto que en distintas entidades públicas las colas no son pequeñas ni el distanciamiento es grande entre quienes buscan atención en los ámbitos de la burocracia. De hecho, caminar por esa parte de la capital muestra imágenes que reflejan la emergencia por los productos citados, mas no por la cantidad de gente a pie o en vehículos.
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Con las salas de cine reducidas a una mínima participación de espectadores y los teatros cerrados, no pasó inadvertido lo suscitado el domingo 9 de mayo por la noche en Santa Cruz del Quiché, donde un partido de futbol concentró a no menos de tres mil aficionados que celebraron en el recinto y prolongaron los festejos en el parque central, duelo en el que las autoridades sanitarias dirigieron la mirada hacia otro lado, ya que el tablero de alertas tiene esa área entre las rojas.
Y en medio de las diversas formas como se ha ido asimilando la enfermedad que modificó de cabo a rabo las rutinas sociales, la vacuna ha llegado con cuentagotas a nuestro país. El arribo no ha estado libre de polémica, inicialmente por la tardanza y después por la pequeña cantidad de dosis, apenas 50,000 de la Sputnik V, que se sumaron a las donaciones provenientes de India e Israel. En el caso de Guatemala, es obvio que no ha sido efectivo el mecanismo Covax, instancia que, supuestamente, propicia un acceso equitativo «lo más rápido posible» a todos los países.
También se ha escuchado que, pese a las expectativas, ha habido días en los que la afluencia de pacientes ha sido escasa y se ha mostrado una significativa ausencia de quienes se registraron aunada a que el lote del medicamento caducará en mayo o junio, aspectos que, además de contradictorios, motivan reacciones diversas entre quienes siguen aguardando su turno.
Guatemala lleva dos meses con la ejecución del Plan Nacional de Vacunación contra la Covid-19. Su implantación ha sido compleja y con visiones contrapuestas, tanto que, según el portal Our World in Data, no alcanza el 1 % de la población, igual que en Honduras, en tanto que en El Salvador se ha logrado el 2.4 %, en Panamá el 6.1 %, en México el 7.4 % y en Costa Rica el 8.7 %. Lejos estamos de leer mensajes como el de Bill de Blasio, alcalde de Nueva York: «Tu vacuna te está esperando».
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