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Cabral, Fariña, asesinos entrenados y clubes nocturnos

Aquí sus negocios han sido otros: el mundo del espectáculo, los clubes nocturnos, los prostíbulos. Fariñas es gerente y uno de los dueños del establecimiento Elite Club.
Como parte de la investigación se buscan casos similares para establecer vínculos. Los investigadores ya encontraron uno que tiene las mismas características y con el que comparte elementos.
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Cabral, Fariña, asesinos entrenados y clubes nocturnos

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Facundo Cabral murió en el bulevar más transitado de Centroamérica bajo una lluvia de balas. Tres lo alcanzaron: una en el brazo izquierdo, otra en el tórax y una más en el costado izquierdo de su cabeza, la que acabó con su vida. Viajaba junto a Henry Fariñas, el empresario que le había contratado para que se presentara en Nicaragua.

Para abatirlo se necesitaron asesinos profesionales y armas automáticas. “No sicaritos, no sicarios de calle: crimen organizado”, dijo el presidente de la República, Álvaro Colom, en conferencia de prensa.

En las palabras de Colom latía algo que aún no había salido entonces a la luz pública en Guatemala, pero que se sospechaba y había llegado primero a la Argentina: Fariñas, según publicaron algunos medios allí, estaba amenazado de muerte y el ataque estaba dirigido a él. Cabral simplemente iba en el mismo carro.

Hoy todos los ojos lo buscan y minuto a minuto se sabe más de él: es nicaragüense, y en Nicaragua trabajó hace años en el teatro Rubén Darío. Afinaba pianos.

Después llegó a Guatemala. Aquí sus negocios han sido otros: el mundo del espectáculo, los clubes nocturnos, los prostíbulos. Fariñas es gerente y uno de los dueños del establecimiento Elite Club. Elite es una empresa de entretenimiento para adultos  presente en toda Centroamérica, excepto El Salvador. La maneja J&E Entertainment, S.A.

¿Por qué llevaba a Facundo Cabral?

Oficialmente, la empresa que trajo a Cabral es E.C Music. El dueño es Estuardo Castañeda. Se intentó localizarlo, pero estuvo ocupado en el proceso para repatriar el cadáver de Cabral.  Alguien cercano a él explicó que Fariñas fue quien lo trajo y que él sólo vio la logística y la publicidad de los conciertos. Aún ese asunto no está claro.

Sí se sabe, en cambio, cómo Cabral llegó al vehículo de Fariñas. Al regresar de Quetzaltenango, donde dio su último concierto el jueves pasado, Cabral se hospedó en el hotel Tikal Futura. El viernes por la noche (a las 22:00 horas) Cabral y Fariñas se encontraron el lobby del hotel. Cabral había decidido irse en el bus del hotel hacia el aeropuerto La Aurora. Un recorrido de no más de 10 minutos. Pero Fariñas le dijo que lo llevaría él mismo. Así fue. A las 5:10 horas salieron del hotel. Diez minutos después el cantante había muerto.

Cuando Colom habló de crimen organizado lo hizo por la forma en que había ocurrido el atentado. Tres vehículos. Uno redujo la velocidad del carro en que viajaba Cabral al ponérsele enfrente. Otros dos lo flanquearon para que los tiradores tuvieran el mejor ángulo y sobre todo para no herirse entre sí, para evitar lo que en el argot policial llaman “fuego cruzado”. El ataque demostraba pericia, entrenamiento. Sobre todo si, como era el caso, cuatro guardaespaldas armados protegían desde un vehículo escolta el Range Rover en el que viajaban Cabral y el empresario.

Que el ataque era contra Fariñas lo confirmó el ministro de Gobernación. Que él estaba amenazado, vino desde Argentina. La experiencia de la muerte de cuatro diputados salvadoreños al Parlacen, dice que muchos datos llegan primero al país de las víctimas que a Guatemala.

Por el momento hay diez investigadores de la Policía Nacional Civil, una agencia fiscal entera  y un equipo de la Cicig investigando el caso, mientras otro grupo de la Policía analiza los videos de por lo menos cinco cámaras que grabaron escenas de los vehículos huyendo.

Un caso que se anexa

Como parte de la investigación se buscan casos similares para establecer vínculos. Los investigadores ya encontraron uno que tiene las mismas características y con el que comparte elementos. Se trata del asesinato del empresario Alexis Antonio Juárez Delgado, de 36 años, acribillado el 6 de junio pasado en el semáforo de la 6a calle y 8a avenida de la zona 9. Un auto se detuvo a su lado, bajaron dos hombres y le dispararon con fusiles de asalto. El Ministerio Público recogió 40 casquillos.

Juárez Delgado era dueño de dos centros nocturnos de similar importancia a la de Elite: Zeus y Caprichos. Y de un club de baile junto a Zeus.

En esa ocasión la Policía llevó perros que detectan droga para determinar si, como ocurre en la mayoría de ataques de este tipo, estaba vinculado con el narcotráfico. No se encontró droga, aunque sí datos sugerentes. Juárez Delgado tenía un juicio pendiente por lavado de dinero. Su causa estaba en el juzgado Segundo de Ejecución Penal. El caso empezó cuando la Fiscalía de Narcoactividad allanó un apartamento que estaba a su nombre en el edificio Real Villa en la zona 10. La investigación de la Fiscalía se inició por un decomiso de droga y luego los llevó a ese departamento donde encontraron a dos mujeres colombianas y US$50 mil.

En el caso de Fariñas no hay ningún expediente en el Organismo Judicial; no ha tenido juicios ni demandas.

El pasado martes también fue asesinado el administrador de otro club nocturno. Los investigadores no dan nombres ni datos.

Ayer alguien escribió en Twitter: “El cáncer no pudo contra Facundo. Pero el cáncer de Guatemala fue más fuerte”. Mientras tanto, en la Plaza de la Constitución, donde se reunían poco más de 300 personas para exigir justicia, alguien portaba un letrero que decía: “Perdón al mundo por el asesinato de Facundo”. Un malestar colectivo, un sentimiento de culpa nacional, oprimía a muchos guatemaltecos: un ídolo había muerto en su país, alguien bueno, subrayaban, alguien que había cantado a la paz, un embajador de buena voluntad.

Casi simultáneamente el embajador de Argentina en Guatemala, Ernesto Justo López, intentaba redimir a la nación: “Si me permiten la comparación y guardando las distancias, así como a los neoyorquinos no se les puede responsabilizar de la muerte de John Lennon, tampoco a guatemaltecos de la muerte de Facundo Cabral”.

El féretro del músico viajaba, a esas horas, de la morgue a la funeraria. Afuera decenas de personas lloraban, dejaban flores y cantaban sus canciones.

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