Y pareciera que todos los participantes del Programa de Jóvenes Líderes Iberoamericanos de la Fundación Carolina estamos en el mismo proceso de descubrimiento: de nuestros compañeros de viaje, de las culturas de los distintos países que representamos, de las ciudades que visitamos mientras se nos ofrecen las herramientas para poder ser mejores líderes y, por lo tanto, se nos impulsa a cambiar nuestros entornos.
Las realidades de cada país en América Latina son muy distintas, no digamos las de España y Portugal. Sin embargo, el énfasis que se le ha dado durante estas semanas a la responsabilidad individual de cada persona en cambiar la situación de su entorno implica que, como jóvenes, tenemos la fuerza y constancia para luchar por nuestros ideales. Así como lo ha demostrado el movimiento juvenil en España llamado 15-M, que se ha movilizado y obligado al Gobierno a voltearlo a ver.
Ayer tuvimos el honor de conocer al vicepresidente del Parlamento de la Comunidad Autónoma de Andalucía, quien luego de explicar las especiales características de un órgano legislativo dentro de otro más grande, como es el caso del Parlamento español, y luego situarse éste en otro aún más grande como es el Parlamento Europeo, nos invitó a los centroamericanos a continuar con el proceso de fortalecimiento del Parlacen. Al salir de dicha reunión y comentar el tema, todos los centroamericanos tuvimos la misma frase: los puestos en el Parlacen son puestos en los que se busca inmunidad, que nadie conoce quienes lo integran y que es una pérdida de dinero. Sin embargo, la peor parte de esta conversación fue ver como muchos no hemos descubierto la necesidad de vernos como región. A escasos dos meses de las elecciones, en las que también debemos votar por diputados al Parlacen, los guatemaltecos poco sabemos sobre las finalidades de dicho organismo regional, sus competencias y, mucho menos, quiénes son los candidatos a diputados para esa institución.
Poder llamarnos centroamericanos y sentirnos hermanos con salvadoreños, hondureños y nicaragüenses es más que una posibilidad, es una necesidad que debería estar las agendas políticas de cada uno de los países que conforman la región. Me parece que la autoexclusión de Costa Rica a este ideal no es aceptable. Es una postura que no construye, sino más bien destruye la posibilidad de proyectarnos como una región rica en cultura y recursos naturales. Es cierto que existen y existirán diferencias entre nuestros países, pero las diferencias son mínimas cuando se comparan con las similitudes.
Los jóvenes centroamericanos tenemos la responsabilidad de reformular los ideales del Parlacen y de encontrar nuevos medios para unir nuestros países. Presentarnos al mundo como una región económicamente estable, con menos pobreza y más trabajo, más oportunidades y menos inmigración, más seguridad y menos violencia. Esta es la salida al desarrollo por la que debemos luchar. Apostar por un concepto más amplio de soberanía y crear organismos centroamericanos que formulen acciones comunes no tiene que ser un problema. El Parlacen no tiene que ser otra institución corrupta cuyos miembros se dediquen a viajar y a gastar el dinero que no tenemos. En cambio, debe ser un espacio para cambiar nuestra perspectiva cerrada y nacionalista por una imagen unida, fuerte y libre. Por eso mismo, nuestro voto para nuestros representantes en el Parlacen es tan importante como el de alcalde, presidente y diputados al Congreso. Pero así como es necesario saber qué queremos de los funcionarios públicos locales, también debemos saber qué exigirles a los regionales.
Imagínese que en el futuro le pregunten de dónde es y, sin dudarlo, orgullosamente diga “soy centroamericano”, que los problemas de inseguridad los resolvamos de forma conjunta, que no existan barreras políticas, económicas o sociales, que las fronteras las vayamos borrando sin perder nuestra identidad como país pero reconociéndonos como unidad…
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