Una historia accidentada
El origen de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños(CELAC) se remonta a la década de los ochenta, cuando se creó el primer espacio de concertación regional en medio del recrudecimiento de la Guerra Fría en Centroamérica y de la transición democrática en América del Sur.
Se trató del Grupo de los Ocho —creado, en 1986— a partir de la unificación del Grupo de Contadora (México, Colombia, Venezuela, Panamá) y su Grupo de Apoyo (Brasil, Argentina, Perú, Uruguay), que ya en 1990, se transformó en el Grupo de Río y se amplió hasta cubrir la mayor parte de América Latina e incluir alguna representación caribeña.
El Grupo de Rio realizó una veintena de reuniones de alto nivel, pero la retórica y la falta de prioridades redujeron el efecto de los acuerdos logrados. Ya cuando el Grupo empezaba a languidecer, el servir en 2008 como espacio de encuentro entre Uribe, Chávez, Correa y Ortega rescató algo de su sentido.
Por otra parte y en esa misma época, los gobiernos de Brasil, México intentaban ampliar los acercamientos regionales mediante iniciativas diferentes, pero convergentes, hasta crear la primera organización de toda América Latina y el Caribe:
-En diciembre de 2008, Brasil convocó a la Iª Conferencia de América Latina y el Caribe (CALC) sobre Integración y Desarrollo. Con las solas ausencias de Álvaro Uribe y Alan García, los asistentes se comprometieron a buscar resultados tangibles en doce asuntos:
- cooperación entre mecanismos de integración,
- crisis financiera internacional,
- energía,
- infraestructura,
- desarrollo social y erradicación del hambre y la pobreza,
- seguridad alimentaria y nutricional,
- desarrollo sostenible
- desastres naturales,
- derechos humanos y combate al racismo,
- circulación de personas y migraciones,
- cooperación Sur-Sur,
- proyección de América Latina y el Caribe.
-Por otra parte México propuso formar la Unión Latinoamericana y del Caribe, y en Cancún, en febrero de 2010 — durante la XXI reunión del Grupo de Río y la II de la CALC — se decidió constituir la CELAC, sobre la base de una lista de metas compartidas:
- diálogo y concertación política,
- posiciones comunes ante acontecimientos relevantes,
- impulso de la agenda regional en foros internacionales,
- interlocución con otros actores,
- convergencia de mecanismos subregionales de integración.
Buen comienzo
La primera reunión formal de la CELAC estaba prevista para julio de 2011 en Caracas, pero debido a la enfermedad de Chávez, promotor de la iniciativa, se postergó para diciembre de ese año. En esta oportunidad el presidente de Venezuela quiso darle un fuerte sentido de reivindicación histórica: anunció que la CELAC sustituiría a la OEA.
Sin embargo, la CELAC arrancócon una buena dosis de pragmatismo y de flexibilidad: no se proclamó en contra ni en reemplazo de nadie; la participación en las iniciativas sería voluntaria, garantizaría igualdad de los Estados, respeto a la integridad territorial y no intervención en sus asuntos internos; no se votaría un tratado constitutivo ni presupuesto propio; funcionaría con una presidenciapro tempore que convocaría a la Cumbre de mandatarios, a la sesión de cancilleres, a los coordinadores nacionales, a las reuniones especializadas y a la troika (integrada por Chile, Cuba y Venezuela).
Aunque la declaración, el plan de acción y las resoluciones aprobadas en Caracas aluden a temas disímiles, entre sus objetivos se destaca la búsqueda de comunicación, coordinación, complementariedad y sinergia entre organismos e instituciones subregionales de integración.
Aspira a constituirse en una instancia de diálogo, para la solución pacífica de controversias y para concertar posiciones que fortalezcan la presencia regional en foros globales o ante acontecimientos relevantes.
Nosotros y la UE
Al acercamiento de América Latina y el Caribe han contribuido también las cumbres y programas con Europa que, desde 1999, han venido estrechando sus nexos, en un contexto marcado en su arranque por la Post–Guerra Fría, la preeminencia de Estados Unidos en las agendas multilaterales y la crisis económica en buena parte de los países latinoamericanos y caribeños.
Las cumbres birregionales son además escenarios para vincular los Estados con las organizaciones sociales y otros grupos de interés ciudadano y no gubernamental de ambos lados del Atlántico. Así ocurrió en Santiago de Chile esta semana: se encontraron numerosas organizaciones de la sociedad civil, 200 centros universitarios y 800 empresarios, y se reunieron parlamentarios y tribunales judiciales, que precedieron a la VII cumbre presidencial entre los 33 países de la CELAC y los 27 de la Unión Europea (UE).
Estas reuniones se dieron en medio de innovaciones que facilitaron a cada lado explicitar lo que percibe y desea de su contraparte y buscar posiciones comunes.
América Latina y el Caribe es hoy una región más próspera que en los años noventa, tras una década de crecimiento económico y de estabilidad política. También se siente más autónoma, debido a una cierta reducción de la influencia estadounidense y a la diversificación de sus relaciones. En cambio, la Unión Europea enfrenta una crisis económica e institucional de difícil solución en el mediano plazo.
Por eso mismo América Latina demandó una mayor simetría en la interlocución es decir, igualdad, respeto y beneficio mutuo; insistió en valorar más sus recursos estratégicos — agua, alimentos, minerales y fuentes energéticas — y en reconocer su acogida a inversiones y a profesionales europeos en busca de oportunidades laborales.
A su vez, los europeos insistieron en que la Unión Europea sigue siendo el primer cooperante, la mayor fuente de inversión extranjera directa y el segundo socio comercial de Latinoamérica. Y subrayaron cómo, mientras el 90 por ciento de las mercancías importadas por China desde Latinoamérica son materias primas o productos naturales, la Unión Europea importa valor agregado, estimulando la generación de empleo de calidad y la transferencia de tecnología.
La Declaración de Santiago de la CELAC-UE, acogida por aclamación, luego de la presión bolivariana por retirar una frase que aludía al respeto jurídico a las inversiones extranjeras en América Latina, logró consenso en torno al rechazo a “todas las medidas coercitivas de carácter unilateral con efecto extraterritorial” y a la importancia de marcos reguladores “estables y transparentes” que proporcionen “certidumbre legal para los operadores económicos” y la exigencia a los inversionistas que cumplan con el derecho nacional e internacional.
La gestión chilena
Ese diálogo birregional y la cumbre de los pueblos — a través de movilizaciones y debates — sirvieron de prólogo a la propia cumbre presidencial de la CELAC, con la sola ausencia del Paraguay, sancionado a raíz de la destitución irregular del presidente Lugo.
La presidencia chilena dio cuenta de su año de gestión: reuniones de cancilleres y coordinadores nacionales; de ministros de ambiente, finanzas, infraestructura; de encargados de ciencia y tecnología, adicción a las drogas, migraciones, asistencia humanitaria y desastres naturales. En dos ocasiones la CELAC congregó a los mecanismos regionales y subregionales de cooperación e integración para avanzar en su coordinación.
"Para sorpresa de muchos, no ha habido ninguna dificultad" en el funcionamiento de la troika, dijo el canciller chileno. En efecto, sesionó periódicamente y atendió reuniones en la India y en China, así como múltiples encuentros en la ONU.
La troika garantiza el buen funcionamiento de la CELAC, al evitar la discusión o los pronunciamientos sobre las opciones y contingencias políticas internas de cada país. Está formada por el gobierno chileno — que ejercía la presidencia hasta ahora —, por su par venezolano, que la había ejercido durante el año de su conformación, y por su homólogo cubano, que la acaba de asumir.
El año de Cuba
En 2013 — en medio de su propio proceso de cambio — Cuba juega un papel crucial como presidente pro tempore de la CELAC, centro de operaciones de la transición venezolana, y sede y garante de las conversaciones entre las FARC y el gobierno colombiano.
Para Raúl Castro, la CELAC es fiel expresión de “una región unida y soberana, comprometida con un destino común… el instrumento político requerido para aunar voluntades, respetar la diversidad, resolver diferencias, cooperar con el bien de nuestros pueblos y solidarizarnos los unos con los otros”.
Prometió trabajar a partir de lo que une a la región y ayudar a que sea un espacio de paz, con el compromiso de todos los países de resolver conflictos y diferencias por las vías del diálogo y de la negociación.
Cuba pondrá particular atención a integrar a los países del Caribe no hispano, que insistieron durante la primera cumbre en Caracas en no ser tratados como apéndices de América Latina.
De acuerdo con el Plan de Acción aprobado en la Cumbre de Santiago, el 7 de febrero se realizará la primera reunión de ministros de educación bajo la gestión cubana; luego, en Paramaribo (Suriname), se encontrarán los titulares gubernamentales de la cultura; y, en el transcurso del año se celebrarán otros eventos sobre drogas, infraestructura y nueva arquitectura financiera regional.
La nueva troika, formada por Chile, Cuba y Costa Rica — que ejercerá la presidencia en 2014 — será decisiva para el éxito de la CELAC en afianzar la estabilidad regional en medio de las diferencias y de los cambios en curso.
La CELAC, como foro de diálogo y espacio de solución de conflictos, es el avance más reciente en el acercamiento de los gobiernos latinoamericanos y caribeños. Pero de ahí a lograr la integración regional hay mucho trecho.
Su funcionamiento flexible ha permitido que despegue con éxito, pues en medio de las diferencias y las desconfianzas recíprocas, todos los gobiernos prefieren evitar su institucionalización.
Legitimar la CELAC pasa, además, por su capacidad para representar visiones plurales, no solo de los gobernantes, sino también de los actores políticos, gremiales y sociales de la región.
Un desafío nada fácil, pero indispensable, si aspira a convertirse en la voz común latinoamericana y caribeña en áreas sustantivas y a actuar en su nombre en el escenario global.
Pero, a mediano plazo, el funcionamiento flexible no será suficiente para consolidarla.
* Publicado en Razón Pública, 27 de enero.
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