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Camino al desarrollo limpio

Estudios del Banco Mundial indican que esta región produce solo seis por ciento de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero en el sector energético, y 13 por ciento si se toma en cuenta la deforestación y la agricultura.
Los planes abarcan reactivar las fábricas de molinos de viento, reimpulsar la industria de turbinas hidráulicas y avanzar, en lo posible, en la producción de paneles fotovoltaicos, que han sido la mejor opción en un programa de electrificación rural puesto en práctica en los últimos 10 años.
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La electricidad generada por los paneles fotovoltaicos les cambió la vida hace ya más de una década a varias comunidades de las montañas de Cuba. Ahora, esa y otras fuentes renovables se perfilan como las mejores opciones para un desarrollo energético sostenible en todo el país.

"Si el mundo dispone de muchísima más energía limpia que la que necesitamos, ¿por qué entonces usar la contaminante?", dice Luis Bérriz, presidente de Cubasolar, una organización no gubernamental que se dedica a promover el uso de generadores de energía alternativos y ambientalmente sustentables.

Según sus cuentas, Cuba recibe una radiación solar equivalente a 50 millones de toneladas de petróleo cada día.

"Si cubriéramos con paneles fotovoltaicos la autopista nacional, de unos mil kilómetros de extensión, generaríamos toda la electricidad disponible en este momento, sin usar el combustible fósil ni ocupar un solo metro cuadrado a la agricultura", afirma Bérriz.

Además, "al sol nadie lo puede bloquear; les pertenece a todos", añade este estudioso y defensor desde hace muchos años de las fuentes renovables de energía, quien prefiere hablar de "reversión" en vez de "adaptación" al cambio climático, causado, según sostiene, por "la acción destructiva de las sociedades actuales".

Desde su punto de vista, "adaptarse" a lo que otros destruyen suena a "conformismo". Los países industrializados son responsables de 75 por ciento de todas las emisiones humanas causantes del recalentamiento global. El principal gas invernadero es el dióxido de carbono (CO2).

Para Bérriz, la opción apunta a transitar desde el petróleo a los portadores limpios de energía, que son más abundantes que las propias necesidades. El camino no es otro que el desarrollo del conocimiento, de las tecnologías y la industria para el aprovechamiento de las diferentes fuentes renovables disponibles en cada lugar, explica.

En ese proceso, el experto concede especial importancia a la formación de científicos, ingenieros, técnicos y obreros calificados que den respuestas a las necesidades de recursos humanos, así como a una cultura energética y ambiental que garantice la formación de una conciencia imprescindible para el desarrollo de una energética solar "justa y solidaria".

El mayor logro de Cuba en esta materia es el desarrollo científico y docente, un terreno en el cual colabora con naciones de la región. El aporte de equipos que usan energía eólica, hidráulica y bioamasa cañera al Sistema Electroenergético Nacional en 2010 fue de 178,1 gigavatios por hora, equivalente a cuatro días de generación y la sustitución de casi 46 mil toneladas de petróleo.

Según un cuadro estadístico oficial publicado por Energía y Tú, revista de Cubasolar, en esta isla existen 9 mil 624 paneles fotovoltaicos, 8 mil 677 molinos de viento, 6 mil 447 calentadores solares, 554 plantas de biogás, 173 plantas hidroeléctricas, cuatro parques eólicos con 20 aerogeneradores y 608 hornos de producción de ladrillos de biomasa forestal.

A ellos se les suman 57 turbogeneradores y 67 calderas en 61 ingenios azucareros. El reimpulso de la industria azucarera, a cargo desde 2011 de un grupo empresarial, incluye aumentar el potencial de generación electricidad a partir del bagazo y otros residuos de la caña a fin de abastecer todo el año al sector.

Expertos consideran una buena señal la decisión oficial de potenciar el aprovechamiento de las distintas fuentes de energía renovable, dando prioridad a aquellas que tengan "el mayor efecto económico", plasmado en el programa de más de 300 puntos aprobado en abril de 2011 para modernizar y hacer eficiente la economía.

"El país se está organizando mejor. En esa y otras directivas que tienen que ver con las fuentes renovables de energía también se está trabajando y planificando, lo cual se va a hacer en los próximos años", comenta Bérriz, quien insiste en que su país cuenta con todas las condiciones para transitar hacia el uso de portadores limpios de energía.

Los planes abarcan reactivar las fábricas de molinos de viento, reimpulsar la industria de turbinas hidráulicas y avanzar, en lo posible, en la producción de paneles fotovoltaicos, que han sido la mejor opción en un programa de electrificación rural puesto en práctica en los últimos 10 años.

"No se puede ir más rápido (en el desarrollo de la industria) por las grandes limitaciones financieras del país. Con más recursos se podría avanzar mucho más rápido por el camino de la energía renovable y compartirla con otras naciones", indica el especialista.

Otros expertos señalan que Cuba necesita un mecanismo de apoyo propio que acelere la introducción y uso de generadores alternativos "de cara a un desarrollo energético sostenible" que no recargue al Estado, resulte atractivo y confiable a inversionistas externos e incentive su empleo entre sectores nacionales.

Al respecto, el académico Conrado Moreno, miembro de la junta directiva de Cubasolar, señala como un "nicho aún por explotar" a las cooperativas agrícolas, donde, junto a la producción y venta de alimentos, la energía renovable se vislumbra como "una solución promisoria en el modelo económico que se avecina". Moreno indica que se elabora una legislación para incentivar esta opción, que se prevé sea promulgada próximamente. Argentina, Brasil, México, El Salvador, Nicaragua y República Dominicana, entre otras naciones latinoamericanas, ya tienen cuerpos legales para apoyar política y financieramente el desarrollo de generadores energéticos amigables con el ambiente.

Estudios del Banco Mundial indican que esta región produce solo seis por ciento de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero en el sector energético, y 13 por ciento si se toma en cuenta la deforestación y la agricultura.Esa proporción relativamente baja se debe en gran medida a un extendido uso de la hidroelectricidad.

Sin embargo, con la expansión de sectores como la industria y el transporte, la situación podría cambiar en los próximos 25 años, alerta Ede Ijjasz-Vásquez, director de desarrollo sostenible para América Latina y el Caribe del Banco Mundial.

En caso de mantenerse las tendencias actuales, hacia 2030 las emisiones de CO2 derivadas del consumo de energía se habrán incrementado 33 por ciento por persona en la región, frente un promedio mundial de 24 por ciento, señaló. En tales condiciones, la diversificación energética se presenta como la mejor opción.

*Este artículo es parte de  Inter Press Service (IPS)  y es reproducido con su autorización por Plaza Pública.

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