Pero, entre otras cosas, la narrativa alrededor de la mítica Legión lo constituye el tan especial término acuñado por Percival Wren, ´cafard´ para referir al proceso de volverse loco. La locura del desierto que infecta, enferma y termina por generar que los disciplinados legionarios realicen actos de violencia jamás esperados (violencia homicida particularmente). Sufrir de le cafard es algo tan poco deseable como encontrarse de noche con una cucaracha (término más apegado a la idea de cafard); los legionarios españoles denominan a esta situación ´darse con el punto´. ¿Por qué golpeó al recluta? ¿Por qué lo mató? Simplemente, ´me dio el punto´ ó j´ai le cafard . Respuestas muy legionarias.
En un texto más contemporáneo escrito por Marc Gontard y titulado La Violence Du Texte - Etude Sur La Littérature Marocaine De Langue se describe un detalle que enriquece la idea de ´cafard´: No es sólo un problema del legionario europeo ante la desolación y sin sentido de la vida en el desierto, es un problema ´de la ecología neo-institucional´ que termina produciendo formas de violencia a lo largo y ancho del Magreb. Aunque el texto de Gontard no profundiza tanto, su reconocimiento sí es ligeramente directo sobre el efecto que produce en el comportamiento del sujeto esto que ´llamamos instituciones.´
Eso que ´llamamos instituciones´ se define mejor desde la posición de Peter Berger: ´reglas, normas, costumbres de operación del sistema, son al mismo tiempo las redes que sirven para encauzar institucionalmente las relaciones de intercambio….´. Construir una relación sana entre el proceso de socialización, los mecanismos de institucionalidad formal y los mecanismos informales (neo-institucionalistas) produce al final del día sistema funcionales, mayoritariamente pacíficos donde la resolución de las disputas, (producto de los mecanismos informales) no requiere necesariamente el uso de la violencia homicida.
En un giro interesante de la articulación de estas nociones, los criminólogos Jesús Vaca Cortés y Paulino Dzib Aguilar describen en el libro La máscara del asesino la facilidad con la cual, la violencia homicida se produce ante un tipo de ´ecologia neo-institucionalista´ que evita el funcionamiento de los bloqueadores de violencia. Y si además se carece de mecanismos políticos que produzcan ciudadanías dóciles (de tipo burocrático) entonces la explosión de la violencia es tal que, se vive en un contexto pleno y permanente de ´cafard ´.
Desde la posición de los autores, estos mecanismos de política pública aplicada para enforzar el grado de sociabilidad y al mismo tiempo alejar los mecanismos informales de la expresión violenta explicarían porqué la violencia homicida es mucho menor en Ciudad de México que, por ejemplo, en cinco de los Estados norteños más violentos del país (aunque sean ´los más ricos´).
El Distrito Federal, donde conjugan los poderes Federales y el mayor disfrute de los llamados ´satisfactores sociales´ tiene un índice de homicidios intencionales de 4.4 por cada 100,000 habitantes y un promedio de 1.6 por índice de Ejecuciones por cada 100,000 habitantes, de acuerdo al Índice de Incidencia Delictiva y Violencia 2009 elaborado por el CIDAC. Separado de la Unión, la Ciudad de México es una isla de tranquilidad no sólo frente al resto del país sino por ejemplo, frente al llamado Triángulo Norte.
Parte de esta realidad se nota en dinámicas simples: El campus de la UNAM se encuentra abierto 24 horas al día y sin la presencia de guardias armados, bocinar en el tráfico es un acto que se realiza sin temor, lo mismo que discutir en el tráfico o al momento de un accidente de tránsito. ´Sacar el cohete ´ no es lo primero que uno supone sucederá. No así la cosa por ejemplo si usted visita cualquier cantina en Mazatlán, Culiacán, Guasave o Reynosa donde una mirada mal puesta, una mirada a la mujer equivocada o simplemente chocar el hombro con cualquier cristiano significa desde el cohete hasta terminar ´tableado´. [1]
Recorrer estos entornos constituye un ejercicio etnográfico maravilloso y aun así, el índice de violencia homicida intencional en Sinaloa para 2009[2] no supera el índice de 16 por cada 100,000.
Otro caso paradigmático lo constituye el español, donde a pesar de la bestial crisis (aunque la estructura productiva de Europa sigue intacta… aún…) la violencia homicida no ha tomado ni por mucho los números que caracterizan a Mesoamérica. De acuerdo al estudio de la ONUDD para el 2012, el índice de homicidios en España se mantiene en 0.8 por cada 100,000. Es decir, paradójicamente aunque los satisfactores sociales se quiebran, la violencia no aumenta de forma directamente proporcional. Igual de paradójico resulta notar que la ´estabilidad macro´ presentada por algunos países en Mesoamérica en nada significa la reducción palpable de la violencia.
Complejísimo problema entonces. No se trata únicamente de ´crecimiento económico´, tampoco de la presencia permanente de efectivos de seguridad en el espacio público o de la cultura de represión. Y tampoco se trata de repetir cultura de seguridad preventiva, pues en realidad eso significa el reto de cómo lograr que cada sujeto, en el momento puntual que genera la conducta violenta sepa bloquear el acto (instinto) homicida, la violencia de género, simbólica, verbal…
Uf…
[1] Moda muy particular de ejecución en el narco mexicano que significa dar de nalgadas utilizando una tabla gruesa de madera, normalmente con los clavos expuestos. El vocablo interesantemente se ha hecho ya popular en el contexto de la vida nocturna en ciudades como Cobán, Alta Verapaz debido a la penetración de los Zetas. Quien quiera que desea marcar terreno, basta con usar la frase: ´Te voy a tablear serote´. Suele significar ´ando con mexicanos y tengo poder´.
[2] Ambos índices usados en este artículo corresponden al 2009. Aunque hay cinco años de por medio, la medición del CIDAC es más adecuada que el aún esperado índice de violencia 2013 (no digamos el 2011) producido por el Instituto Nacional de Estadística. Sin embargo, en posición de país, el índice de violencia homicida para México elaborado por CIDAC no presenta mayor cambio por el realizado por ONUDD para 2012.
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