Discutir políticas para incrementar el capital humano usualmente se articula alrededor de las políticas sociales (vía nutrición, educación y entrenamiento). Sin embargo, si estamos interesados en generar desarrollo económico, también debe reconocerse que es necesario incrementar el capital humano de los empresarios para generar desarrollo en el país.
En el caso de Guatemala, como recoge el Monitor Global de Emprendimiento, realizado por la Universidad Francisco Marroquín, es fácil apre...
Discutir políticas para incrementar el capital humano usualmente se articula alrededor de las políticas sociales (vía nutrición, educación y entrenamiento). Sin embargo, si estamos interesados en generar desarrollo económico, también debe reconocerse que es necesario incrementar el capital humano de los empresarios para generar desarrollo en el país.
En el caso de Guatemala, como recoge el Monitor Global de Emprendimiento, realizado por la Universidad Francisco Marroquín, es fácil apreciar que uno de los problemas que afronta el país es la “calidad” de sus emprendedores. Una de las cifras más importantes del estudio es la que muestra el bajo nivel educativo de los emprendedores. Un 46% de los emprendedores no llega a educación básica. Esto limita el acceso información a muchos emprendedores o la capacidad de seguir adquiriéndola, al continuar sus estudios en la Universidad o en cursos en el INTECAP u otras entidades similares.
Uno de los principales problemas de esto se da en cómo el empresario administra su personal. Tener una empresa con cinco trabajadores no es lo mismo a administrar una empresa de 100 o de 1,000. No sólo se necesita establecer controles contables adecuados. Además, dependiendo del nicho de mercado de la empresa, se necesita canalizar la creatividad de los trabajadores para que se generen innovaciones.
Hay distintas maneras de administrar al recurso humano y, como han demostrado las experiencias de la industria japonesa y americana, las mismas pueden tener impactos distintos en la competitividad del negocio y en la capacidad de ingresos para los trabajadores. Mientras la industria americana ha dependido de la producción en línea, rígidas instrucciones provenientes de gerencia y mano de obra barata, la industria japonesa ha dependido más del trabajo en equipo, tomas de decisiones grupales y mano de obra más costosa, pero también altamente productiva. En el caso japonés, ha sido la capacidad para innovar en los procesos y ofrecer crecientes niveles de calidad en sus productos lo que ha permitido que este tipo de modelos funcione.
Mucha de la literatura sobre cómo mejorar la productividad de los trabajadores usualmente se encuentra en lenguas extranjeras. Adicionalmente, hay tantos títulos en el mercado, que distinguir lo que es útil resulta ser complicado. A ello se agrega que probar este tipo de ideas es riesgoso: el empresario puede poner en peligro la mera existencia de su negocio. Por lo mismo, a pesar de que todos los empresarios tienen el interés de generar ganancias, a veces les resulta complicado dar esos brincos de calidad que necesitarían para lograr más ganancias, al mismo tiempo que incrementan el salario de sus trabajadores. Esto llevó a que en la década de los 90 este tipo de técnicas hayan sido promovidas de manera intensiva por parte del equivalente dominicano de INTECAP entre las empresas en sus zonas francas. Ellos reconocieron que era necesario subsidiar el entrenamiento de gerentes y trabajadores en estas nuevas técnicas.
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