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Brasil: el mejor del barrio emergente

"Brasil es el único del BRICS que mejoró en el ranking mundial de la felicidad, pasando de la posición 22 en 2006 a la 17 en 2009"
Es como si una España o una Argentina completa hubieran salido de la pobreza e ingresado en la clase media.
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Brasil: el mejor del barrio emergente

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La legendaria alegría brasileña comienza reflejarse en la fría realidad de las estadísticas. Un estudio le pone números a ese estado de ánimo al cuantificar la significativa reducción de la desigualdad social en los últimos años, superior a la lograda por otros países emergentes.

La investigación "Los emergentes de los emergentes", presentada por el Centro de Políticas Sociales de la Fundación Getulio Vargas (CPS), compara el desempeño económico-social de Brasil con el de China, Rusia, India y Sudáfrica, los otros miembros del llamado grupo BRICS. 
Ese conjunto de países, que alberga actualmente a más de la mitad de los pobres del mundo, multiplicará por siete para 2050 su relación con la renta generada por el Grupo de los Siete países más ricos del mundo, según destaca en su prólogo el estudio, realizado con apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo. 
Basado en índices del Gallup World Poll de 2009 sobre "el grado de satisfacción de vida", el coordinador del informe, Marcelo Neri, comparó "el índice de felicidad" entre los países del BRICS. 
Fue así que estableció que, mientras en Brasil, en una escala de 0 a 10, el índice de felicidad es de 8,7, el de Sudáfrica y Rusia es de 5,2, y el de China e India de 4,5. 
"Superamos a los demás países", celebró Neri en entrevista con IPS. "Pero mejor que eso, Brasil es el único del BRICS que mejoró en el ranking mundial de la felicidad, pasando de la posición 22 en 2006 a la 17 en 2009, destacó. 
Neri, que como economista tiene el vicio de comparar, dice que como brasileño lo hace aún más. 
Ironizando con la costumbre local de ubicarse como "los mayores del mundo" en cualquier ítem de análisis, aclaró que, aunque integre el BRICS, lo que de verdad prefiere es estar "entre los BIG", en referencia a los países que ganaron más campeonatos mundiales organizados por la Federación Internacional de Fútbol Asociado, que son Brasil, con cinco títulos, Italia con cuatro y Alemania con tres. 
Bromas aparte, lo que ha hecho más feliz a los brasileños no es ni el fútbol ni el carnaval, su fiesta máxima, sino el vertiginoso ritmo de ascensión social de la última década. 
El estudio busca identificar, por ejemplo, si el crecimiento macroeconómico se refleja en el bolsillo del ciudadano común y los sectores beneficiados con eso en cada país. Con ese propósito, indica que entre 2003 y este año unos 48,7 millones de brasileños salieron de la pobreza y ascendieron a las clasificaciones elaboradas por ellos como A, B y C 
El criterio utilizado por los investigadores es ubicar a quienes tienen ingresos mensuales mayores al equivalente a 4.215 dólares en la clase A, a los que reciben entre 3.233 y 4.215 dólares en la B, y a los que están entre 750 y 3.233 dólares en la C. 
Por debajo de ese nivel de ingresos se coloca la clase D, que son los que van de 468 a 750 dólares y la E que son los menos favorecidos con ingresos por debajo de los 468 dólares. 
Los millones de personas que ascendieron a la clase media durante el gobierno del izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011) lo lograron, según Nery, gracias a la estabilidad económica, el aumento del empleo formal y a programas de transferencia de renta como Bolsa Familia. 
"Es como si una España o una Argentina completa hubieran salido de la pobreza e ingresado en la clase media", comparó Neri, quien se declaró sorprendido por "el tamaño de la nueva clase consumidora". 
"Es un contingente gigantesco de personas que se incorporan al mercado", lo cual explicaría por ejemplo la recientemente anunciada fusión entre la red de supermercados Carrefour y Pao de Acucar, añadió. 
"Muchas personas ahora quieren comer más y mejor", aseguró. 
Según el estudio, la nueva dinámica social hizo que la clase C sea ahora la más numerosa de Brasil, al comprender 55 por ciento de los 191 millones de brasileños. 
También se destaca que el surgimiento de "una nueva clase emergente en un país emergente", tiene lugar en un contexto de vertiginosa reducción de la desigualdad social. Brasil es el país del BRICS que, aunque no creció al ritmo de los otros, consiguió distribuir mejor su riqueza, según esas estadísticas. 
Un indicador de esa mejoría, destacó Neri, es que la renta familiar creció al año a un promedio de 1,8 por ciento por encima del producto interno bruto (PIB), mientras que en China esa relación es inversa en casi igual porcentaje en el período analizado, entre 2003 y 2010. 
"Lo microsocial está evolucionando mejor que lo macroeconómico, al contrario de los otros países del BRIC, concluyó el experto. 
En los últimos 10 años, por ejemplo, la renta de 50 por ciento de los más pobres de Brasil creció 68 por ciento, mientras que la de 10 por ciento de los más ricos apenas aumentó 10 por ciento. 
En el mismo período, Brasil tuvo el segundo mejor índice de crecimiento anual de renta familiar en la franja del 20 por ciento de los más pobres, con un aumento de 6,3 por ciento, detrás de China, con 8,5 por ciento, y seguida de Sudáfrica con 5,8 por ciento e India con uno por ciento. 
"La desigualdad social cae en Brasil, mientras que aumenta en todos los otros países del BRIC", subrayó. 
El economista citó los casos de China e India, dónde la clase social con renta más alta y con mayor formación profesional es la que mejora. 
En Brasil, en cambio, ese crecimiento se da en los sectores tradicionalmente sin calificación profesional y con históricas "relaciones casi de esclavitud laboral", como las empleadas domésticas y los trabajadores gastronómicos y de la construcción, así como los pequeños agricultores. Todos quienes ahora comienzan a incorporarse al mercado formal de trabajo. 
El economista Adhemar Mineiro, del Departamento Intersindical de Estadísticas y Estudios Económicos, atribuye esos resultados a los aumentos del salario mínimo y, en menor medida, a los programas de transferencia de renta implementados a partir de la llegada al gobierno de Lula. 
"Lo que parece ocurrir en Brasil, impulsado también por esas políticas, es una enorme expansión del crédito para consumo popular y, por ende, la ampliación de la ciudadanía económica, de consumo para una importante parte de la población", comentó Mineiro, también asesor de la Confederación Sindical de las Américas. 
Pero el economista agrega también un factor político e histórico. "En Brasil, tenemos después de muchos años una coincidencia entre un ciclo democrático en lo político y un ciclo de crecimiento económico, como no sucedía desde la segunda mitad de los años 50", precisó. 
Sin embargo, advirtió que existe una "cierta soberbia" en considerar que la población que sale de la miseria "casi inmediatamente se transformen en una nueva clase media". Un fenómeno en el que, aclaró, deben medirse otros componentes, no sólo económicos sino también sociológicos y antropológicos. 
"Es fundamental verificar si, con la continuidad de ese proceso, esa expansión del consumo se podrá transformar en motor de crecimiento de la economía, generando un proceso estructural de largo plazo o si los sectores conservadores insistirán en la integración del país al mercado mundial como exportador de materias primas agrícolas y minerales como ocurre ahora", sostuvo. 
A pesar del optimismo y a la "felicidad", Nery también admitió que el camino a recorrer es aún largo, pues 24 millones de brasileñas y brasileños todavía están excluidos de los beneficios económicos. 
Un camino lejano para cambiar la lógica de una famosa canción brasileña de Vinicius de Moraes y Tom Jobim que en su estribillo dice: "Tristeza no tiene fin… felicidad sí".

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