¿Ciudadanos de segunda categoría?

Uno de los más grandes problemas que aqueja a nuestra sociedad es la precaria situación que como ciudadanos, debemos enfrentar, ya que es una historia muy frecuente encontrarse con la incapacidad de las instituciones públicas de cumplir adecuadamente el rol de protección o tutela que como ciudadanos, esperamos y exigimos. Y como analista de la realidad de nuestro país, el relato de las deficiencias de la institucionalidad pública tiene aún más sentido cuando se trata de un caso que tiene nombre y apellido, porque es un rostro conocido.

Me refiero a la historia de Anny Dolores Mendoza Mazariegos, una valiente luchadora en contra del cáncer que tiene en su contra una decisión del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, de negarle un medicamento que podría significar la diferencia entre la vida y la muerte.

Todo empezó con el diagnóstico inicial de cáncer en el pulmón, el cual empezó a ser tratado con quimioterapia y radioterapia a mediados del año pasado. Sin embargo, como medida de precaución para evitar la diseminación de células cancerígenas por todo el cuerpo –el proceso llamado de Metástasis–, el tratamiento recomendado era atacar a las células cancerígenas con un medicamento novedoso en el mercado, llamado Erlonenib, de la casa Roche.

Dicho medicamento, por ser de reciente comercialización, tiene un costo prohibitivo en el mercado, por lo que una negativa del IGSS, sin siquiera explicar las razones de dicha negativa, significa para Anny y su familia nadar contra la corriente. Ante un caso como este, uno se pregunta: ¿para qué sirve toda la propaganda sobre el cambio en el IGSS, si nada de esto se traduce en un mejor servicio a la ciudadanía?

Muchos dichos refieren la noción de que el dinero no es sinónimo de felicidad ni de bienestar; sin embargo, en casos de la vida real como los de Anny, uno quisiera tener todos los recursos disponibles para que la perseverancia, la fe y la dedicación, sean acompañados de los recursos necesarios para ser efectivos en una lucha tan desigual, como lo es el cáncer.

Lamentablemente, las instituciones del Estado están tan saturadas de ineptitud, tan plagadas de conformismo y de malas prácticas, que una historia más no hace la diferencia, ni parece conmover a nadie. ¿Será que podremos esperar algo diferente en la era del Gobierno del Cambio?