Mi indignación se debe a la reciente declaración del Presidente mexicano Felipe Calderón Hinojosa en términos de radicar en el extranjero una vez concluya su mandato presidencial en diciembre próximo.
Pongamos el dedo en la llaga. En repetidas ocasiones y en distintos foros públicos, Felipe Calderón –Fecal– ha asegurado que la actual estrategia de seguridad es un éxito; que las organizaciones criminales están debilitadas y que pronto los resultados serán visibles. Me pregunto, si las cosas son así, ¿por qué Fecal no vive con su familia en México? Podría radicar con los suyos en Ciudad Juárez, o en Gómez-Palacio Durango, o en Reynosa Tamaulipas o en Culiacán Sinaloa, o en Agua Dulce Veracruz, por citar algunas plazas duras del narco– y así mostrarnos a todos los mexicanos que no hay nada que temer y que el futuro es promisorio en todo sentido.
Para quienes viven fuera de México quisiera recordarles que Felipe Calderón no alcanzó la presidencia de la República Mexicana ofreciendo una política de mano dura. Su campaña estuvo centrada en la recuperación económica con el logo ¨el Presidente del Empleo¨. Luego de tomar posesión y ante una carencia de legitimidad, el ¨Presidente del Empleo¨ se convirtió en el ¨Enano de la guerra¨. Nadie, nadie en México le pidió a Fecal poner a los militares en la calle y militarizar el combate al narcotráfico pero la agenda personal de Calderón se hizo política pública.
Y no se trata de articular el clásico discurso de fobia a los militares. Hay un punto más importante: Los militares en México están perdiendo la guerra contra el crimen organizado a pesar del tamaño del ejército mexicano y su equipamiento. El ejército mexicano no hace públicas las cifras de bajas durante estos seis sangrientos años y tampoco hay cifras oficiales sobre el número de militares que desertan. Hay que entender que los ejércitos nacionales no están diseñados para pelear contra el narcotráfico.
Militarizar el combate al narcotráfico sin antes limpiar la casa es un error.
Felipe Calderón afirma que el combate es frontal, pero el incendio del Casino Royale en Monterrey (con 52 víctimas mortales) puso al descubierto la concesión de licencias ilegales a casinos manejados por el crimen organizado. Calderón habla del combate frontal al crimen organizado, pero los jueces siguen revirtiendo condenas contra los criminales y cuando la presión es demasiada, los jueces simplemente son trasladados de juzgado cual sacerdotes pederastas. 40% de la Policía Federal ha sido consignada por delitos relacionados con el crimen organizado; 70% de los efectivos de la Policía Federal no pasan por pruebas de confiabilidad de ningún tipo y solamente el 10% de los consignados en procesos relacionados con el crimen organizado reciben condenas (según los datos del 2010). Las cifras no oficiales hablan ya de 50,000 muertos.
Hoy, las organizaciones criminales en México están atomizadas, son más violentas, actúan sin control alguno de los grandes cárteles, resultan estar mejor armadas que el Ejército y además, se la cargan contra la población civil. Los ingresos y egresos de los Estados en el Norte de la República de México están militarizados con puestos de control atendidos por militares que viven en estado de paranoia constante; la ciudadanía teme los retenes ¨pirata¨ y no hay control del territorio. Distancias de dos horas cómo la ruta Monterrey a Ciudad Victoria prefieren ser volados que, recorridos por tierra.
En el acto de investidura del nuevo Presidente guatemalteco Otto Pérez Molina como Comandante General del Ejército, su discurso incluyó la siguiente frase: ¨deseamos lograr la interrupción de las amenazas externas y contribuir a neutralizar los grupos armados ilegales mediante el empleo del poder militar¨.
Sería más inteligente neutralizar primero a los operadores de los cárteles que ya están enquistados en la nueva estructura política y dar con los operadores financieros. Militarizar sin una limpieza previa del aparato estatal es un enorme error. Pero la Guatemala urbana pidió mano dura sin pensar que puede llegar el momento en que se reinstaure el servicio militar obligatorio debido a que el tamaño actual del Ejército de Guatemala no es suficiente. Quienes votaron por el PP ¿Están dispuestos a enviar a sus hijos a la milicia? ¿O la tropa volverá a salir del entorno rural?
Pero la Guatemala urbana pidió mano dura.
Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos.
Más de este autor